La justicia frena ocho ejecuciones exprés en Arkansas por los fármacos
La justicia finalmente ha frenado las ocho ejecuciones previstas en once días en Arkansas, entre el 17 y el 27 de abril, un récord en EE.UU. Sólo Texas ha ejecutado a seis presos en un periodo más corto desde que el Supremo volvió a autorizar la pena capital en 1976. El estado gobernado por el republicano Asa Hutchinson programó en febrero que fueran ejecutados antes de que caduquen 10 cajas del sedativo midazolam, uno de los tres fármacos requeridos para la inyección letal bajo el protocolo de Arkansas.
La juez federal Kristine Baker bloqueó ayer seis de nueve ejecuciones alegando que los reclusos tenían derecho a cuestionar un método de ejecución que les iba a causar “un fuerte dolor”, citando los casos de Arizona, Ohio u Oklahoma, donde las ejecuciones con midazolam han sido problemáticas porque el ansiolítico parece no dejar suficientemente inconsciente al preso. De las otros tres ejecuciones, dos ya habían sido suspendidas –en un caso porque no se cumplían los plazos, y en otro porque sufría problemas mentales– y una tercera todavía no tenía fecha.
Baker también incidió en que los procedimientos han sido muy apresurados teniendo en cuenta que Arkansas no ajusticia a nadie desde el 2005, y criticó que no se permita que los abogados estén junto a los condenados en el momento final. El fiscal general estatal ha prometido responder con dureza, pero el tiempo juega en su contra.
Menos de 24 horas antes de que Baker bloqueara las ejecuciones, y a menos de tres días de su comienzo, el juez local del condado de Pulaski, Wendell Griffen, ya había emitido una orden temporal que prohibía utilizar el segundo de los tres medicamentos. Se trata del bromuro de veruconio, que impide la respiración. El tercero es el cloruro de potasio, que para el corazón.
El juez local daba así la razón a McKesson, la mayor farmacéutica de EE.UU., que acusaba al estado de haber adquirido el bromuro de veruconio sin avisarles de que iba a ser utilizado para la pena capital. Cuatro empresas habían manifes- tado preocupación porque sus fármacos se emplearan con estos fines, pero sólo McKesson acudió a los tribunales. Según los abogados de la empresa, en una carta a la que tuvo acceso The New York Times, Arkansas compró el lote “bajo una licencia médica de un médico, lo que implícitamente representa que los productos sólo iban a ser utilizados con fines medicinales”.
Arkansas no ha ejecutado a nadie en más de una década debido a la dificultad de conseguir los productos y a las disputas legales. Las farmacéuticas cada vez más son reticentes a verse envueltas en unos procedimientos que provocan fuertes condenas nacionales e internacionales. Ante el anuncio de las ejecuciones en cadena, la UE, Amnistía Internacional, Human Rights Watch y hasta el maestro de la novela negra John Grisham, nativo de Arkansas, se han postulado contra esta “locura”.