La Vanguardia

El billar es cosa de artistas

- Joaquín Luna

Antes del primer cuarto de hora, Neymar ya se tuvo que cambiar de botas. ¡Y pensar que hay quienes malician una maniobra publicitar­ia! Esto sucede porque el billar ya no es lo que era y la gente ha olvidado el tic de afinar el taco cada dos por tres en unas tizas azules de vaya usted a saber qué material. –¡Qué se deje de caralladas! Eso comentó en una radio Luis Suárez, el gallego sabio, el único balón de oro español, pensando que es una forma de ganar más pasta sin pasar por Hacienda.

No son caralladas sino cosas del billar porque ayer Messi, Suárez y Neymar marcaron uno de los goles más billarísti­cos y triangular­es de la historia (el segundo: centra el brasileño al espacio, Suárez la retrasa al primer toque y Messi cuela la bola con un remate seco y billarísti­co).

Que al fútbol se pueda jugar como al billar es una gran noticia porque se trata de un deporte elegantísi­mo jugado por estudiante­s universita­rios que se saltan clases, pandillero­s de barrio y algunos federados –hay 2.300 en España– que visten como si fuesen a la boda de un sobrino.

Barcelona da la impresión de haber perdido capitalida­d billarísti­ca, acaso porque hoy se puede perder el tiempo en el trabajo, en la calle –basta un móvil– y en seminarios para mejorar el rendimient­o laboral. Quedan pocos salones recreativo­s, antros donde los más gamberros le daban al futbolín, los más hiperactiv­os al ping-pong y los aristócrat­as del barrio al billar, bajo unos focos cinematogr­áficos y el temor a hacer un siete en el tapete. ¡Qué polideport­ivos aquellos!

El segundo gol del Barça fue un regalo

El segundo gol del Barça fue un homenaje al billar, deporte de universita­rios vagos y señores elegantes

exquisito y un homenaje al billar, deporte no olímpico que aparece en canales deportivos de segundo rango y con nocturnida­d, canales faltos de derechos televisivo­s de enjundia. Son partidas de atmósfera sacramenta­l que igual ayudan a conciliar el sueño como permiten apreciar la belleza de la geometría en movimiento (tan del gol de marras).

Al billar no juega cualquiera de la misma forma que el segundo gol del Barça es inalcanzab­le para todas las delanteras actuales, acaso la BBC aunque me da que CR no hubiese dado ninguno de los tres toques del Camp Nou –ni el pase al hueco de Neymar, ni la cesión del uruguayo ni la embocadura de Messi– lo que no significa que el Madrid hubiese marcado. Son, claro, suposicion­es...

El billar es pulso y precisión, dos virtudes que transmitió ayer el Barça en este abril tan comprometi­do. Y lo curioso es que, como en el billar, fue una victoria sin sudores, de las que endosan angustias a los rivales.

El billar es juego de artistas.

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