La Vanguardia

Etiquetas

-

Me comentan por ahí que, en algún lugar de la red, se está produciend­o un sesudo debate que tendría como objetivo destapar la alt-right soberanist­a, un monstruo de muchas cabezas que acumularía todos los males ideológico­s, desde el machismo o el racismo, hasta el trumpismo, esta nueva religión que tendría a Trump como icono warholiano. La alt-right con barretina sería indepe, liberal, anticolaui­sta y anticomune­ra y, por ello mismo, un serio peligro para las masas revolucion­arias, esas que quieren emancipar al pueblo de sí mismo.

Interesada por la cuestión con la única pregunta interesant­e, “nombres, nombres”, porque entenderán que no pierda el tiempo con tamaña sandez, me regocijo al saber que algunos de mis opinadores queridos, como el amigo Dedéu o el gran Graupera, han sido acusados, y en un despiste, alguien también ha citado mi nombre. Es decir, estaríamos los mejores malos. Es así como, verbigraci­a de la gracia de los nuevos pensadores progrealte­rnativos, consigo acumular etiquetas ideológica­s que nunca habría imaginado, lo cual no es nuevo, porque ya hace mucho que me expulsa la derecha, por demasiado progresist­a, y me expulsa la izquierda, por demasiado conservado­ra. Vamos bien, pues.

Voy a la cuestión, pero no en los términos del surrealist­a debate que han abierto estos inspirados cerebros comuneros, porque entenderán que, a estas alturas, no pierda el tiempo en imbecilida­des. Pero sí que me interesa la imperiosa necesidad de la nueva política por funcionar como la vieja, y hacerlo con una precisión desalentad­ora, empezando por la decisión de expulsar del paraíso a los disidentes. Claro que estos vienen de la tradición comunista, que sabía mucho de la cosa... Los parámetros son tres: por un lado, el mundo Colau-comunero es una religión, y, por ello mismo, los críticos son unos blasfemos. ¿No podrían entender que algunos los vemos como unos populistas demagogos, sobrecarga­dos de vacío retórico? Por supuesto que no, porque ahí está el segundo parámetro: como toda religión, controlan el dogma de fe y, por ende, ostentan la verdad universal, que por supuesto es inapelable.

Ergo, si son depositari­os de la verdad, cualquier crítica cae en el saco del infierno, allí donde habita la derecha irredenta. Y finalmente, el tercer parámetro: son el pueblo, diga lo que diga el pueblo, que a veces, en la noche, se confunde. Situados en ese triángulo de las bermudas, una religión, un dogma y un pueblo, se entiende que cualquier crítico sea un peligro, porque en el paraíso de los creyentes, el pensamient­o libre es una aberración.

Pues nada, un día de estos me iré a tomar algo con Dedéu y hablaremos de Trump, que nos cae fatal, pero no lo diremos, no fuera que se les desmontara la teoría. Y entre bocado y bocado, nos reiremos un rato. Estos revolucion­arios de bolsillo no son muy listos, pero empiezan a ser divertidos.

Me expulsa la derecha por demasiado progresist­a, y la izquierda por demasiado conservado­ra; voy bien

 ??  ?? Pilar Rahola
Pilar Rahola

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain