Monas sin modernidades
El bizcocho de yema o mantequilla tiene un competidor: los pasteleros apuestan por refinar la tradicional Cristina, brioche con huevos duros
Reconocen los pasteleros que se cansaron de complicarse la vida y experimentar con texturas, formas complejas o ingredientes sorprendentes. Que hace años dejaron de tirar la casa por la ventana para elaborar monas carísimas, como en los buenos tiempos, que se quedaban en el escaparate o en las repisas de la tienda para terminar fundidas en el obrador. Ya hace unas cuantas temporadas, lo confiesan, que lo que más salida tiene son las figuras de chocolate que rondan entre los 20 a 60 euros; la mayoría, de personajes simples pensados para los más pequeños.
Con el pastel, lo único que se vende el lunes de Pascua, ya que quien compra figuras de chocolate suele hacerlo con antelación, las tendencias también van hacia la simplicidad. “Cuando se acerca la Pascua los clientes se vuelven más clásicos que nunca”, explica el pastelero Oriol Balaguer, quien asegura que vuelve la tradicional Cristina, el brioche rústico que antiguamente se decoraba con tantos huevos duros como años había cumplido el ahijado y que en algunos lugares se acostumbraban a romper en la frente de la persona más próxima mientras se decía: “Aquí pica, aquí cou, aquí et trenco la closca de l’ou” .
Balaguer explica que sigue creando algunas figuras artísticas “para los cuatro clientes a los que les hace ilusión, pero he acabado apostado por monas muy infantiles, que es lo que la gente quiere. Aunque este año me he animado a hacer una mona-cafetera para que los niños interactúen introduciendo cereales y batido de chocolate para prepararse un desayuno”.
La vuelta del pastel clásico de brioche, la Cristina, que empezaron a imponer hace unos años los hornos artesanos con la idea de sacar partido a la Pascua –y algunos clientes a las pastelerías del barrio– a un precio asequible, ha acabado convenciendo a los propios pasteleros, dispuestos a recuperar su clientela con un producto bien elaborado y algo más refinado que el de muchas panaderías.
En Canal (Barcelona), han aprovechado el tirón que supuso para ellos ganar el concurso del mejor croissant de España para explorar en el terreno de la bollería en busca de una Cristina más delicada y ligera, que decoran con vistosos huevos pintados a mano. “En su origen era un brioche que poco a poco se fue deteriorando, y ahora lo hemos mejorado y comparte protagonismo con las genovesas, como llamamos al bizcocho de mantequilla o de yema”, explica Marc Muñoz. Aunque muchos barceloneses prefieren regalar a los ahijados la figura de chocolate al pastel, que suelen comprar los padres, en ciudades como Solsona (Lleida), donde muchos niños reciben una mona del padrino y otra de la madrina, el pastel sigue siendo lo primordial, según explican en Massana, “siempre con una figurita o algún muñeco de moda”.
Los pasteleros han optado por refinar la tradicional Cristina, que pusieron de moda los hornos artesanos