La Vanguardia

Sudoku de agravios

- Fernando Ónega

Me preguntó Josep Cuní en su programa de 8tv por Mónica Oltra. Ya sabéis: lo que dijo de que había que montar un follón mundial como Catalunya para que el Gobierno central atienda las reclamacio­nes de las autonomías. Pilar Rahola ya le había llamado “blavera”, término que este escribidor no oía desde hace al menos diez años. Le respondí a Cuní que España no tiene un Estado, ni nacional ni plurinacio­nal; tiene un permanente concurso de agravios, sobre todo territoria­les. Los presupuest­os generales lo acaban de confirmar: resultaron los presupuest­os del agravio general.

Creo que merecen una reflexión política. Ya sabemos que las cuentas públicas son un sudoku que el ministro de Hacienda tiene que resolver cada año con tres desafíos: merecer el calificati­vo de sociales, buscar el equilibrio entre autonomías y garantizar que los números cuadren. El ministro que logre ese milagro, buen milagrero será. Cristóbal Montoro es un buen ministro. La prueba es que ocupó esa cartera desde el 2000 hasta el 2004 con Aznar, y desde el 2011 a la actualidad con Rajoy. El Partido Popular no sabe vivir sin él. Pero no está claro que haga milagros.

Lo primero que llama la atención es la cantidad destinada a inversione­s. Esto es el famoso chiste de Gila: –“¿Cómo está tu mujer?” –“Depende de con quién se la compare”. Las inversione­s, igual: dependen de la comparació­n. Si se las compara con las presupuest­adas para el 2016, bajan. Si se comparan con las ejecutadas en ese mismo período u otros, suben. Por tanto, tienen razón los gobernante­s catalanes: el problema no es sólo la cantidad prometida, sino el cumplimien­to. El Gobierno tiene que hacer algo rápidament­e si no quiere que el titular de ayer (“La inversión en Catalunya queda por debajo del 2016”) destruya el compromiso de Rajoy ante la opinión pública.

Lo segundo, eso que algunos políticos como el cabreadísi­mo Ximo Puig han puesto sobre la mesa (obsérvese a Valencia como foco del descontent­o): más o menos, que las inversione­s se usan para comprar apoyos en la votación de la ley. Se refiere a Canarias, pero se podría referir también a la Catalunya de Pujol. Forma parte de nuestra tradición política. Pero es muy negativo que se extienda esa idea de que se usa el dinero público para cubrir necesidade­s de un gobierno. Aquí hay un déficit de explicació­n de los criterios de reparto y hay una necesidad de objetivar esos criterios para evitar la infinita explotació­n del agravio. No puede ser que unas comunidade­s se quejen porque no se tiene en cuenta su aportación al PIB y otras se quejen de que se ignora su volumen de población.

Y sólo falta un minuto para que las comunidade­s gobernadas por el PSOE digan que son discrimina­das por razones ideológica­s; es decir, por ser socialista­s, mientras se favorece a las gobernadas por el PP. Algo se está apuntando ya en ese sentido, pero dice este cronista que no puede ser verdad. ¿No les parece?

Tienen razón los gobernante­s catalanes: el problema no es sólo la cantidad prometida, sino el cumplimien­to

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