España no vetará el ingreso de una Escocia independiente en la UE
El ministro subraya que el caso escocés respeta el marco legal británico
El ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis (foto), afirmó ayer que España no vetaría “de entrada” la integración de Escocia en la Unión Europea en caso de que se independizara del Reino Unido. Esta posición difiere de la que el Gobierno tuvo durante el referéndum de independencia escocés.
El Gobierno se muestra más partidario de pactar con Londres un “Brexit blando”
España relaja su oposición sobre una Escocia independiente dentro de la Unión Europea y se plantea no vetar su hipotético acceso al bloque tras el Brexit. “De entrada no veo que vayamos a bloquear”, dijo el ministro de Asuntos Exteriores y Cooperación, Alfonso Dastis, al ser preguntado en una entrevista con El País.
El ministro afirmó que Escocia saldría de la UE cuando lo haga el Reino Unido dentro del proceso del Brexit y añadió que, en el hipotético caso de que Escocia se convirtiera en un nuevo Estado independiente tras un referéndum, tendría que solicitar su acceso a la UE. “España no ve con buenos ojos que ningún Estado europeo inicie procesos de fragmentación. Dicho esto, si en aplicación de sus leyes el resultado de ese proceso fuera una división del Reino Unido, cualquier parte del Reino Unido que se convierta en un Estado y quiera adherirse a la UE tendrá que solicitarlo”, dijo Dastis.
Las palabras del ministro suponen una modulación de la postura del Gobierno en un tema sensible para España debido al proceso independentista. En este sentido, la amenaza de veto de España, destinada a desalentar los planes de la Generalitat, se consideró un obstáculo a las aspiraciones de una Escocia independiente en la UE cuando en el 2014 se realizó su referéndum. Y cuando la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, reivindicó la necesidad de un segundo referéndum, una vez aprobado el Brexit, el Gobierno español fue de los primeros en señalar que, de conseguir la independencia, se tendrían que poner en la cola para entrar a la Unión Europea.
El ministro quiso dejar claro que los casos de Escocia y Catalunya no son comparables porque en Escocia hubo un referéndum de acuerdo con las leyes y en España no puede haberlo según la Constitución. “Si se modificara la Constitución, ya lo veríamos”, dijo.
El talante conciliador del ministro se hizo extensivo también al Reino Unido. “España quiere tener una relación estrecha con el Reino Unido, lo más cercana posible a lo que tenemos ahora. Si eso se quiere definir como Brexit blando no tengo mayor inconveniente –dijo–. Queremos un acuerdo equilibrado, razonable y riguroso”.
En la misma línea se manifestó también el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que, en su discurso de clausura del congreso del PP valenciano, afirmó que el Reino Unido es “muy importante” para España por ser el “primer destino en el mundo de inversiones, el cuarto al que más exportamos y el 22% de los turistas que recibe España”. Pero también calificó el Brexit de “decisión equivocada”, y advirtió que ahora deberán “apencar” con las consecuencias. “Todo el mundo es responsable y sufre las consecuencias de sus actos y no es lo mismo estar dentro que fuera de Europa, y el que está dentro está mejor que el que está fuera”, opinó. Dicho lo cual, se mostró partidario de que en el futuro que se mantenga “una buena relación” comercial, de seguridad, y en la lucha contra el terrorismo.
El president de la Generalitat, Carles Puigdemont, vio en estas declaraciones un cambio de actitud del Gobierno español, y así lo expresó vía Twitter: “Hemos ido diciendo que la realpolitik se impondría. Y aquí tenéis una muestra: lo que decía el Estado y lo que ahora dice, ante lo inevitable”.
En este sentido, el president recordó las declaraciones de Rajoy con motivo del referéndum escocés celebrado en septiembre del 2014, en las que afirmaba que Escocia quedaría fuera de la UE si optaba por la independencia.
El secretario de Economia de la Generalitat, Pere Aragonès, también opinó que la nueva posición de España sobre el caso escocés “demuestra” que “en el derecho internacional y en la práctica en la UE se impone el pragmatismo”.