Ocho minutos prodigiosos para fulminar al Sevilla (3-0)
Un Barcelona fino y feroz liquida y empapa al Sevilla con un aguacero de juego y goles
Cuando se puso a llover en el Camp Nou, allá por el minuto 30, el Sevilla hacía rato que aguantaba el chaparrón del Barcelona como podía. Pero aún más espectacular que la mucha agua que le cayó del cielo al equipo de Jorge Sampaoli fue el diluvio futbolístico con el que le empapó el conjunto de Luis Enrique. Vaya aguacero con la pelota. Qué tempestad. La tormenta perfecta. Desde el pitido inicial, el Barça abrumó al rival, revelación del campeonato y presunto aspirante al título. Con circulación eléctrica a la par que milimétrica, con una presión asfixiante y solidaria y con unas definiciones tan exactas como estruendosas. Hubo truenos, rayos y centellas en el Estadi con tres goles, todos al primer toque, como un ejercicio descomunal de precisión de Suárez y Messi.
Si el Barça, en franca línea ascendente desde que cambió al 3-4-3, buscaba un partido redondo, descontando la remontada histórica ante el PSG en la Champions por tratarse de una catarsis emocional y visceral, ya lo tiene. Para su propia confianza y para intimidar al siguiente rival. Ayer caló de arriba a abajo al Sevilla. La eliminación europea ha tenido el efecto contrario para los N’Zonzi, Vitolo y compañía que la clasificación para Luis Suárez, Messi, Iniesta y Busquets. En un jornada intersemanal Luis Enrique se puede permitir el lujo de alinear al once de la remontada con la excepción de Sergi Roberto en el lugar del lesionado Rafinha. A este nivel, el Barcelona está en otra dimensión. Cuando en el momento decisivo, que es este mes abril, el resto se confirma como terrenales, los barcelonistas viven en la estratosfera.
Durante la primera parte el Barça recordó y mucho al equipo que en 2015 puso una marcha más, aceleró y aceleró hasta hacerse con el triplete. Seguro que el Juventus y Allegri se acuerdan de esa sensación. Ahora mismo el Barcelona es acero y seda, es feroz y delicado, temible y admirado a la vez. Es la bella y la bestia en uno porque fascina y asusta a partes iguales.
Fue sacar de centro y el Barça dio un paso adelante y se situó en campo contrario. Ahí se instaló. Ahí se jugó todo el partido. Con los tres centrales (Mascherano, Piqué y Umtiti) muy valientes avanzándose en cada jugada y Sergi Roberto apareciendo constantemente como extremo lateral. Cada pérdida era una recuperación. El balón volvía enseguida a los pies del Barça, que agradece la fiabilidad de Busquets, la recuperación de Iniesta y el buen momento de Rakitic. Todo para que Messi organice y cree. La presión ahogaba al rival. Sampaoli sólo podía que resoplar. Y es que sólo el larguero de Rico evitó que ya el primer chut de Leo fuese gol.
Asfixiado, hasta el minuto 6 el Sevilla no cruzó la línea del centro del campo con el balón controlado. Mariano llegó hasta que Piqué le salió al paso. Ahí se acabó la incursión. Igual que cuando Ter Stegen despejó con el pie un disparo de N’Zonzi.
El dominio era total del Barça. Y una vez más fue Suárez el que abrió el marcador para plasmar esa superioridad. Messi, desencadenado, se marchó por la banda derecha, no se frenó ni cuando le cogieron de la camiseta, no paró hasta que centró al área. Mercado no rechazó bien, el balón hizo un globo y el uruguayo remató de chilena a la red en una filigrana que dejó boquiabierto a Rico y al Camp Nou.
En cuatro días el nueve, que es charrúa y no brasileño, ha sido capaz de dejar para el recuerdo una vaselina de Romário y una chilena de Rivaldo. Pero la grandeza de Suárez es que no sólo tiene la portería en la cabeza ni únicamente vive del gol. Neymar, que no estuvo tan brillante como últimamente, hizo jugada por la izquierda hasta que vio a su compañero en el segundo palo. Allí, con la defensa a contrapié, Suárez no quiso chutar, prefirió mirar al centro y pasar a Messi, que batió a Rico de primeras y por debajo de las piernas.
Que el Barça estaba metido se demostró en el tercer gol cuando en un córner Mascherano y Rakitic ganaron dos saltos a las torres del Sevilla. Pareja despejó mal y el balón le cayó botando a Messi, que empalmó a la red con potencia. Un tanto que coronaba una primera parte estelar.
Tras el descanso, Sampaoli, que en cuatro partidos no ha podido meterle mano al Barcelona, reaccionó y pasó a cerrar con línea de cuatro. Pero el trabajo estaba hecho. Con los tres puntos en el zurrón, llegó el momento de dar descansos a Luis Suárez y Piqué e Ivan Rakitic, que vieron la amarilla que necesitaban para no jugar en Málaga y eliminar el riesgo de perderse un clásico al que el Barça puede llegar lanzado, en tromba.
DE NUEVO 3-4-3 La presión blaugrana asfixió al equipo de Sampaoli y la definición de Messi lo sentenció
ENTRE ROMÁRIO Y RIVALDO Cuatro días después de su vaselina en Granada, Suárez abrió el marcador de chilena y regaló el segundo a Leo