La Racef en el Instituto de España
Las entidades catalanas de prestigio deben implicarse en las instituciones españolas y no caer en la autoexclusión
El Consejo de Ministros del 24 de marzo aprobó el real decreto 285/2017 que permite la integración de la Real Academia de Ciencias Económicas y Financieras (Racef), con sede en Barcelona, en el Instituto de España, que agrupa a las reales academias de ámbito estatal.
La Racef es así la primera academia española que, sin tener sede en Madrid, ingresa en el Instituto de España. Es cierto que, desde la etapa en que Chueca fue presidente del Instituto de España (en 1986), algunas academias provinciales habían accedido a la categoría de academias asociadas del Instituto, como varias academias barcelonesas como las de Buenas Letras o de Bellas Artes de Sant Jordi; pero el ingreso de la Racef se realiza al nivel pleno de participación del resto de las grandes academias españolas: la Real Academia Española de la Lengua (creada en 1713); la Real Academia de la Historia (1735); la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (1752); la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales; la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas (1857); la Real Academia Nacional de Medicina; la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación; la Real Academia de Farmacia, y la Real Academia de Ingeniería (ingresada en el 2015).
Algunas de estas reales academias tienen fecha fundacional exacta, otras son continuadoras de academias antiguas, como es el caso de la de Ciencias Exactas, que reclama haberse iniciado en 1542 como Academia de Matemáticas de Madrid.
En este contexto, la Racef se fundó oficialmente en 1940, pero puede reclamar ser la continuadora de la Real Junta Particular de Comercio, que se creó en 1758 y que llevó a cabo una gran actividad académica en diversos ámbitos o, incluso, de la Real Academia Militar de Matemáticas de Barcelona, establecida por Felipe V en 1720 tras la derrota austracista en la guerra de Sucesión.
La incorporación de la Racef al Instituto de España sirve para reafirmar la necesidad de que las entidades catalanas de prestigio se impliquen en las instituciones españolas de una forma constructiva y no caigan en la tentación de autoexcluirse de ellas pensando en la utopía de una próxima independencia de Catalunya.
Desde el Futbol Club Barcelona, que participa en las competiciones españolas y europeas gracias a estar en España, hasta la Racef, integrada ahora en el Instituto de España, queda claro que, pese al intento de desconexión de los separatistas y que algunos tratan de impulsar –recurriendo incluso, como “los Xirinacs”, a la violencia–, Catalunya forma parte de España.
Somos muchos los que pensamos que la relación entre Catalunya y el resto de España es manifiestamente mejorable, como decía recientemente el Cercle d’Economia en su “Diálogo, reforma y respeto al marco legal”, pero entre esto y que algunos separatistas crean que “somos ciudadanos de Catalunya y que España no va con nosotros” media un abismo.