“Se acepta el control natural de las plagas, pero falta pedagogía”
ENTREVISTA A XAVIER PONS, catedrático del Departamento de Producción Vegetal y Ciencia Forestal de la Universitat de Lleida
Recientemente, el Ayuntamiento de Barcelona, a través del Institut de Parc i Jardins, y la Universitat de Lleida han realizado una encuesta para conocer la opinión y la aceptación de los barceloneses de cuidar los espacios verdes urbanos desde una perspectiva más ecológica con la reducción del riego y de herbicidas, y el uso de métodos biológicos de conservación para controlar las plagas. La encuesta la ha dirigido el catedrático de la UdL, Xavier Pons.
¿En qué consiste el control de plagas con métodos biológicos de conservación?
En lugar de utilizar insecticidas usamos organismos vivos, en concreto los enemigos naturales de las plagas, lo que nos permite controlarlas porque no ocasionen daños a las especies vegetales ni molestias a los ciudadanos.
¿Dejan de utilizar productos químicos?
Sí, los métodos biológicos son una alternativa al uso de productos químicos, a la aplicación de insecticidas (que sólo se utilizan como último recurso).
¿Nos puede poner ejemplos de enemigos naturales de las plagas y su uso?
Lo son diferentes insectos, hongos, bacterias, ácaros, etc. Por ejemplo, el control biológico se ha mostrado efectivo para el tratamiento de algunos pulgones y la mosca blanca de los naranjos y algunas cochinillas y arañas rojas. También permite actuar contra el tigre del plátano.
¿Y cómo actúan? Los enemigos naturales ya se encuentran en un ecosistema determinado, y lo que hacemos es favorecer que proliferen, que se puedan alimentar, crecer y, si hay más podrán reducir o eliminar una plaga de forma natural.
¿Es fácil eliminar una plaga?
Es mucho más fácil y rápido hacerlo con productos químicos, pero es más nocivo. También es cierto que es más fácil eliminarlos de manera natural en un invernadero que en la ciudad, donde hay más variedad de plantas, están más dispersas, hay más y polución, etc.
¿Las plagas son nocivas para las personas?
Salvo la procesionaria del pino, que puede causar importantes alergias, en general no, pero sí generan molestias, ‘daños de confort’. Por ejemplo, los árboles atacados por una plaga pierden valor estético y funcional; cuando les caen las hojas no son tan bonitos y dejan de hacer sombra. Asimismo, los insectos que encontramos en las plantas crean molestias a las personas, como el tigre del plátano, que te cae encima, o los insectos que producen melaza, un líquido azucarado que hace que las calles estén pegajosas y los coches sucios. En otros casos, como el picudo, éste no causa ningún problema al ciudadano, pero mata la palmera.
¿Incrementar la cantidad de enemigos naturales entraña algún riesgo?
No, ninguno. Ya vivimos con estos enemigos naturales de plagas, y lo que hacemos es potenciar su presencia, pero esto no es perjudicial para las personas. Nos acaba beneficiando.
¿Qué supone no utilizar glifosato para controlar el verde de la ciudad?
Que no se utilizan productos químicos y cambia la estética del verde de la ciudad. Una opción es eliminar las malas hierbas –con métodos manuales, calor, etc.– y plantar plantas atractivas que sean útiles para atraer a los enemigos naturales de las plagas. Así las plantas dan un servicio ecológico y estético.
Lo que se busca es avanzar hacia un control más natural de plagas y malas hierbas.
Sí, esta es la idea que se está implantando en ciudades como Berlín, París, San Francisco o Detroit, entre otras. Se trabaja para eliminar la presencia de productos químicos, pero también hay que formar a los ciudadanos, darles información y explicarles que es imposible tener la hierba verde todo el año en un clima mediterráneo, o que los bichos de las plantas no son perjudiciales para las personas. Todavía falta mucha pedagogía.