Diccionario para otra economía del agua
La merma de recursos hídricos exige mejorar sus usos y financiar todo el ciclo, incluida la restauración de los ríos
La creciente escasez de recursos hídricos, unida a los nuevos retos sobre la gestión del agua (la necesidad de financiar todos sus costes, incluida la recuperación ecológica de los ríos, o la adaptación al cambio climático), obliga a los economistas a debatir sobre cómo manejar mejor este bien, básico para la economía y para las necesidades de bienestar. Este es un pequeño diccionario que enmarca los debates del IV foro de la Economía del Agua celebrado ayer en Barcelona.
1. ESCASEZ
Mejor aprovechamiento
“El uso del agua en las cuencas mediterráneas es superior a los recursos disponibles a largo plazo”, dice Carlos Mario Gómez, director del departamento de economía de la Universidad de Alcalá de Henares. Exist cuencas hidrográficas con déficits de agua. Para lograr una gestión equilibrada y sostenible “habría que reducir significativamente el uso del agua, traer trasvases y/o disponer de recursos alternativos de desalinización o reutilización”, señala. “De lo contrario, se seguirán agotando las fuentes locales, especialmente los acuíferos”, destaca. Gómez propone que se combinen los diferentes recursos hídricos y se integren las diferentes suministros de agua para optimizar la gestión.
2. CAMBIO CLIMÁTICO
Planificación con vistas al futuro
“La amenaza del cambio climático es escasamente considerada en los planes hidrológicos estatales, pese a que va a tener una gran influencia sobre la demanda” sentencia Gabriel Borràs, de la Oficina Catalana de Canvi Climàtic. “Las reducciones de caudales en los ríos en los últimos 60 años son evidentes, y en esta línea apuntan las proyecciones”, añade. “Hay que ordenar el modelo productivo para que encaje con el objetivo de la adaptación al cambio climático” (tipología de cultivos y demás), dice Borràs.
3. AGRICULTURA
La demanda agraria, el 85%
La política del agua en España ha sido históricamente una versión sublimada de las política agraria. La lógica de dar prioridad al regadío no ha sido superada hoy en día. El 80,5% de la demanda de agua es de la agricultura, el 15,5% al abastecimiento de los núcleos de población y el 4% a las industrias no conectadas a redes urbanas. Pero “el 90% del agua de riego que se utiliza en España sólo contribuye a generar el 10% del valor añadido de la agricultura”, dice Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua. Por el contrario, un 10% del agua genera el 90% del valor añadido de la agricultura. Hay explotaciones (invernaderos…) con un uso eficiente del agua, pero tienen otros desafíos: agravan la huella hídrica y la sobreexplotan los acuíferos con productos que van a la exportación y ocasionan otros impactos ambientales: plásticos, paisaje y contaminación por productos químicos.
4. PRECIO
El reto de internalizar los costes
Gabriel Borràs recuerda que “los usuarios han de pagar los costes del agua” y que las tarifas deben internalizarlos. Lo reclaman las directivas europeas. Esto es clave para dejar de subvencionar infraestructuras costosas e ineficientes y evitar malos ejemplos como el canal Segarra-Garrigues, dicen otros expertos. El camino está por hacer: se han recuperado los costes del ciclo del agua urbano en zonas con mayor escasez de agua (Catalunya, Murcia, Baleares, Canarias, Madrid o Comunidad Valenciana,), donde probablemente tienen precios suficientes para recuperar los costes financieros del servicio. “Pero no hay evidencias de avances en la recuperación de costes en agricultura, ganadería, energía e industria no integrada en redes urbanas”, dice Carlos Gómez. Tampoco hay un diseño financiero que permita recuperar los costes o la viabilidad financiera de las desalinizadoras del plan Agua.
5. RECUPERAR LOS RÍOS
Mucho más que sanear los ríos
La directiva marco del agua señala como objetivo clave recuperar el buen estado ecológico de las masas de agua (ríos y acuíferos). Esto supone complementar la política para acumular recursos hídricos mediante los diversos sistemas con planes para reducir la demanda y aumentar la eficiencia y la reutilización en la industria y otros sectores. Hay que poner menos énfasis en la oferta y más en la demanda. Se propone para pasar de las infraestructuras grises (embalses, depuradoras...) a las infraestructuras verdes. Es decir: revertir la artificialización de la costa (que sufre graves daños con las inundaciones) o restaurar los sistemas acuáticos inundables de manera natural (para dejar de tener ríos convertidos en canales encajonados) y fijar objetivos sobre investigación en adaptación al cambio climático.
6. DESALINIZADORAS
Instalaciones infrautilizadas
El Gobierno del PSOE promovió desde el 2004 la construcción de 17 grandes desalinizadoras. Sin embargo, su utilización es bajísima: ronda el 17%. La UE ha amenazado a España con sanciones si no se les da el debido rendimiento porque se han pagado con fondos estructurales europeos”, recuerda Gonzalo Delacámara.
La infrautilización no es fruto de la mala fe o el desconocimiento –pues España ha adquirido una gran experiencia en esta tecnología–, sino que se debe a que el agua desalinizada no es competitiva. Los regantes de la cuenca del Segura, por ejemplo, no quieren pagar 1 euro por m3 de agua desalinizada cuando la obtienen de pozo, a veces clandestinamente, a coste casi cero, y también les resulta mucho más barata si es del trasvase Tajo-Segura. Los expertos recomiendan usar el agua desalinizada cuando la disponibilidad de recursos hídricos a largo plazo sea menor que la demanda actual o proyectada, o cuando se da una sobreexplotación de los recursos hídricos. “En estas situaciones, deberíamos usar todos los recursos disponibles; y no buscar solo soluciones particulares. Si las desalinizadoras funcionaran a un mayor nivel, el coste unitario de pro-
ducir agua descendería”, señala Gonzalo Delacámara. “Aun así hay que afrontar los desafíos energéticos, el tratamientos de las salmueras...”.
7. GOBERNANZA
Prevenir las ‘guerras’ del agua
“Cualquier crisis del agua es una crisis de gobernanza”, resume Gonzalo Delacámara, que aboga por un modelo que refleje la colaboración entre los sectores públicos y privado y la sociedad civil, y que no sea excluyente.
“Los nuevos actores sociales no están reconocidos en los órganos de participación; oenegés ambientalistas, de defensa del río Tajo o Ebro o entidades que promueven el uso recreativo o el turismo sostenible”, dice Julia Martínez, directora de la Fundación Nueva Cultura del Agua, que denuncia las tramas de corrupción ligadas a las obras hidráulicas (como Acuamed).