La Vanguardia

Para acabar con el mito

- José García Montalvo Catedrátic­o de Economía por la UPF

El volumen de créditos dudosos en el sistema financiero internacio­nal, unos dos billones de euros, preocupa a los gobiernos de muchos países. En Europa, el caso italiano, que concentra unos 280.000 millones del billón de euros del continente, lleva tiempo en primera plana aunque, en porcentaje sobre el total, los países más llamativos son Grecia (47%) y Chipre (49%). Una de las alternativ­as para digerir los activos dudosos, junto con la gestión directa o el empaquetam­iento de activos para su venta, son las compañías de gestión de activos, conocidas vulgarment­e como bancos malos. En Europa se viene hablando de crear un banco malo supranacio­nal. El Ecofin de este viernes tratará la cuestión, aunque es muy improbable que la solución del banco malo tenga opciones por la oposición alemana.

En principio, un banco malo permite sacar los créditos malos del balance de los bancos, lo que reduce la incertidum­bre de los inversores y mejora su valoración. También puede tener un papel importante en crear un mercado para activos deteriorad­os que, por lo general, son muy poco líquidos y, por tanto, precisan de un agente que facilite la fijación de precios. Finalmente, la utilizació­n de bonos gubernamen­tales para pagar por dicho activos proporcion­a una mejora en las ratios de capital del banco.

A pesar de estas ventajas existen muchos mitos sobre los bancos malos. En primer lugar hay que destacar que en la historia económica reciente han existido muchos bancos malos, o mecanismos que reproducen sus caracterís­ticas, en Filipinas, Ghana, México, Indonesia, Corea, Finlandia... En segundo lugar la creación de un banco malo no garantiza su éxito. Normalment­e se ponen como ejemplo Securum/Retriva, los bancos malos suecos, y Arsenal (el finlandés). Sin embargo, no se mencionan los muchos casos de fracaso (por ejemplo en Tailandia) o que el éxito del caso sueco/finlandés se debió fundamenta­lmente al rápido crecimient­o económico que siguió al nacimiento de estos bancos malos. En Europa son bien conocidos los casos de NAMA (Irlanda) o Sareb (España), pero es menos conocido el FMS-W alemán, a pesar de que el valor de su cartera es muy superior al de los otros dos. En tercer lugar si bien es cierto que entre el 2009, cuando nace NAMA, y el 2012, año de Sareb, el apetito inversor por los activos dudosos fue limitado, en la actualidad existe un mercado muy activo de compra de activos dudosos por parte de fondos de inversión, hedge funds... Por tanto, el papel de un banco malo como descubrido­r de precios y generador de mercado no es tan necesario aunque dicho mercado no sea perfecto. Se podría pensar que un banco malo público podría generar más recursos a los bancos que cedieran activos morosos, pero la normativa de ayuda de Estado impide que los precios sean superiores a los del mercado. En síntesis, los bancos malos no son tan buenos: todo depende del momento y del precio de transferen­cia.

Los bancos malos no son tan buenos; al final todo depende del momento y el precio de transferen­cia

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