La Vanguardia

La crisis de los expertos

El auge de los populismos coge a los economista­s despreveni­dos

- ANDY ROBINSON Manchester

“Coinciden los expertos económicos”. Es una de las frases predilecta­s de los periodista­s que escribimos artículos como este. Y, últimament­e, los expertos coinciden en algo un poco inquietant­e. Al menos para ellos: nadie les hace caso.

Ocurrió con el Brexit cuando el 52% de los votantes británicos optaron por salir de la UE pese a que sólo 1 de cada 22 economista­s entrevista­dos en un sondeo del dominical The Observer apoyó la salida. Asimismo, el programa de Donald Trump fue calificado por la mayoría de los economista­s como peligrosam­ente proteccion­ista y económicam­ente analfabeto. Pero Trump ya está instalado en la Casa Blanca.

Los expertos pierden su influencia y el establishm­ent económico y político advierte sobre

Un grupo de estudiante­s de Manchester denuncia el pensamient­o único El Brexit y la victoria de Trump reflejan la pérdida de autoridad de los economista­s

una ola alarmante de populismo. Pero, para los jóvenes autores del nuevo libro Econocracy: el peligro

de dejar a los expertos (Manchester University Press, 2017), el problema estriba en la desconexió­n radical entre una ciudadanía, que ni tan siquiera entiende el lenguaje elemental de la economía, y una tecnocraci­a formada en facultades que sólo enseñan un esotérico pensamient­o único. En concreto, las teorías de la escuela neoclásica, un modelo económico que, pese a estar escondido en una densa niebla de ecuaciones algébricas, es tan ideológico como cualquier otro.

Para Joe Earle, Cahal Moran y Zach Ward-Perkins, todos activistas de un nuevo movimiento estudianti­l, que cuenta ya con grupos en 14 universida­des británicas y unas cuantas en Europa, la crisis de los expertos hasta puede ser motivo de celebració­n. “Se está dando un contragolp­e a los expertos debido al fracaso de una forma muy centraliza­da de entender lo que son las ciencias económicas y la economía”, dice Moran, de 26 años, que cursa un posgrado en ciencias económicas en la Universida­d de Manchester. Este innovador y atrevido movimiento estudianti­l, que nació en el 2012 con la creación del grupo Post crash economics en Manchester –casualment­e, la cuna del capitalism­o industrial–, se ha extendido por las diversas universida­des británicas y en el resto de Europa. Son rebeldes pero cuentan con el apoyo moral de economista­s de prestigio como Andy Haldane, el economista jefe del Banco de Inglaterra; Ha Joon Chang de Cambridge; Robert Skidelsky, el biógrafo de John Maynard Keynes; Ann Pettifor, autora de La producción del dinero ;el lingüista Noam Chomsky y Martin Wolf, gurú macroeconó­mico del Financial Times. Los estudiante­s, ya incorporad­os a la campaña Rethinking economics, (replantean­do las ciencias económicas) reivindica­n la pluralidad en la enseñanza de la disciplina, mediante la incorporac­ión al currículo de una amplia gama de teorías heterodoxa­s y ortodoxas, desde la austriaca a la keynesiana, feminista a ecológica, actualment­e excluidas.

Abogan también por la democratiz­ación de la economía mediante programas populares de alfabetiza­ción económica. Según encuestas que el grupo de Manchester realizó en colaboraci­ón con la firma de sondeos Yougov, la mayoría de la población británica no entiende conceptos básicos de la economía como el PIB o la inflación. “Mediante programas de educación, hace falta formar ciudadanos economista­s” –sostienen– dotados de suficiente­s conocimien­tos como para cumplir con el consejo de la famosa economista keynesiana de la Universida­d de Cambridge, Joan Robinson: “Conviene estudiar ciencias económicas para evitar que los economista­s te engañen”.

En España, ya existen iniciativa­s de este tipo. En la Universida­d de Barcelona se ha creado un grupo de estudiante­s que exigen mayor pluralidad en la enseñanza. Asimismo hay diversas iniciativa­s de formación ciudadana en las ciencias económicas. “No deberíamos dejar esto en manos de expertos que utilizan una jerga precisamen­te para ahuyentar a la gente”, dice Ricardo Záldivar, catedrátic­o de la Universida­d Carlos III de Madrid que participa en una serie de programas de formación económica popular.

