Los intereses creados
En un extraño maridaje, la izquierda laborista se ha convertido en la mejor aliada de las finanzas de Londres
Aunque resulte sorprendente para los socialdemócratas que defienden el modelo continental de capitalismo productivo frente al especulativo anglosajón, lo cierto es que, en el Londres del Brexit, los partidarios más entusiastas de la Unión Europea son los grandes bancos de inversión.
Puede resultar sorprendente para los socialdemócratas que defienden el modelo continental de capitalismo productivo frente a los especulativos intereses anglosajones. Pero lo cierto es que en el Londres del Brexit, los partidarios más apasionados de la Unión Europea y el europeísmo son los grandes bancos de inversión, muchos estadounidenses, como Goldman Sachs o JP Morgan. Sus actividades de lobby contra el Brexit alcanzan ya velocidad turbo. Los grandes bancos en la City –sobre todo británicos y estadouniden sestemen un Brexit duro que pondría en peligro los llamados derechos de pasaporte que les permiten vender sus servicios libremente en la UE. Jamás se había sentido una solidaridad tan fuerte entre los amos de las finanzas anglosajonas y el proyecto europeo.
Goldman Sachs, el gigante de Wall Street, dice que ha empezado a relocalizar a la mitad de su plantilla de Londres a Frankfurt para garantizar sus negocios europeos. JP Morgan advirtió durante la campaña del referéndum que relocalizaría a 4.000 de los suyos, aunque ha bajado esa cifra en las ultimas semanas. HSBC y otras grandes marcas globales del mundo bancario han advertido al Gobierno de Theresa May que una salida del mercado único, en un llamado Brexit duro, seria el suicidio para un país que depende del negocio de los servicios financieros. Jamie Dimon, consejero delegado de JP Morgan, integrante del ranking Forbes de multimillonarios, participó activamente en la campaña del Remain (permanecer en la UE) junto al ex chancellor George Osborne (que acaba de ser fichado por el fondo especulativo Blackrock, que le pagará 15.000 euros por día). Los bancos internacionales “tienen sus dedos índices temblorosos preparados para pulsar el botón de relocalizar”, afirma el presidente de la asociación de la banca británica
Según Oliver Wyman, del lobby CityUK, la City puede perder 20.000 millones de euros, el 10% del negocio y 35.000 empleos, en caso de Brexit duro. El think tank europeo Bruegel señala que si el Reino Unido sale del mercado único, Londres corre el riesgo de perder 10.000 empleos bancarios y activos financieros por 1,8 billones de euros. Michel Sapin, ministro de Finanzas francés, advirtió hace unos días que las transacciones de derivados en euros –unos astronómicos 900.000 millones de euros al día– deberían hacerse dentro del mercado único, tras el Brexit. Pujar por un negocio tan especulativo, tan esencialmente anglosajón, perturbaría la paz de las tumbas de Helmut Schmidt o François Mitterrand. Pero París, Frankfurt, Dublín y en menor medida Madrid compiten por rentabilizar la huida de los antes odiados grandes bancos de la City.
El debate sobre el Brexit recuerda el mundo al revés. Mientras los titanes de la especulativa banca anglosajona elogian el proyecto europeo, muchos economistas euroescépticos parecen activistas antisistema al atacar a la gran banca, los lobbies de Bruselas y la élite globalista. “Hay muchos intereses creados; los grandes bancos de inversión, los lobbistas de las corporaciones y la burocracia europea hacen mucho ruido; dan la impresión de estar enfadados; el objetivo es mantener el status quo y llamarlo Brexit”, dice David Blake, de la Cass Business School de la Universidad de Londres , autor de un informe sobre la City y el Brexit. “Es la actitud de la élite de Davos ante la decisión del pueblo”.
Para Blake, no habría una salida masiva de Londres aun en el caso del Brexit duro. “Cualquier persona en cualquier lugar puede realizar transacciones con instrumentos nominados en euros, en Wall Street, Singapur, donde sea, nadie puede pararlo”, prosigue en una entrevista mantenida en Londres. Incluso en el caso de perder los derechos de pasaporte, los bancos establecerán oficinas en Europa y el impacto sobre los ingresos de la City sería asumible, sólo el 4,5% de su facturación, según sus cálculos.
