La Vanguardia

El Barça sufre para ganar a la Real (3-2)

Un Barça de superviven­cia supera a la Real pero no estimula la euforia

- ANTONI LÓPEZ TOVAR

Una victoria del Barcelona sobre la Real Sociedad en el Camp Nou es una tradición arraigada, como las procesione­s de Semana Santa o el trasiego de monas del día de Pascua. La última vez que el conjunto donostiarr­a se impuso en el estadio blaugrana fue en 1991, y ayer reincidió en este hábito, aunque fue un poderoso rival para un Barça de espíritu quebradizo. Con dos goles y una asistencia, Messi volvió a ejercer de salvador de un equipo que no dio muchos motivos para el optimismo con vistas a la visita del Juventus el miércoles o el desplazami­ento al Bernabeu el domingo. La defensa tiembla, las bajas pesan... El equipo pasó de ganar 2-0 en el 37 a conceder un 3-2 en el descanso y sufrir durante todo el segundo tiempo para conservar el marcador.

En vista del éxito del martes en Turín, Luis Enrique descartó la defensa de tres unidades y recuperó un dispositiv­o convencion­al para enfrentars­e a una Real de clara vocación ofensiva. La novedad en el centro del campo fue la alineación de André Gomes en la demarcació­n de Iniesta, y en la vanguardia Alcácer relevó al sancionado Neymar y se postula como titular en el Bernabeu. El valenciano se muestra dinámico, con ganas de gustarse y gustar y de cara a portería alternó aciertos y errores. En cambio, el centrocamp­ista portugués volvió a proclamars­e frío y ausente. El mutismo de la grada cuando la megafonía nombró a Gomes en las alineacion­es es un buen calibre de las sensacione­s que transmite a la afición: indiferenc­ia.

Había algo extraño en las vibracione­s del Camp Nou. Permanecía­n los efectos perversos del atropello del Juventus, condiciona­ba el triunfo del Madrid en Gijón a última hora y cundía la sensación de ultimátum. El Barça podía enterrar el campeonato o aspirar a presentars­e con vida en el clásico, pero no representa­r una resurrecci­ón. Consciente de la situación de fragilidad anímica del adversario, Eusebio buscó profundiza­r en sus males: alineó a tres delanteros y propuso la típica presión adelantada que su equipo ejecuta con oficio, precisión y determinac­ión. Se trata de un conjunto con magnífico criterio territoria­l que tardó menos de tres minutos en enviar la primera señal de peligro, un remate de Oyarzabal que adquirió la trayectori­a del gol antes de ser interrumpi­da por Piqué. Acto seguido Ter Stegen desbarató otro intento en boca del gol del joven futbolista de Eibar, producto de un ataque muy elaborado. Oyarzabal exhibió un nivel espectacul­ar.

La puntería de la que había carecido la Real la tuvo Messi a la hora de definir una jugada iniciada por Alcácer con un túnel sobre Navas en el extremo izquierdo. Aunque después el valenciano desperdici­ó con un remate en semifallo en el punto de penalti un valioso centro de Sergi Roberto. Eran buenos minutos para el Barça, que había creci- do en autoestima y creyó haber sentenciad­o cuando en el 37 Messi acompañó a la red de manera poco ortodoxa un rechace de Rulli sobre remate de Luis Suárez.

Lo que ocurrió hasta el descanso pasa a formar parte de los expediente­s inexplicab­les del mundo del fútbol. En cualquier caso, puso en evidencia las miserias defensivas de un Barça que ha encajado 7 goles en los últimos tres partidos. ¿Se puede ganar algo con una estadístic­a como esta a mediados de abril? En el 42 Iñigo recuperó un rechace de Ter Stegen, penetró entre Sergi Roberto y André Gomes y, sin más opciones, centró con potencia desde la línea de fondo. El esférico rebotó en Umtiti y se convirtió en gol.

Pero en esta ocasión el Camp Nou

LA MONTAÑA RUSA El equipo blaugrana marcó el 2-0 en el minuto 37 y el partido llegó al descanso con un 3-2 DEFENSA DÉBIL La retaguardi­a ha encajado 7 goles en los últimos tres partidos contra Málaga, Juve y Real SALVADOR Con dos goles y una asistencia, Messi fue el principal actor de una victoria con exceso de angustia

no tuvo tiempo de sufrir porque en la siguiente jugada Messi vio un desmarque de Alcácer y el valenciano convirtió en gol, cruzando ante Rulli, el servicio del argentino. Hubo tiempo, sin embargo, para que Xabi Prieto rematara con clase y delicadeza a las redes de Ter Stegen una pelota colgada al área blaugrana. El Barcelona había facturado el 2-0 en el minuto 37 y se fue al descanso con un 3-2 en el marcado y la moral de la Real disparada.

Con una segunda parte igual, el partido podía quedar expuesto a cualquier eventualid­ad. Más que brillantez, el Barça requería entereza para soportar la partida territoria­l de la Real y convicción para mantener en pie el delicado edificio anímico. El equipo permaneció expuesto al dominio y las oportunida­des donostiarr­as durante todo el segundo tiempo. Willian, Oyarzabal, Illarramen­di con una falta directa desde el centro del campo que casi sorprendió a Ter Stegen, Yuri... Muchos lo intentaron, pero nadie consiguió mover el marcador. El Barça fue un castillo de naipes amenazando ruina, pero supo sufrir hasta el final. Pura superviven­cia, nada que invite a fantasear con grandes conquistas.

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Jordi Alba celebra con los delanteros uno de los tres goles del Barcelona, todos con intervenci­ón de Messi
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LLIBERT TEIXIDÓ

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