La Vanguardia

Azul patriótico

En plena fiebre del Brexit, Gran Bretaña se dispone a recuperar su viejo pasaporte azul marino

- RAFAEL RAMOS Londres. Correspons­al

Con el mítico ‘old blue’ viajaban los ingleses a Kenia, la Toscana o Egipto en la época colonial

No hace tanto tiempo, cuando Tony Blair era primer ministro, el Reino Unido contempló muy seriamente la entrada en el euro, y la abolición de su viejo sistema de pesos y medidas (millas, pulgadas, libras, onzas…) por el más convencion­al del continente (kilómetros, centímetro­s, gramos…). Veinte años más tarde, en la era del Brexit y en pleno fervor euroescépt­ico, no sólo se habla devolver a vender la leche en galones en vez de litros, sino de recuperar el pasaporte azul de la época colonial. Nostalgia a la enésima potencia.

El contrato con la empresa que produce el actual pasaporte color borgoña, con el reconocimi­ento de la pertenenci­a a la Unión Europea, vence en el 2019, coincidien­do con la fecha en que teóricamen­te concluirá el divorcio. Y el regreso al viejo diseño se ha convertido en una causa patriótica para los más fanáticos del brexismo, que no faltan. “Si vamos a recuperar nuestra independen­cia como nación y deshacerno­s de las cadenas de la UE, el pasaporte ha de ser un símbolo de esa victoria y de nuestra identidad nacional, algo que podamos mostrar orgullosos por el mundo como hacen los estadounid­enses”, dice Michael Fabricant, diputado conservado­r por Lichfield, y líder de una campaña a la que se ha sumado con entusiasmo el líder del UKIP Nigel Farage. El único problema es que Londres, dado que todavía no ha abandonado oficialmen­te el club, se ha visto obligado a convocar el concurso en el Boletín Oficial de la Unión Europea, y varias empresas del continente han ofrecido sus servicios. Sólo faltaría que una de ellas ganara, hasta ahí podríamos llegar...

Muchos países otorgan una considerab­le importanci­a al color de su pasaporte, asociándos­e el rojo con el comunismo, el azul con el nuevo mundo y el verde con el islam, ya que le gustaba al profeta Mahoma. En la mayoría de casos, sin embargo, los gobiernos adoptan uno u otro por cuestiones prácticas, de coste y de disponibil­idad. En el caso de Gran Bretaña, el de color borgoña entró en vigor en 1988, quince años después del ingreso en la Comunidad Económica Europea, en un formato acordado por todos los países de la UE para que pudiera ser leído electrónic­amente.

Su predecesor, de color azul marino y sin referencia a la Unión Europea, el mítico

old blue, nació en 1920 y se convirtió en el símbolo del viajero inglés que visitaba las pirámides en Egipto, iba a a Kenia de safari y a la Toscana o la Provenza para pasar las vacaciones de verano. Fue el fruto de un acuerdo de la Liga de Naciones para estandariz­ar el uso de documentos internacio­nales tras la Primera Guerra Mundial, y darles la forma de una pequeño libro.

Antes de 1914, se decía que un inglés podía pasar desde el nacimiento hasta la muerte sin ningún documento y sin darse tan siquiera cuenta de la existencia del Estado, salvo cuando iba a la oficina de Correos a mandar una carta, o por la presencia de bobbies en las calles de su vecindario. Pero todo cambió con la gran guerra. Una ley de 1915 hizo obligatori­a la fotografía del pasaporte, que entonces era un papel doblado en ocho páginas, con una descripció­n detallada de la forma y tamaño de la nariz y de la frente, y del color de los ojos (hacerse la cirugía estética habría constituid­o un problema).

La primera mención histórica a un documento para viajar aparece en la Biblia, cuando el profeta Nehemías obtiene una carta del rey persa Artajerjes a los gobernador­es de los territorio­s más allá del Eúfrates, para que pueda llegar sin interferen­cia hasta Judea y reconstrui­r las murallas de Jerusalén. En Inglaterra, los primeros salvocondu­ctos se emitieron en el siglo XV, y el primer pasaporte propiament­e dicho fue firmado por Carlos I y se guarda en un museo.

Los pasaportes británicos –los más valiosos del mundo porque permiten ir a 174 países sin necesidad de visado– estuvieron en latín hasta 1772, cuando ese idioma fue sustituido por el francés. En el 2005, el galés y el escocés reemplazar­on en las páginas interiores a las lenguas oficiales de la UE. Ni que decir tiene que la nueva edición, del color que sea y quien quiera que lo fabrique, no tendrá ni una letra en otra cosa que el inglés. Y será el de los 65 millones de ciudadanos con excepción de la reina Isabel, que es quien los firma y no lo necesita.

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partir del 2019
ANDREW COWIE / EFE Frontera. Los pasaportes color borgoña de la UE no lo tendrán tan fácil para cruzar las fronteras británicas a partir del 2019
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