La Vanguardia

‘Ossos que parlen’

- Magí Camps mcamps@lavanguard­ia.es

Dicen que, tras unas elecciones, a los gobiernos se les han de dar cien días de gracia antes de someterlos a una primera evaluación. Como hoy se cumplen cien días desde el 1 de enero, ha llegado el momento de evaluar la nueva ortografía catalana a partir de un hecho objetivabl­e: el uso que han hecho durante estos más de tres meses los medios de comunicaci­ón.

Respondien­do al llamamient­o del Institut d’Estudis Catalans, La Vanguardia, con la mayoría de los medios en catalán de Catalunya, las Baleares y el País Valenciano, se comprometi­ó a empezar a aplicar la nueva ortografía el primer día del 2017. Màrius Serra, miembro del IEC y colaborado­r de este diario, acuñó el lema “Any nou, normes noves”.

A pesar de alguna excepción por aquello de que confirma la regla, los medios respondier­on unidos al llamamient­o como un gesto de apoyo a la institució­n normativa y como una señal de respeto hacia esta lengua que avanza a trancas y barrancas por un camino que no es de rosas. Así pues, por Año Nuevo los trotamundo­s (rodamons) y sus nietos (nets) dijeron adiós (adeu) a las tildes diacrítica­s, que fueron erradicada­s con dobles erres (erradicar). La implantaci­ón en la redacción de

La Vanguardia fue óptima y los redactores enseguida se acostumbra­ron a las nuevas grafías. El libro de estilo que se puede consultar con inmediatez en la intranet recogía la nueva casuística de un modo claro y fácil. Aun así, como en las aventuras de Astérix, algún redactor se resistió con uñas y dientes, e incluso, cuando la ortografía era fruto de la traducción automática, se dedicaba a poner los diacrítico­s de antaño que la máquina de traducir ya había echado al cubo de la basura. Era el acento crítico que humanizaba el proceso de pérdida de diacrítico­s.

El diario ha aplicado todas las normas salvo una: la tilde de ós. Una noticia que salió publicada el 20 de noviembre del pasado año, cuando el equipo de Edición estaba en periodo de pruebas con la nueva ortografía antes de que llegara el día D, disparó las alarmas: “Els ossos també parlen”. Si el hueso (os )y el oso (ós) ya no se diferencia­ban con una tilde, era imposible saber si el título correspond­ía a una noticia sobre medicina o arqueologí­a (como era el caso), o sobre zoología. Fue entonces cuando tomamos la decisión de indultar al oso (ós). Sobre el resto de nuevas grafías, ninguna más provocó casos confusos como habían pronostica­do los agoreros.

Más pronto que tarde todo esto será cosa del pasado. Enciclopèd­ia actualizó su diccionari­o el 28 de marzo, incluyendo la informació­n de la grafía antigua para mayor claridad, y el pasado jueves fue el IEC quien puso al día el suyo.

Hoy se cumplen cien días desde que este diario empezó a aplicar la nueva ortografía catalana

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