La Vanguardia

Juego de centímetro­s

- David Carabén

Hay muchas maneras de relajar la atención antes de darte cuenta de que has perdido el hilo. Parece que bajamos los brazos mucho antes de ser consciente­s de que nos estamos rindiendo. La diferencia entre ganar y perder puede ser minúscula. La hiperdocum­entación del equipo técnico del Barça, la revisión de vídeos del partido anterior, también debe servir para eso, para advertir a algún jugador que no se tendría que haber ahorrado aquella carrera, que se tendría que haber arriesgado un poco más en aquella entrada o esforzado más en aquella presión. Son aquellos centímetro­s de los que habla el coach Tony D’Amato (Al Pacino) en Any Given Sunday: “...la vida es un juego de centímetro­s. Como el fútbol. Porque el margen de error es muy pequeño. Medio paso demasiado pronto, o demasiado tarde, y ya no sales adelante. Medio segundo demasiado lento, o demasiado rápido, y ya no lo atrapas. Los centímetro­s que necesitamo­s se encuentran por todas partes, a nuestro alrededor (...) En este equipo, luchamos por este centímetro”.

La primera parte contra el Sevilla, el miércoles, fue fabulosa. Hacía tiempo que no veíamos a un Barça tan eléctrico, con las líneas tan juntas y el once implicado en todos y cada uno de los aspectos del juego. Nos hemos dado todo tipo de explicacio­nes para entender la mejora. Por una parte, el éxito de la planificac­ión física del equipo de Luis Enrique, nacida como respuesta al hundimient­o de la temporada pasada, y que parece que está haciendo acceder a los jugadores al nivel más alto de despliegue

Jugar con sólo tres defensas es un riesgo muy alto, pero es precisamen­te por eso que los jugadores se implican en cuerpo y alma

físico de la temporada en su fase decisiva. Por la otra, la solución táctica del 3-4-3, como respuesta a la caída del equipo contra el PSG.

Ya desde la época de Frank Rijkaard, entre los síntomas más evidentes para el espectador de que este Barça triunfante, liderado por Messi, aflojaba, ha habido siempre dos: la pérdida de chispa y de acierto en sus cracks y una cierta relajación en el ejercicio de la presión.

Jugar sólo con tres defensas, y hacerlo con la línea de presión tan adelantada, es un riesgo muy alto. Pero es precisamen­te por eso que los jugadores se implican en cuerpo y alma. Y el vértigo se traduce en concentrac­ión e intensidad. El riesgo de caer, la tensión, agudizan los sentidos y destierran la duda. Philippe Petit, después de danzar un rato sobre una cuerda floja con que unió las torres gemelas de Nueva York, dijo que no había pasado miedo, pero que había vivido al mil por ciento, y quizás eso era algo parecido al miedo. Segurament­e los sueños, la conquista de los imposibles, exigen este paso que va más allá de la razón. Ya lo decía Marty Schottenhe­imer, el entrenador de la NFL que sirvió de inspiració­n para crear al personaje de Tony D’Amato: “Es un juego de centímetro­s. Pero los seis más importante­s son los que van de la columna al esternón”.

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