Los votantes de la antigua CDC no encuentran nuevo candidato
Puigdemont, que no repetirá, y Mas, inhabilitado, siguen siendo los favoritos
El dilema sobre quién debería ser el candidato del PDECat en las próximas elecciones autonómicas se complica cada vez más, sin que aparezca ninguna figura que, ante la opinión pública y, sobre todo, ante los propios votantes de la antigua Convergència, sea capaz de tomar el relevo de Carles Puigdemont –que hace ya meses que anunció que no repetiría como candidato– o de Artur Mas, que no puede concurrir tras su condena de inhabilitación por el 9-N. El problema para la cúpula neoconvergente es que tanto la ciudadanía en general como su propio electorado siguen centrados exclusivamente en las figuras de Puigdemont y Mas. Y esa parálisis no sólo acentúa el desconcierto general sino también el desgaste de los hipotéticos candidatos.
En este sentido, y según el sondeo de GAD3, Artur Mas mantiene unas preferencias del 10% pese al descenso que acumula la candidatura de Puigdemont, que desde el último sondeo de enero ha perdido casi nueve puntos (del 34,9% al 26,3%) como el candidato favorito del PDECat. Sin duda, la reiterada negativa del actual president a presentarse a la reelección ha podido influir en el descenso de los apoyos a su figura, aunque la derivada más llamativa de esa situación sería el hecho de que más de la mitad de los consultados no aciertan a pronunciarse o aluden a otros candidatos sin precisar.
Ahora bien, entre los propios votantes del PDECat, el desconcierto se ha girado en favor de Artur Mas, que ha pasado de un 22% de preferencias entre sus electores, en enero, a un 36%, ahora. Y paralelamente, Puigdemont, que hace algo más de tres meses era el candidato preferido por el 65% de los votantes del PDECat, cuenta hoy con un índice de preferencias del 43%; es decir, 22 puntos menos. En consecuencia, ese reequilibrio no se ha traducido en una reorientación de los apoyos hacia otros candidatos que permitiese al PDECat identificar un posible recambio. De entre los nombres que se han barajado, la portavoz del Govern, Neus Munté, y el conseller Santi Vila reúnen el apoyo de un escuálido 4% de sus votantes (y de un 1% en el caso del conseller Rull). Y el epígrafe “otros candidatos” tampoco ilumina la búsqueda, pues alude a él un 4% de los electores nacionalistas.
Finalmente, si los líderes del PDECat buscan alguna pista en el electorado de las otras formaciones soberanistas, el resultado no es esclarecedor. Entre los votantes de ERC, Puigdemont sigue siendo el preferido (por el 49%, aunque 11 puntos menos que en enero), frente a Mas (13%), y sólo Neus Munté descolla tímidamente, con un 9% de las preferencias.
Por otra parte, la presunta financiación irregular de la antigua Convergència no sólo está pasando una elevada factura electoral al nuevo PDECat. Según el sondeo, las nuevas revelaciones sobre la financiación de CDC extienden los daños a quien fue su último máximo responsable: Artur Mas. Una mayoría de los catalanes que roza el 58% responsabiliza al expresidente de la Generalitat de las presuntas irregularidades y, en consecuencia, reclama su retirada de la vida política. Únicamente un 28% de los consultados considera que mientras Mas no aparezca como responsable directo de las irregularidades detectadas, estas no le afectan. La magnitud del deterioro de la figura de Mas se aprecia en el hecho de que casi un 30% de los votantes del PDECat y más del 50% de los de Esquerra –los partidos coaligados en JxSí que lo propusieron como candidato a la reelección– lo hacen responsable de las irregularidades y consideran necesaria su retirada. Y esta posición gana apoyo entre los votantes de la CUP, la fuerza soberanista que le cerró el paso a la presidencia tras los comicios del 27-S. Más del 60% de los electores anticapitalistas creen que Mas debería retirarse; y las tasas de rechazo se disparan entre los votantes del resto de las formaciones: un 67% de los electores del PSC, el 76% de los de Cs y un 77% de los de Catalunya Sí que es Pot también exigen su renuncia. Y ese porcentaje supera el 90% entre los votantes del PP.