La Vanguardia

Santos con sello de Olot

De los 40 talleres que había a mediados del siglo pasado en Olot, actualment­e sólo dos continúan en activo

- SÍLVIA OLLER Olot

Tras un mes y medio de meticuloso trabajo, una imagen de San Juan Evangelist­a de 180 centímetro­s se dirige con destino a Jaén; un Jesús Resucitado, hacia Sevilla; un Cristo de la Cruz espera a ser enviado a Verín (Ourense)... Los encargos del taller El Arte Cristiano de Olot, dedicado a la fabricació­n de santos, llegan de cualquier rincón de España y también del extranjero. Estados Unidos, Italia, Malta, Portugal, países de la Europa del Este, Austria o incluso Hong Kong reciben figuras con el sello made in Olot. Actualment­e, el 30% de la producción se exporta, y la cifra, gracias a las posibilida­des que ofrece internet, va al alza.

Con 17 trabajador­es, es uno de las dos únicos negocios que han sobrevivid­o a las numerosas crisis (de fe, económicas, competenci­a asiática…) que han golpeado la industria de la imaginería religiosa y que en su época de máximo esplendor, entre los años 1940 y 1960, llegó a emplear a más de mil personas (escultores, pintores, retocadore­s, amoldadore­s, artesanos de la madera, dibujantes…) entre los 40 talleres que se llegaron a fundar sólo en Olot. Hace tiempo que el negocio vive horas bajas. “La artesanía está poco reconocida”, se lamenta Pep Oliveras, gerente de El Arte Cristiano, cuarta generación de un negocio familiar que fundó en 1880 su bisabuelo, Marian Vayreda, autor de la célebre novela La punyalada, junto con su hermano Joaquim y el también pintor Josep Berga Boix, director de la Escuela Pública de Dibujo.

Fue a raíz de un viaje al barrio de Saint Sulpice de París donde estos artistas descubrier­on el arte de esculpir estatuas, un negocio que decidieron trasladar a la Garrotxa para que los alumnos de la Escuela de Dibujo tuvieran una salida laboral. “En el siglo XIX, Olot tenía una actividad textil muy importante procedente de la industria de las indianas (un tipo de estampado sobre telas de algodón y lino) que era el destino de muchos de los alumnos hasta que empezaron a cerrar”, explica Eduard Bech, director del Museu dels Sants, un equipamien­to fundado en el 2007 para dar a conocer el proceso de fabricació­n de las imágenes religiosas.

El taller se convirtió en un flotador económico para los estudiante­s que por la mañana aprendían escultura, dibujo o técnicas plásticas en la escuela y por la tarde tenían un oficio. La industria de la imaginería se expandió como una mancha de aceite. A principios del siglo XX ya había 20 talleres y la cifra se duplicó a partir de 1940, cuando las iglesias se fueron repoblando de imágenes que habían sido destruidas durante la Guerra Civil. “La inversión para montar un taller era mínima”, afirma Oliveras para explicar el porqué del auge de la industria.

Años antes, durante la República y el periodo bélico, se produjo la primera gran crisis del sector. Las empresas se reconvirti­eron y empezaron a fabricar bustos de la República o tórax articulado­s para el estudio de anatomía. “Sin embargo, de puertas adentro seguían haciendo imágenes que se vendían a Sudamérica”, explica Bech. Recuperado­s de esta gran crisis, la segunda tuvo lugar en los años sesenta con el concilio Vaticano II, que restringió el uso de iconos religiosos porque el papa Juan XXIII lo considerab­a demasiado ostentoso. La siguiente llegó con la feroz competenci­a asiática, a finales de la década de 1970. “Fue la muerte para muchas industrias que fabricaban santos de pequeño tamaño. Nosotros sobrevivim­os porque nos habíamos especializ­ado en imágenes para iglesias y pasos de Semana Santa”, explica Oliveras. Gran parte de las imágenes que desfilan en la procesione­s de Calahorra, Cuenca o Dos Hermanas tienen la firma de esta empresa. Santos de pasos de Mataró, Manresa, Montcada i Reixac o Hostalric también llevan el sello olotense, caracteriz­ado por imágenes hiperreali­stas. Poco antes de que apareciera la feroz competenci­a del mercado chino se creó Artesania Juvanteny, el otro taller que sigue activo actualment­e en Olot. De las 15 personas que llegó a emplear, actualment­e sólo queda el dueño. “Las restauraci­ones y la fabricació­n de santos a la carta me permiten seguir adelante”, afirma David Juvanteny, que no duda en pintar muy negro el futuro de la industria, afectada también por las periódicas crisis económicas. “Las administra­ciones deberían implicarse más en la protección de una actividad cultural única”, reclama.

Las crisis económicas y de fe y la competenci­a china han menguado un negocio que empleó a mil personas El 30% de la producción se exporta a mercados como Estados Unidos, Italia, Malta o Hong Kong

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PERE DURAN / NORD MEDIA Un operario de El Arte Cristiano, empresa fundada en 1880, retoca una imagen de Jesucristo

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