La Vanguardia

La afición apoya al Eldense para recuperar la normalidad

Ante el Sabadell, y con un equipo plagado de juveniles, el club confirma la voluntad de limpiar toda sospecha

- SALVADOR ENGUIX Elda

El Eldense logró recuperar ayer, ante el Sabadell, la dignidad y el honor pese al 0-5 final. Valores fundamenta­les en el deporte que se perdieron hace pocos días en este club bajo la sospecha de la corrupción, un cáncer que afecta a demasiadas institucio­nes de todo tipo. Es esta sospecha la que la directiva quiere que desaparezc­a lo antes posible en una institució­n casi centenaria que fue fundada en 1921 por un grupo de aficionado­s del Barcelona llamados Los Cabezotas. Para ello, el Eldense, y su afición, y también la ciudad que lo acoge, han acelerado los mecanismos esta semana para zanjar en los tribunales, y en la sociedad, un asunto que ha destapado una oscura trama de apaños de partidos para ganar apuestas ilegales. Ayer, por cierto, todas las casas de apuestas no incluyeron este partido.

Lo visto en el Pepico Amat, nombre del estadio, era una clara prueba de esta voluntad de redención, de las ganas de demostrar que este no es un club corrupto. Y era el epílogo de una semana trufada de gestos para animar a la afición a estar con su equipo en un momento tan duro. Porque los eldenses acudieron en masa al campo, hasta casi llenar tres cuartos del recinto. “Ahora que bajamos a Tercera esto se llena, ha tenido que pasar esto para que la gente reaccione y apoye”, comentaba ayer Juan Ortega, aficionado, con cierta ironía. Y en una clara estrategia de pasar página y apartar a los sospechoso­s del escenario, el equipo que se vio en el campo era otro radicalmen­te diferente al que había jugado en Barcelona el día del vergonzoso 12-0.

Porque la semana, y el caso que está en instrucció­n en los juzgados, no sólo ha laminado a los sospechoso­s: el representa­nte del fondo inversor italiano, Nobiel Capuani; los entrenador­es Filipo di Pierro y Fran Ruiz, y los jugadores Nico Cháfer y Mikey Fernández; todos ellos en libertad pero con cargos por presunta corrupción. También al resto de jugadores que habían sido integrados en la plantilla por el fondo de los “italianos”, como así les denominan en Elda. Por ello, el equipo que saltó ayer al campo era toda una revolución; con siete jugadores juveniles, otros del equipo que por primera vez saltaban al terreno de juego esta temporada y algún titular como el mauritano Cheikh, que fue quien ofreció las pistas para denunciar el caso ante los jueces. Y como entrenador se puso el delegado del club, Vicente Soler: “Esto ha sido una vergüenza, pero no va a ser una mancha para este gran equipo; hemos reaccionad­o bien, rápido, y la gente se ha volcado para que esto se olvide lo antes posible”, comentaba.

Durante la semana, además, la gestora de la entidad presidida por David Aguilar había puesto a la venta camisetas solidarias para apoyar al club al precio de 10 euros que presentan un diseño de un corazón con el escudo del Eldense adaptado en su interior. Y con un lema: Hagamos que siga latiendo el corazón. Antes del partido, una larga cola de aficionado­s compró camisetas. Había ganas de estar al lado de los jugadores. Pero lo cierto es que el caso ha dejado a la institució­n asfixiada en lo financiero, pues el fondo italiano ha sido expulsado y los dirigentes actuales deben encontrar vías para pagar los finiquitos de los jugadores despedidos y los desplazami­entos restantes en lo que queda de temporada. Ahora mismo, según reconocían desde la institució­n, se están buscando nuevos inversores. Todo esto estaba ayer presente en un estadio donde la afición se entregó de lleno con su equipo desde el primer momento. Se sabía desde un inicio que podía haber goleada en contra, pero no por asuntos turbios. Sencillame­nte, el equipo que saltó al campo era un experiment­o, con jugadores de apenas 17 años, con otros como el portero Abibi que ejercía su papel por primera vez, y frente a un rival que, en lógica, deseaba sumar puntos para mejorar su situación en la clasificac­ión.

El público lo aplaudió todo, y se emocionó cuando los chavales tocaban el balón; algunos, por cierto, con mejor técnica que los titulares. La derrota por 0-5 no se tuvo en cuenta. Incluso hubo un penalti en contra que la afición protestó como si de una final de la Copa se tratara. Esta vez el Eldense peleó, luchó, buscó incluso alguna ocasión, pero al final en el fútbol la lógica también se impone cuando hay grandes diferencia­s de nivel entre jugadores, aunque estos sean de Segunda División B. Al final del partido las valoracion­es eran todas de tristeza por el caso, pero de cierta alegría por la rápida reacción del club y de una ciudad que no quiere asociar sus nombres a la peste de la corrupción. Y conforme salían del estadio, todos los “chavales”, como así les gritaban, eran abrazados. Ellos son, al fin, el futuro de un club que se ha dejado seducir por los cantos de sirena de inversores bajo sospecha y que ha comprendid­o que deberá volver a las esencias, y a los valores fundamenta­les, para recuperar la senda del buen deporte.

GRAN AMBIENTE El Pepico Amat registró una gran entrada y los aficionado­s animaron pese a la goleada vallesana (0-5)

SOLIDARIDA­D Los seguidores adquiriero­n camisetas solidarias con el lema ‘Hagamos que siga latiendo el corazón’

Comunión. Los jugadores del Eldense aplauden a los aficionado­s al final del encuentro ante el Sabadell en el estadio Pepico Amat de Elda

El gesto. Una aficionada sostiene una de las camisetas solidarias de apoyo al club alicantino que la gestora de la entidad puso a la venta al precio de 10 euros

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MANUEL LORENZO / EFE
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MANUEL LORENZO / EFE

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