Un icono de la democracia española
ME encontré por última vez a Carme Chacón hace un mes, durante la presentación en Madrid del magazine Fashion & Arts, y estuvimos hablando de sus dos pasiones: la maternidad y la política. Con su hijo Miquel vimos en un bar de Miami la final de Copa que el Barcelona perdió contra el Madrid, hace tres años, en otra Semana Santa, y nos consolamos mutuamente de la derrota azulgrana. Así que durante el acto le pregunté si el muchacho (ya con 9 años) seguía tan culé y me respondió que ni lo dudara, pero también me interesé por la política. Carme estaba con ganas de ayudar, aun sabiendo que su momento había pasado. Estuvo muy cerca de conseguir ser la primera mujer al frente del PSOE en más de cien años de historia. Se quedó a tan sólo 22 votos.
Chacón ha sido un icono de la democracia española. El 14 de abril del 2008, embarazada de siete meses, se convirtió en la primera ministra de Defensa. Pocos días después visitaba al destacamento español en Afganistán. El general Félix Sanz Roldán, actual responsable del CNI, era jefe del Estado Mayor cuando fue nombrada. Al día siguiente, la foto de la ministra embarazada pasando revista a las tropas dio la vuelta al mundo. Sanz recibió una llamada del presidente de Pakistán, Pervez Musharraf, con quien había coincidido en un curso militar en Estados Unidos. Musharraf no acababa de entenderlo –“¿pero estás a sus órdenes?”– y Sanz le explicó que en democracia el poder militar está supeditado a la autoridad civil y que, además, estaba convencido de que estaba preparada para el cargo, ante la perplejidad de su interlocutor.
Su muerte nos ha sorprendido a todos. Sabíamos que tenía una cardiopatía. Se la descubrieron siendo niña y los médicos le dijeron que debería llevar una vida tranquila. No les hizo mucho caso, aunque se controlaba. Era un personaje tremendamente vital. Había dicho: “Mi cardiopatía me hace pensar que todos los días son un regalo”.