La Vanguardia

La chica que desafía en bici al machismo en Irak

MARINA JABER INSPIRA A OTRAS JÓVENES A MOVERSE EN BICICLETA EN UN PAÍS DONDE ESTÁ MAL VISTO QUE LAS MUJERES UTILICEN ESTE VEHÍCULO

- ELIANNE ROS Barcelona

Las redes sociales han sido su principal aliado. Gracias a ellas, el gesto de rebeldía de Marina Jaber no sólo ha causado un fuerte impacto, sino que ha permitido que la sociedad iraquí –al menos una parte– reaccione. El desafío de esta artista musulmana de 25 años ha consistido en algo tan cotidiano e inocuo en muchos países como ir en bici. Pero en Irak, aunque la ley no lo prohíbe, las mujeres no se desplazan sobre dos ruedas.

Basta con observar la fulminante mirada de reprobació­n que le lanza a Jaber un comerciant­e para comprender por qué es un tabú. En la imagen, colgada en Instagram, la única provocació­n que se aprecia es una joven que pedalea frente a un puesto de frutas y verduras de Bagdad. “No es ni siquiera una cuestión de tradición, simplement­e las mujeres no van en bici. Durante la guerra no podíamos hacerlo, estábamos demasiado ocupados sobrevivie­ndo. Hay muchas cosas que dejamos de hacer”, argumenta Marina en alusión a los nueve años de conflicto bélico (2003-2011) sufridos por la población a raíz de la intervenci­ón liderada por Estados Unidos.

¿Cómo se le ocurrió romper este veto social? “Hace un año y medio fui de viaje a Gran Bretaña, donde vive la familia de mi novio. Era la primera vez que salía de Irak, y en Londres cogimos una bicicleta. Me sentí muy orgullosa… pero al mismo tiempo no me gustó ese sentimient­o, porque pensé que debería ser algo normal en mi país”, rememora Marina. De regreso a Bagdad, se compró una bicicleta roja y empezó a recorrer las calles como parte de un proyecto para un festival de arte y para observar cómo reaccionab­a la gente.

“La primera vez estaba aterroriza­da. El corazón me latía muy fuerte. Tenía la impresión de hacer algo malo. Luego me di cuenta que la gente me sonreía, algunos me hacían un signo, y otros sacaban fotos. Evidenteme­nte también había quien me miraba fatal, pero ¿no hay siempre personas que reaccionan mal ante todo lo que no es la norma?”, constata Marina. El hecho de que muchos ciudadanos le comenten que les hace volver a los años setenta, cuando era habitual ver a mujeres en bicicleta, muestra el grado de regresión experiment­ado por la mentalidad del país.

Las fotografía­s tomadas durante sus paseos formaron parte de una exposición y empezaron a circular por internet. Algunas se compartier­on bajo el hashtag #Iamsociety (soy sociedad). El éxito fue instantáne­o. La iniciativa de Jaber –la artista cuenta con 36.000 abonados en las redes sociales– se convirtió en un símbolo de libertad y su bicicleta roja –bautizada como el caballo de hierro– en un icono. Recibió muchos mensajes de apoyo, pero también burlas, respuestas agresivas e incluso amenazas.

Al principio, su familia tampoco fue muy comprensiv­a. “Mis hermanos se enteraron y dejaron de hablarme, pensaron que es como insultarle­s, como si los pusiera en riesgo”, recuerda. En la actualidad la apoyan, y su gesto es imitado por otras mujeres –y algunos hombres jóvenes– que en ocasiones la acompañan en sus paseos por Bagdad. Unas salidas que se han convertido en actos de reivindica­ción de la igualdad de género. Incluso se han extendido a otras ciudades de Irak.

Marina ha pasado de sentirse vulnerable a todo lo contrario: “La bicicleta es un pretexto, una imagen de lo que los tabúes nos llegan a coartar. Antes, cuando me cruzaba con hombres que me miraban mal, cambiaba de ruta. Hoy he cambiado. Cuando me miran con insolencia o me insultan, les miro directamen­te a los ojos y les digo: ¿cuál es el problema?”. Jaber no se considera feminista. “Creo en la humanidad. Lo hago para las mujeres pero también para los hombres, puesto que esto no las concierne únicamente a ellas. Muchos hombres no pueden hacer ciertas cosas, como correr. No es algo normal, la gente se burla... Lo hago por mi país”.

Conocida como la chica de la bici, Marina reivindica gestos como el suyo, porque son las “pequeñas cosas” las que pueden hacer evoluciona­r el recalcitra­nte machismo de la sociedad iraquí. Y conseguir que miradas de reprobació­n como la del comerciant­e de Bagdad pasen a la historia.

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SABAH ARAR / AFP
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FOTOS INSTAGRAM DE MARINA JABER Marina Jaber tuvo su primera experienci­a con una bicicleta durante un viaje a Londres. Le gustó, compró una bici roja y se desplaza por Bagdad ante la mirada de reprobació­n de algunos hombres. Su acción la siguen hoy otras mujeres iraquíes.
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