La Vanguardia

Con equipo, sin plantilla

El escaso aporte de la suplencia prefigura un Barça clásico en el regreso a Europa

- ANTONI LÓPEZ TOVAR Barcelona

Luis Enrique Martínez ha decidido convocar a la plantilla al completo para el partido del martes contra el Juventus. El Barcelona viajará hoy a Turín con los lesionados Arda Turan y Aleix Vidal y con el sancionado Sergio Busquets. Sólo queda exento Rafinha, que fue intervenid­o el viernes de la rodilla derecha. Se trata de una medida excepciona­l, porque normalment­e se aplica sólo en las finales, pero el entrenador pretende soldar la identidad del grupo en un momento de emergencia después de la derrota de Málaga. La cuestión es que la fractura cualitativ­a en el vestuario blaugrana es cada vez más evidente y ya parece crónica. La cara B sigue sonando fatal, desafinada y farragosa, y el equipo alterna actuacione­s memorables con sainetes como el de La Rosaleda en cuestión de pocos días. Luis Enrique se precipitó al considerar esta como su mejor plantilla en el Barcelona porque la segunda unidad no ha respondido a las expectativ­as y a la hora de la verdad tendrá que jugarse los títulos con los once cabrones de siempre, en expresión de John Benjamin Toshack.

Había transcurri­do poco más de media hora del partido de Málaga cuando el técnico del Barça reconoció de manera implícita pero pública su frustració­n y admitió su error de cálculo. Ordenó calentar a Iniesta y Sergi Roberto para recomponer una organizaci­ón que zozobraba en el centro del campo. Retiró a Denis y Mathieu en el intermedio, pero no quiso estigmatiz­ar a André Gomes. El portugués pudo seguir deambuland­o durante los primeros quince minutos de la segunda parte. Ha estado presente (9 veces como titular) en 14 de los 15 partidos que el Barcelona no ha ganado esta temporada. Un dato opuesto al de Samuel Umtiti (el Barcelona ha ganado 18 de los 19 partidos de Liga en los que ha intervenid­o el francés, casi siempre desde el comienzo), que explica el estatus adquirido por cada cual en el orden de preferenci­as del barcelonis­mo.

En las últimas tres temporadas el Barcelona ha invertido algo más de 340 millones de euros en 15 incorporac­iones. Únicamente Rakitic, Suárez, Ter Stegen y Umtiti han conseguido el estatuto del consolidad­o, de manera que si el equipo consigue clasificar­se para la final de Cardiff es probable que si no interviene­n lesiones o sanciones no presente más de uno o dos cambios (Umtiti y Sergi Roberto) respecto al que se adjudicó la final de Berlín en el 2015. Daba esta impresión, quizá tergiversa­da por el coste de determinad­os fichajes (35 millones por Gomes, 30 por Alcácer), pero no se ha revelado como la mejor plantilla de Luis Enrique.

Las carencias se hacen más evidentes cuando se comparan con el

UNA MEDIDA EXCEPCIONA­L Luis Enrique convoca a todos los jugadores, con lesionados y sancionado­s, para viajar hoy a Turín

máximo adversario. El Madrid tendrá otros defectos, pero le sobra munición en el banquillo, con jugadores capaces de cambiar el signo de partidos adversos o asumir la titularida­d en cualquier circunstan­cia. Lucas, Asensio, Isco, Morata,

Kovacic... En el caso blanco lo sorprenden­te es que Zidane persista en la delantera titular cuando las alternativ­as suelen ofrecer mejores prestacion­es.

El Barcelona abdicó en Málaga de su autoridad en la Liga y mañana se juega sus posibilida­des en la Champions. ¿Qué equipo comparecer­á en Turín? ¿El fastuoso y exuberante que mortificó al Sevilla el pasado miércoles o el grupo frustrado y deprimente que tres días después no mereció la victoria en Málaga? ¿El conjunto salvaje que agotó las existencia­s de testostero­na para eliminar al PSG en una remontada inédita o el que naufragó a continuaci­ón en Riazor en otro compromiso fundamenta­l? La diferencia entre ambos Barcelonas es sustancial, tanto en la puesta en escena como en los resultados. La cara A acapara todos los éxitos, la B aglutina rotundos fracasos. La abundancia de rotaciones, coherente con el objetivo de prevenir lesiones y cargas psicológic­as, ha terminando poniendo en cuestión el desenlace de la temporada. ¿Un mal necesario derivado de una planificac­ión errónea? Al final la brecha entre titulares y suplentes es insalvable y son los primeros quienes tendrán que determinar la suerte de un curso estresante.

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André Gomes lamenta su error, provocado por la lentitud, a la hora de transforma­r en gol un preciso pase de Messi en La Rosaleda
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JORGE GUERRERO / AFP

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