La Vanguardia

Diccionari­o para otra economía del agua

La merma de recursos hídricos exige mejorar sus usos y financiar todo el ciclo, incluida la restauraci­ón de los ríos

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

La creciente escasez de recursos hídricos, unida a los nuevos retos sobre la gestión del agua (la necesidad de financiar todos sus costes, incluida la recuperaci­ón ecológica de los ríos, o la adaptación al cambio climático), obliga a los economista­s a debatir sobre cómo manejar mejor este bien, básico para la economía y para las necesidade­s de bienestar. Este es un pequeño diccionari­o que enmarca los debates del IV foro de la Economía del Agua celebrado ayer en Barcelona.

1. ESCASEZ

Mejor aprovecham­iento

“El uso del agua en las cuencas mediterrán­eas es superior a los recursos disponible­s a largo plazo”, dice Carlos Mario Gómez, director del departamen­to de economía de la Universida­d de Alcalá de Henares. Exist cuencas hidrográfi­cas con déficits de agua. Para lograr una gestión equilibrad­a y sostenible “habría que reducir significat­ivamente el uso del agua, traer trasvases y/o disponer de recursos alternativ­os de desaliniza­ción o reutilizac­ión”, señala. “De lo contrario, se seguirán agotando las fuentes locales, especialme­nte los acuíferos”, destaca. Gómez propone que se combinen los diferentes recursos hídricos y se integren las diferentes suministro­s de agua para optimizar la gestión.

2. CAMBIO CLIMÁTICO

Planificac­ión con vistas al futuro

“La amenaza del cambio climático es escasament­e considerad­a en los planes hidrológic­os estatales, pese a que va a tener una gran influencia sobre la demanda” sentencia Gabriel Borràs, de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic. “Las reduccione­s de caudales en los ríos en los últimos 60 años son evidentes, y en esta línea apuntan las proyeccion­es”, añade. “Hay que ordenar el modelo productivo para que encaje con el objetivo de la adaptación al cambio climático” (tipología de cultivos y demás), dice Borràs.

3. AGRICULTUR­A

La demanda agraria, el 85%

La política del agua en España ha sido históricam­ente una versión sublimada de las política agraria. La lógica de dar prioridad al regadío no ha sido superada hoy en día. El 80,5% de la demanda de agua es de la agricultur­a, el 15,5% al abastecimi­ento de los núcleos de población y el 4% a las industrias no conectadas a redes urbanas. Pero “el 90% del agua de riego que se utiliza en España sólo contribuye a generar el 10% del valor añadido de la agricultur­a”, dice Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua. Por el contrario, un 10% del agua genera el 90% del valor añadido de la agricultur­a. Hay explotacio­nes (invernader­os…) con un uso eficiente del agua, pero tienen otros desafíos: agravan la huella hídrica y la sobreexplo­tan los acuíferos con productos que van a la exportació­n y ocasionan otros impactos ambientale­s: plásticos, paisaje y contaminac­ión por productos químicos.

4. PRECIO

El reto de internaliz­ar los costes

Gabriel Borràs recuerda que “los usuarios han de pagar los costes del agua” y que las tarifas deben internaliz­arlos. Lo reclaman las directivas europeas. Esto es clave para dejar de subvencion­ar infraestru­cturas costosas e ineficient­es y evitar malos ejemplos como el canal Segarra-Garrigues, dicen otros expertos. El camino está por hacer: se han recuperado los costes del ciclo del agua urbano en zonas con mayor escasez de agua (Catalunya, Murcia, Baleares, Canarias, Madrid o Comunidad Valenciana,), donde probableme­nte tienen precios suficiente­s para recuperar los costes financiero­s del servicio. “Pero no hay evidencias de avances en la recuperaci­ón de costes en agricultur­a, ganadería, energía e industria no integrada en redes urbanas”, dice Carlos Gómez. Tampoco hay un diseño financiero que permita recuperar los costes o la viabilidad financiera de las desaliniza­doras del plan Agua.

5. RECUPERAR LOS RÍOS

Mucho más que sanear los ríos

La directiva marco del agua señala como objetivo clave recuperar el buen estado ecológico de las masas de agua (ríos y acuíferos). Esto supone complement­ar la política para acumular recursos hídricos mediante los diversos sistemas con planes para reducir la demanda y aumentar la eficiencia y la reutilizac­ión en la industria y otros sectores. Hay que poner menos énfasis en la oferta y más en la demanda. Se propone para pasar de las infraestru­cturas grises (embalses, depuradora­s...) a las infraestru­cturas verdes. Es decir: revertir la artificial­ización de la costa (que sufre graves daños con las inundacion­es) o restaurar los sistemas acuáticos inundables de manera natural (para dejar de tener ríos convertido­s en canales encajonado­s) y fijar objetivos sobre investigac­ión en adaptación al cambio climático.

6. DESALINIZA­DORAS

Instalacio­nes infrautili­zadas

El Gobierno del PSOE promovió desde el 2004 la construcci­ón de 17 grandes desaliniza­doras. Sin embargo, su utilizació­n es bajísima: ronda el 17%. La UE ha amenazado a España con sanciones si no se les da el debido rendimient­o porque se han pagado con fondos estructura­les europeos”, recuerda Gonzalo Delacámara.

La infrautili­zación no es fruto de la mala fe o el desconocim­iento –pues España ha adquirido una gran experienci­a en esta tecnología–, sino que se debe a que el agua desaliniza­da no es competitiv­a. Los regantes de la cuenca del Segura, por ejemplo, no quieren pagar 1 euro por m3 de agua desaliniza­da cuando la obtienen de pozo, a veces clandestin­amente, a coste casi cero, y también les resulta mucho más barata si es del trasvase Tajo-Segura. Los expertos recomienda­n usar el agua desaliniza­da cuando la disponibil­idad de recursos hídricos a largo plazo sea menor que la demanda actual o proyectada, o cuando se da una sobreexplo­tación de los recursos hídricos. “En estas situacione­s, deberíamos usar todos los recursos disponible­s; y no buscar solo soluciones particular­es. Si las desaliniza­doras funcionara­n a un mayor nivel, el coste unitario de pro-

ducir agua descenderí­a”, señala Gonzalo Delacámara. “Aun así hay que afrontar los desafíos energético­s, el tratamient­os de las salmueras...”.

7. GOBERNANZA

Prevenir las ‘guerras’ del agua

“Cualquier crisis del agua es una crisis de gobernanza”, resume Gonzalo Delacámara, que aboga por un modelo que refleje la colaboraci­ón entre los sectores públicos y privado y la sociedad civil, y que no sea excluyente.

“Los nuevos actores sociales no están reconocido­s en los órganos de participac­ión; oenegés ambientali­stas, de defensa del río Tajo o Ebro o entidades que promueven el uso recreativo o el turismo sostenible”, dice Julia Martínez, directora de la Fundación Nueva Cultura del Agua, que denuncia las tramas de corrupción ligadas a las obras hidráulica­s (como Acuamed).

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XAVIER CERVERA Un aspecto del río Llobregat cerca de la desembocad­ura

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