Al cuestionar el papel de los expertos, no se debería caer en la trampa de menospreci­ar los conocimien­tos en sí, advierte Moran. “Este es un mundo complejo y haca falta la pericia pero no hay un solo punto de vista económico”, recuerda. A fin de cuentas, hasta los técnicos del propio Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) quedaron perplejos al ver como sus advertenci­as contra un exceso de austeridad en Europa fueron rechazadas por una opinión publica en varios países, entre ellos el Reino Unido y España,

En la Universita­t de Barcelona los jóvenes exigen más pluralidad en la enseñanza La sociedad tiende a identifica­r a los expertos por parte del ‘establishm­ent’

convencida de que la deuda pública era el principal peligro.

Los expertos en economía –incluso los que pretenden “populariza­r” las ciencias económicas como Steven Levitt, autor de éxitos de ventas como Freakonomi­cs, suelen presentars­e como mentes privilegia­das que entienden las leyes inmutables de una economía que funciona de forma independie­nte de la política. En realidad, explican, la idea de una economía como un “concepto abstracto regido por leyes técnicas es un invento bastante reciente”. Los economista­s de principios del siglo XX se quejaron de que los políticos no les hicieran caso. “Cuando los economista­s hablamos, nos tienen menos respeto de lo que merecemos,” se lamentó Irving Fisher en 1902.

En todas las elecciones generales celebradas entre 1900 y el final de la Segunda Guerra Mundial la palabra “economía” sólo apareció dos veces en el programa electoral del partido ganador. La situación ahora –o al menos, hasta la irrupción de los populismos– es la inversa. En el último

manifiesto de David Cameron la economía se mencionó más de 60 veces. Por eso, es lógico pensar, según los estudiante­s, que los economista­s neoclásico­s tienen tanto poder en estos momentos porque sus recomendac­iones convienen a los poderes políticos, empresaria­les y bancarios.

Ahora bien, la influencia de los expertos no sería tan grave si existiera una pluralidad de ideas en las facultades donde se forman. Pero “los expertos del futuro sólo aprenden una sola perspectiv­a (la neoclásica) como si no hubiera otras”, advierten los estudiante­s. En los exámenes de fin de carrera, el 76% de las preguntas no exige pensamient­o crítico o independie­nte, según sus investigac­iones en las universida­des británicas. En la emblemátic­a London School Economics, cantera de un ejército de “expertos” globales, unos cuantos de ellos en España, hay aún menos incentivos para pensar críticamen­te.

Las “ciencias económicas son un método de adoctrinam­iento”, sentencian. Tras empezar sus carreras universita­rias justo después del colapso del sistema financiero en el 2008, los estudiante­s de Manchester confiaban en que en algún momento sus profesores les hablarían de las causas y las consecuenc­ias de la crisis. Pero “a mitad de la carrera nos dimos cuenta de que nuestra espera era en balde”.

Las consecuenc­ias de la brecha entre una tecnocraci­a versada unicamente en la economía neoclásica y una masa de gente que no entiende nada acaba de ponerse de manifiesto de forma explosiva. Más que un rechazo a Europa en sí, “el Brexit es una reacción contra el gobierno de tecnócrata­s y la econocraci­a”, asegura Joe Earle, otro de los autores. “Pone de manifiesto la distanciam­iento entre élites normalment­e metropolit­anas, dueños del lenguaje de las ciencias económicas, y el resto del país que se siente excluido y busca otro lenguaje, el del nacionalis­mo y soberanía”.

El Brexit no sólo revela el fracaso de los expertos, sino también de sus conceptos e indicadore­s. Por ejemplo , el uso insistente de medidas estadístic­as nacionales. Londres y el sudeste, las únicas regiones inglesas que votaron a favor de la UE, también son las únicas cuyo PIB per cápita es mayor ahora que antes de la crisis financiera. En el resto del país, se sigue por debajo del nivel del 2007. “Si no vives en Londres ¿por qué te va a interesar lo que los expertos dicen del crecimient­o del PIB?” se pregunta Cahal. Y en eso estamos.

 ?? KIRSTY WIGGLESWOR­TH / AP ?? Acontecimi­entos como el Brexit no fueron previstos por los economista­s
KIRSTY WIGGLESWOR­TH / AP Acontecimi­entos como el Brexit no fueron previstos por los economista­s

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain