Debate constructivo
Ya he puntualizado en alguna ocasión que las funciones del Defensor del Lector se circunscriben al área informativa, no a la de opinión. Así se lo aclaro también a los lectores que envían quejas sobre algunos articulistas. Sin embargo, el caso que hoy viene a esta columna incluye elementos informativos que están precisamente en la base de la controversia y de ahí que valga la pena hacer las correspondientes aclaraciones.
El suscriptor Pere Costa Batllori se quejó de que, en una columna de opinión publicada el 4 de abril, Toni Coromina criticaba la producción industrial de animales para consumo como un mundo de pesadilla, en el que los cerdos “sobreviven en auténticos campos de concentración” y “las vacas comen una horrorosa mezcla de hormonas, drogas, tranquilizantes y harinas animales elaboradas con soja de los países pobres”.
El lector, que se presentó como veterinario doctorado, miembro de la Acadèmia de Ciències Veterinàries de Catalunya, de la Reial Acadèmia Europea de Doctors, de la Reial Acadèmia de Medicina de Barcelona y de la Real Academia de Ciencias Veterinarias de España, detalló que había pasado su vida laboral dedicado a la alimentación animal y a sus consecuencias en la alimentación humana y a la docencia universitaria. “Puedo dar fe de que en el pasado posiblemente se hicieron cosas no correctas, pero hace muchos años que el sector produce con plena seguridad y no está bien que La Vanguardia ponga en la mente de sus lectores patentes falsedades, en un momento en que ya tenemos suficientes problemas”.
La queja de Pere Costa propició un intercambio de e-mails a través del Defensor en el que el debate adquirió un interesante calado periodístico. Coromina, residente en la comarca de Osona, argumentó que había visto personalmente granjas de cerdos como las que describía en su artículo y, en relación con la alimentación de las vacas, envió el enlace con una información en la que se recogía un comunicado del Grup de Defensa del Ter, “una entidad muy fiable –afirmó el articulista– que lleva cerca de treinta años fiscalizando la actividad agraria referida a la contaminación y ligada al exceso de nitratos por saturación de purines de cerdos”.
“Es posible que el señor Costa tenga parte de razón –expresó Toni Coromina– en que no toda la ganadería industrial es tan cruel y que probablemente hay empresarios que cumplen escrupulosamente la ley. Pero hay muchas explotaciones no sostenibles en el país. Lamento haber dado la impresión de generalizar. El mío era un grito de alerta para evitar el maltrato, la adulteración química y la masificación”.
En su respuesta, Pere Costa escribió que “siempre hay alguien que no cumple, pero eso no da derecho a generalizar”. Costa pidió al Defensor que quedara claro para los lectores que la carne que se consume hoy en día “es buena, sana, sin residuos peligrosos y resultado de una alimentación del animal muy bien estudiada y controlada”. “Si alguien utiliza ingredientes incorrectos –dice el veterinario en este e-mail– corre un riesgo muy real de ser sancionado o ir a la cárcel”.
El diálogo entre articulista y experto hizo emerger otro problema inherente a la gran cantidad de explotaciones porcinas que existen en Catalunya: el de los purines. “Aquí tiene toda la razón –subrayó Pere Costa–. Hay que poner remedio al problema ambiental producido por los purines, que tienen una perfecta solución como fuente de energía eléctrica, pero hay que encontrar un equilibrio económico adecuado en su tratamiento”.
Un artículo crítico con las condiciones de vida de los animales en las granjas industriales lleva a un veterinario a aclarar la realidad actual