La maldición de Madoff
Pasados casi nueve años de la estafa de 64.000 millones de euros, un financiero se suicidó esta semana en Nueva York, el cuarto en la lista
La alargada sombra del ciprés, expresión con la que Miguel Delibes tituló su primera novela (publicada en 1948), se queda en poca cosa si se compara al alcance de la de Bernie Madoff.
Hace casi nueve años que el más célebre de los estafadores de la clase alta neoyorquina depredó a sus colegas, y a cualquiera de posibles que se le acercó precedido por su fama de rey Midas, la nada despreciable fortuna de 68.000 millones de dólares (64.000 millones de euros). Pasa el tiempo y, sin embargo, su maldición sigue proyectándose.
Esta semana se registró el que se considera el cuarto suicidio de alguien vinculado al sumario Madoff. Charles Murphy, de 56 años, ejecutivo de un fondo de cobertura, se lanzó al vacío desde la planta 24 del hotel de lujo Sofitel, en la calle 44 de Manhattan, entre la Quinta y la Sexta avenidas.
La desesperación de Murphy contrasta con la capacidad de supervivencia de Madoff.
Uno de los cuatro de la lista es su hijo menor. Mark tenía 46 años cuando en el 2010, justo en el segundo aniversario en que se destapó el mega timo, se ahorcó en su apartamento del Soho. Hay quien apostilla que su hermano mayor, Andrew, que había cumplido los 48, también debería figurar en esa enumeración. Al poco de la defunción de Mark, Andrew falleció a causa de un súbito cáncer.
Aseguran que en la cárcel, donde cumple una condena de siglo y medio, el patriarca ha rehecho su vida.
Tiene su mérito en un hombre al que le falta poco para ser octogenario y que vio como todo su mundo de oropel se fundía en la hoguera de la codicia y la mentiras. Su gran habilidad con el dinero ajeno no consistió más que en el llamado esquema Ponzi, un fraude piramidal de inversiones que implica el pago de intereses a los inversores con su propio dinero o el dinero de nuevos inversores atraídos por las promesa de pingües beneficios.
Dentro del presidio de Butner (Carolina del Norte), mantiene su olfato para detectar ganancias. De engañar a ricos ambiciosos, y a no tan ricos que buscaban afianzar una jubilación, ha dado el salto al control de la venta del chocolate caliente. “Bernie fue realmente un exitoso negociante, con una visión natural para el mercado, y continúa aplicando ese instinto en la cárcel”, señaló a MarketWatch. com el periodista Steve Fishman.
Este reportero, que ha lanzado un podcast o serie de capítulos radiofónicos con el mismo estafador de protagonista, insistió en que “Madoff es una estrella en el penal”. Según los colegas de Butner, que por lo visto le piden consejos financieros, “robó más dinero que nadie en la historia y esto lo convierte a los ojos de los otros en un crack”. Fishman confesó que, en una práctica de ecos mafiosos, Madoff compró al comisario del recinto las provisiones de Swiss Miss (marca del producto), por lo que montó este pasado invierno un monopolio en ese terreno del chocolate. A diferencia de él, los conocidos sostienen que a Murphy le pudo el sentido de la culpa. Su antigua sociedad, Fairfield Greenwich, invirtió más de 7.000 millones de dólares (más de 6.500 millones de euros) en la firma de Madoff.
Ahora trabajaba para otra sociedad muy potente, John Paulson at Paulson & Co. En el 2007 pagó 33 millones de dólares (31 de euros) por una residencia (ocho habitaciones, once chimeneas, dos escalera elípticas...) en la zona oeste de la calle 67 de Manhattan.
En los últimos meses la había puesto a la venta por 49,5 millones (46,5 de euros), aunque el precio “regular” era algo inferior. En algunos medios se ha indicado que, antes de subirse a la planta 24 del hotel, escrituró la casa a nombre de su mujer para evitar el desahucio. Po r lo visto, se hallaban sin un céntimo.
El escándalo arrastró primero al aristócrata francés René-Thierry Magon De La Villehuchet, que apareció muerto en diciembre del 2008, y a William Foxton, un veterano del ejército que se quitó la vida en el 2009. Pasados los años, la maldición de Madoff ha enviado a Murphy a la sombra del ciprés.
Uno de los hijos del gestor se quitó la vida, pero el padre se ha rehecho y es ‘estrella’ y negociante en la cárcel