A un lado, un club; al otro, un caos
El Barça se sacó de encima un partido de los llamados tramposos con un ejercicio de fútbol más que correcto. Si se compara al equipo de anoche con aquel de feísimo aspecto que empató en el Villamarín hace dos meses, incapaz de sobreponerse a una horrorosa actuación arbitral (no fue mejor la de ayer), las conclusiones resultan todavía más positivas. La obligada baja de Messi, y las voluntarias de Piqué (de descanso en Barcelona), Iniesta y Umtiti (en el banquillo de salida) tenían su peligro por parte de Luis Enrique, que se arriesgaba a una crítica feroz en caso de pérdida de puntos precisamente por no alinear a los mejores. Acabado el partido, el triunfador fue el entrenador, a quien es imposible acusar de dejarse influir por miedos y/o medios: siempre acaba haciendo lo que planifica. Además crece la sensación de que tiene al equipo fresco cuando más conviene, que es por estas fechas. También salen reforzados del encuentro Neymar, cuyo liderazgo sin Messi, compartido con Suárez, es indiscutible, así como Alcácer, que hizo su mejor partido como azulgrana, cosa que no era difícil pero tampoco fácil. De entre los damnificados no sale del lado oscuro André Gomes, anodino con el balón y tibio sin él, una descripción que funciona de manera inalterable ya desde no se sabe cuándo. Un lastre aislado, pero preocupante.
Pero puestos a dramatizar, el premio se lo lleva sin duda el Granada, un club devastado por los nuevos tiempos. Repasemos. Su propietario actual es un multimillonario chino llamado John Jiang, que le compró el juguete el pasado verano a Gino Pozzo, propietario a su vez del Udinese y el Watford. La transacción precipitó la estampida de unos cuantos jugadores vinculados con la empresa de representación del italiano, un movimiento típico de este nueva manera de manejar clubs de tamaño medio, utilizados como peleles y abandonados cuando se les ha exprimido todo el zumo. El Granada, amén de echar a Paco Jémez a los cuatro meses de empezar, posee un récord significativo esta temporada, el de alinear once titulares de once nacionalidades distintas, fiesta multicultural que en el fútbol denota una ausencia total de identidad, una negación de cualquier proyecto con mirada a medio o largo plazo. John Jiang se ha animado ahora a retocar la estructura técnica y acaba de incorporar a dos exfutbolistas cuyo nexo futbolístico es difícilmente identificable para construir (?) un nuevo Granada. Se trata del argentino Hernán Crespo y del inglés Tony Adams. Si a un socio veterano del Granada se lo cuentan hace unos años, mira el botiquín no vaya a ser que en lugar de Aspirina le hayan colado un psicotrópico.