Dopaje tecnológico o progreso
La innovación abre un nuevo debate entre los deportistas
La tecnología, que avanza imparable, aliada con el deporte, que constantemente intenta superar los límites, para correr más rápido, saltar más alto o llegar más lejos. La unión no es nueva, pero sí el alcance de la transformación, gracias a la potencia de la innovación, de la mano de los denominados biomateriales y de los materiales inteligentes, sean zapatillas súper elásticas o ropas ultraligeras que analizan además el estado del organismo durante el esfuerzo. Para unos es una evolución natural, un progreso necesario para mejorar el rendimiento físico y la eficiencia del deportista. “La humanidad no puede avanzar sin el desarrollo tecnológico”, explica desde California Mounir Zok, el director de tecnología e innovación del comité olímpico de Estados Unidos.
Para otros, la tecnología es una herramienta que, de tan poderosa, puede acabar por adulterar la propia esencia del deporte al permitir superar límites físicos de forma artificial. Algunos hablan incluso de dopaje tecnológico. El maratón y la histórica barrera de las dos horas se han convertido en terreno abonado para los investigadores. “Bajar de las dos horas en condiciones normales me parece una utopía. Hoy en día, no hay un atleta capaz de hacerlo sin esta ayuda”, sostiene Germán González, entrenador especialista en la larga distancia.
La ayuda de la que habla González, preparador de la fondista Paula González Berodia, tiene la forma de unas zapatillas de aspecto y nombre futurista: Zoom VaporFly Elite. El gigante Nike acaba de presentar unas zapatillas con una controvertida placa de fibra de carbono en la suela, diseñadas especialmente para bajar de las dos horas, gracias a una mejora sustancial en la eficiencia de la zancada. El invento, con vocación también publicitaria, ha tenido la virtud de agitar el debate sobre los límites de la innovación incluso antes de que los atletas profesionales prueben en público las polémicas zapatillas.
“Se trata de una forma de dopaje tecnológico elevada al cubo, es como si pusieras unos muelles en los pies del corredor. La clave está en la elasticidad, estos biomateriales son miles de veces más elásticos que nuestros músculos, tendones y ligamentos; y la energía se restituye de una forma mucho más eficien- te”, subraya Jordi Porta, catedrático de Inefc y fundador de la Escola Catalana de Cineantropometria (ECC).
“Han querido aprovechar un poco la experiencia de las prótesis de piernas. En el caso de Oscar Pistorius se vio que quizás podía ayudar algún dispositivo con una rigidez superior a la del organismo para transferir mejor la energía”, explica el profesor Josep Maria Padullés (Inefc), pionero en el estudio y aplicación de la tecnología en el deporte. “Constantemente se hacen cosas similares. En 1994 yo ya hice unas plantillas que iban dentro de la zapatilla, en aluminio; en Alemania se hicieron en fibra de vidrio, para mantener una rigidez en la parte anterior del pie, en ciertas especialidades, en este caso para los saltos”, recuerda Padullés.
“Cuando se produzcan mejoras de rendimiento muy sustanciales gracias a la tecnología, en el ámbito regulador se prohibirá; si las mejoras son más aleatorias, con más margen de error, no”, razona el fisiólogo Jordi Ferré (URV), dedicado a la investigación en tecnología del deporte. ¿Pero cómo establecer los límites? ¿Por qué algunas innovaciones quedan vetadas, como ha sucedido en la historia del atletismo o la natación, y en cambio otros
cambios se acaban adaptando como una evolución necesaria?
“Seguramente sí que se irán poniendo algunos tipos de límites. No creo que el caso de las zapatillas del maratón sea suficientemente significativo como para crear nueva reglamentación. Se deberá validar en el laboratorio si puede dar algún tipo de ayuda”, añade Padullés. “Se debería saber cuál es el criterio para juzgar una solución como una ventaja injusta. Todas las marcas han desarrollado sistemas de amortiguación con dos funciones: absorber el impacto del corredor y retornar este impacto en una reacción de magnitud parecida; la lucha está en la pérdida de energía”, explica Albert Trullàs, ingeniero experto en materiales compuestos, del Club de Triatlón de Parets.
“La tecnología empuja los límites y permite que los deportes mejoren, es un camino impredecible, no hay marcha atrás. Estoy a favor de la experimentación en beneficio de todos y que sean los atletas quie- nes tomen las decisiones finales”, destaca Mounir. “Es exagerado hablar de dopaje tecnológico, es hilar muy fino, que todo el mundo corra con la última tecnología; que lo hagan todas las marcas”, sostiene Juanan Fernández, atleta y director de Running Solutions.
“El rendimiento humano se está estancando, las mejoras vendrán de la innovación tecnológica y de los materiales”, augura Ferré (URV). El maratón emerge como el escenario donde se vivirá más intensamente este debate a corto plazo. “El récord del maratón sólo se ha visto rebajado en dos minutos en los últimos 15 años. Si un atleta bajase de las dos horas con este nuevo diseño de zapatillas, habríamos perdido la esencia del deporte para convertirlo en otra cosa”, apostilla González. “Me gustaría saber qué dice la IAAF (Federación Internacional de Atletismo) y si será capaz de pronunciarse antes de que se prueben en carrera; es totalmente comparable con lo que sucedió con los bañadores, que se prohibieron después de batir los récords”, destaca Jessica Bonet, doctoranda en Fisiología del Ejercicio y entrenadora.
Una advertencia final. Algunas de las innovaciones tecnológicas, como el caso de las controvertidas Vaporfly, en los pies de corredores aficionados pueden acabar por perjudicar la salud. “Nuestras articulaciones no están preparadas para esta rigidez, te destrozarán el pie, tendrías que tener unos tendones muy fuertes, como los atletas profesionales; serían una zapatilla antisalud, como el deporte de alta competición. En cambio, lo que hacen los fabricantes de zapatillas para correr para el gran público es poner materiales viscoelásticos en las suelas, componentes que se deforman más fácilmente porque no son tan rígidos y restauran la energía de forma más lenta, para no dañar nuestras articulaciones”, argumenta el doctor Porta.
Intentar superar los límites con la ayuda de la tecnología no es nuevo. Tampoco que algunos inventos acaben vetados. Un barcelonés, Francesc Mates, ya innovó con el calzado deportivo en 1947 y, como recuerda Padullés (Inefc), se avanzó incluso a la Unión Soviética con zapatillas de suela más gruesa y rígida para saltar más. “El señor Mates siempre decía que Stepanov había copiado su zapatilla”.