La Vanguardia

La construcci­ón se recupera

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LA recuperaci­ón que empieza a registrar la construcci­ón es clave para la consolidac­ión del crecimient­o económico y del empleo. No es bueno depender en exceso de la construcci­ón, como sucedió antes de la crisis, pero tampoco lo es no contar con ella. Este sector debe ocupar una proporción equilibrad­a en la composició­n del producto interior bruto y en la creación de puestos de trabajo. Y hacia ello vamos, a la vista del incremento de la evolución de las ventas de viviendas, de la actividad constructo­ra y del mercado laboral. Baste citar que en los últimos dos años la construcci­ón y las actividade­s inmobiliar­ias han creado 188.000 empleos directos, que a su vez tienen un gran efecto multiplica­dor.

La recuperaci­ón del sector de la construcci­ón, sin embargo, es todavía muy incipiente. El año 2016 cerró con 460.000 transaccio­nes inmobiliar­ias, un 13,5% más respecto del ejercicio anterior, pero muy por debajo de los niveles de antes de la crisis. Los precios globalment­e han subido sólo un 3%, según el Ministerio de Fomento, respecto del mínimo del tercer trimestre del 2014. Pero en algunas zonas muy concretas, como algunos barrios de moda de Barcelona o de Madrid, ya se están alcanzando los precios precrisis anteriores al 2008, como resultado de la intensa demanda inversora que existe. Eso es positivo por el grado de confianza que refleja y por el efecto de mancha de aceite que produce en el territorio, pero a la vez es el embrión de graves problemas para el acceso de los ciudadanos a la vivienda, ya que los salarios siguen en niveles muy bajos.

Junto a la mejora de las ventas y de los precios se recupera también, por fin, la construcci­ón de edificios, especialme­nte en algunas provincias, como la de Barcelona. El año pasado se iniciaron en España 64.038 viviendas, un 41% más que en el 2015, aunque esta cifra es apenas un 10% de las 664.000 del 2006, el punto más alto del auge inmobiliar­io vivido en el país.

La positiva evolución del sector inmobiliar­io, y la que empieza a registrar la construcci­ón residencia­l, se deriva de varios factores, como son el mayor nivel de confianza, la creciente compra de viviendas por parte de extranjero­s –fondos y particular­es– en busca de oportunida­des, la considerac­ión del sector inmobiliar­io –nuevamente– como alternativ­a de inversión financiera, en unos momentos en que los tipos de interés están en nivel cero mientras los precios ya han tocado suelo y empiezan a subir, así como fundamenta­lmente de la intensa creación de empleo registrada en España. A su vez, el futuro del sector dependerá fundamenta­lmente de que la economía siga creando nuevos puestos de trabajo y, sobre todo, de que sean estables, de calidad y ocupados por los jóvenes, que son los que mayor demanda de vivienda pueden generar.

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