Tendencias de alta relojería
Tourbillon, fases de luna, repetición de minutos, ecuación del tiempo… Son las llamadas complicaciones de la alta relojería, la máxima expresión de un arte –el relojero– que trata de sobrevivir en un mundo tecnificado que, irónicamente, cada vez tiene menos tiempo para detenerse a admirarla o siquiera a considerarla.
Pero el arte, en todas sus expresiones, tiene y tendrá coleccionistas ávidos de admirar y retener la belleza intrínseca de los objetos preciosos.
Como en todo, hay que saber elegir y decidir qué piezas pasarán a formar parte provisional o definitiva de la colección. Y lo que a priori es un problema –por ejemplo, la falta de relojeros capaces de crear piezas únicas–, se puede convertir a la larga en un valor añadido, precisamente, por la escasez de sus obras.
Por poner un ejemplo, el Celestia Astronómico Gran Complicación 3600 de Vacheron Constantin, con 23 complicaciones y un precio de más de un millón de euros, requiere 500 horas de trabajo de un maestro relojero capaz de ensamblar y hacer funcionar sus más de 500 elementos. Hablamos, sí, de un reloj de pulsera.
Es innegable que la actual situación política-económica tiene a países tradicionalmente compradores de alta relojería en estado de semipostración. Aun así, en el SIHH (Salón Internacional de la Alta Relojería), recientemente celebrado en la ciudad de Ginebra, se han presentado, además del Celestia, sofisticados relojes con cuyos precios se podrían adquirir varios Ferraris.
Algunos de ellos en series muy limitadas (máximo, ocho ejemplares); otros, directamente piezas únicas. Todos ellos tienen comprador, y, en muchos casos, las marcas (maisons, como se las denomina) tienen que tomar decisiones delicadas porque hay más de un candidato.
Y esta es, precisamente, la tendencia actual: producir cantidades muy limitadas (por capacidad, pero también por
marketing) para convertir la alta relojería en un producto aspiracional para bolsillos potentes, algo que una
maison como Patek Philippe viene poniendo en práctica desde hace años. Allí, las piezas más sofisticadas y complicadas de producir son adjudicadas directamente por el presidente de la compañía a sus clientes más importantes. ¿Y quién no quisiera estar en esa lista?