Los secretos de Nobu
Cuenta el cocinero malagueño Dani García que la primera vez que aterrizó en Nueva York, nada más llegar dejó las maletas en el hotel y se fue corriendo a cenar a Nobu. Estaba impaciente por probar los platos de un personaje que lo fascinó en el momento en que dio con uno de sus libros, en cuya portada aparecía el japonés con una camisa estampada y un gesto como de aquí estoy yo. Platos como su black cod con salsa de miso, como la tempura amb salsa, el tartar con caviar, el yellow fin tuna con jalapeños, son para García iconos de una cocina golosa y llena de sabor que a él mismo le ha influido como chef. Por eso el martes, cuando reunió a una veintena de sus más íntimos colegas para homenajear a su ídolo, el malagueño estaba feliz. Todos, hasta el único que reconocía saber poco de Nobu Matsuhisa más allá de que es socio de Robert De Niro y que en sus restaurantes siempre hay gente guapa, cocinaron para la cena inspirada en el japonés que hace décadas dio el gran paso de atreverse a a combinar la conservadora cocina de su país con ingredientes del Perú. El chef, que odia el término fusión, tiene además el mérito de haber logrado tener 34 restaurantes de alto nivel consiguiendo hacer un rentabilísima cadena de alta cocina en locales que marcaron tendencia por su lujo informal.
En su paso por Marbella Nobu hizo algunas confesiones. Como que antes de tener un imperio con 3.000 empleados repartidos por todos los continentes, sus inicios fueron difíciles y hasta se libró por los pelos de morir en el incendio de una de sus cocinas. “Entonces me preguntaba por qué todo lo malo me ocurría a mí. Pero aprendí a aprender de las dificultades y de los errores”. También dejó claro que no cocina para las guías, sino para el cliente, a quien siempre trata de complacer. Y, de paso, confesó que en breve abrirá un Nobu en Marbella, a unos metros de García.