La insistencia de los bancos en el peligro de perder el acceso al mercado único no deja de ser extraño, dice Blake. “No hay un mercado único de servicios financieros en la UE y los servicios financieros no pueden ser bloqueados según las normas de la OMC”. Moody’s, la agencia de calificación de deuda, coincide: “El impacto del Brexit sobre la City será modesto y asumible (...) aunque exista algún riesgo para el estatus de la City como centro financiero no creemos que el Brexit suponga daños significativos”, afirma en un informe del 22 de marzo.
Se juega mucho en la batalla de la información y la desinformación. El sector financiero londinense alberga 250 bancos internacionales y el 17% de los créditos bancarios internacionales. Es el exportador de servicios financiero más grande del mundo, que equivale al 12% de las exportaciones británicas y aporta el 8% del valor añadid bruto de la economía británica –127.000 millones de libras–. El 40% de estos servicios va a Europa. Las finanzas y los seguros equivalen al 3,5% del PIB británico, responsables del 75% del superávit en el comercio de servicios. El sector financiero británico emplea a 1,1 millones de personas y paga el 11% de los impuestos.
Blake acusa a los grandes bancos internacionales de exagerar el peligro del Brexit porque la UE ha resultado un excelente vehículo para ampliar su monopolio financiero frente a rivales más pequeños y seguir generando negocios sin dar financiación a la economía real. “Hasta los años 70 y 80, la City era un lugar fantástico de financiación para la economía real; pero ha dejado de servir a la economía productiva; la City se ha convertido en un experto en engañar y menospreciar a sus clientes”. Lo achaca a la introducción de productos financieros de elevada complejidad. Y también a la incorporación del Reino Unido a la UE que, según sostiene, creó un excelente oportunidad de negocio (esos 900.000 millones de euros diarios en derivados, por ejemplo), sobre todo tras el big bang”, dice. “Deberían dejar de quejarse y buscar un modelo para proporcionar financiación a la economía real”.
Si estos argumentos suenan de izquierdas después de la crisis bancaria, hay otro paradoja en el debate sobre el Brexit y la City. La mayoría de los diputados laboristas (aunque no Jeremy Corbyn) son defensores tan apasionados de la permanencia en la UE que se han convertido en los principales abanderados de los grandes bancos, un sector que la izquierda británica siempre tachaba de parásita y cortoplacista.
Hillary Benn, rival de Corbyn en el gabinete laborista en la sombra, ha arremetido contra May por poner en entredicho la permanencia de la City en Londres. Esto pese a que los europeístas de la corriente socialdemócrata del laborismo siempre lamentaban la preponderancia de las finanzas en la economía británica y señalaba a Alemania como ejemplo de modelo productivo y menos especulativo.
Janan Ganesh, el cáustico columnista del Financial Times, resaltó en una columna la semana pasada la contradicción al burlarse de esa “izquierda blanda, la misma gente que odiaba a los banqueros tras el crack [del 2008] ahora los ve como compañeros entusiastas del internacionalismo y citan las amenazas a la City como la prueba concluyente contra el Brexit”. “Hasta Goldman Sachs, ya puede contar con el apoyo de los diputados laboristas para lamentar sus planes de relocalización a Frankfurt o a París”, ironiza.
Aunque Europa y la izquierda hayan aprendido a amar a Goldman Sachs, pocos bancos van a querer marcharse de Londres, dice Blake: “La City tiene tantas ventajas frente a sus rivales que dudo que se vaya mucho empleo a Europa; ¿cómo quieren ir a París cuando los franceses han pasado tanto años metiéndose con los bancos?”.
AMOR SÚBITO La banca de inversión anglosajona es hoy una ardiente defensora del proyecto europeo ARGUMENTOS DE GUERRILLA Los economistas euroescépticos parecen activistas antisistema LA CITY Y LAS EMPRESAS “Hasta los años 70 y 80 la City era un lugar fantástico para la economía real; ya no”