Tres españoles se cuelan en la cúpula mundial de la relojería
Tres nombres españoles se cuelan en la cúpula mundial de la alta relojería
En tiempos tan digitales y de tanta prisa tecnológica todavía hay quien suspira por el tictac de toda la vida. Eso es lo que se desprende del Barcelona Watch Experience, que inauguró ayer su primera edición con el propósito de posicionar la ciudad como punto de referencia internacional para el público especializado en alta relojería. Con doble emplazamiento, en el Palauet de paseo de Gràcia y salas habilitadas en el hotel Casa Fuster, la feria barcelonesa propone hasta el domingo un mercado de segunda mano que incluye piezas únicas y admite tanto compra y venta como intercambios.
Pero también ofrece una agenda repleta de conferencias, master
class de diversa índole y experiencias gastronómicas como la dirigida ayer por Pep Palau, codirector del Fòrum Gastronòmic de Barcelona, y Franc Vila, un diseñador y constructor de relojes valenciano que triunfa en Ginebra con sus relojes a medida. Comenzó como coleccionista y, al encontrar dificultades para obtener piezas que respondieran a sus altas expectativas, en el 2004 se propuso crearlas él mismo. Bioquímico de formación, presentó sus primeras piezas al público en BaselWorld 2005 (Basel es junto al SIHH de Ginebra la feria de alta relojería más consolidada del mundo). Pero un año antes, este valenciano de 44 años ya había anunciado que sus intenciones eran elevadas al presentar su opera prima, el FV01, un calendario perpetuo y repetidor de minutos. Su nueva apuesta se llama FVF y se aparta de la línea más comercial de los Franc Vila para ofrecer piezas bajo pedido cuyo primer precio ronda los 80.000 euros.
Además de Vila y de un coleccionista de primer orden (quizá de los más importantes del mundo) que huye de todo ruido mediático, el público del Barcelona Watch Experience no tardó en detectar entre los asistentes a la jornada inaugural a Aniceto Jiménez Pita. Porque se trata, ni más ni menos, del autor de los relojes sin corona del que solo él tiene la patente.
Este extremeño hijo de ebanista construye todos sus méritos de repercusión global en un humilde taller de la avenida Meridiana, atiborrado de herramientas de precisión, relojes esperando turno para que el maestro los devuelva a la ho-