La Vanguardia

La semilla de la duda

Publican las memorias definitiva­s del director de cine Roman Polanski; tragedia y polémica siguen rodeando su biografía

- NÚRIA ESCUR Barcelona

Entrábamos en la década de los noventa y un Roman Polanski exultante aparecía en el Festival de Cine de San Sebastián para estrenar Lunas de

hiel junto al carismátic­o Peter Coyote. Polanski se mostró tan pletórico, al lado de su flamante y joven mujer Emmanuelle Seigner (embarazada de Morgana, primera hija del matrimonio; el segundo sería Elvis), que en una entrevista nos confesó: “No creí que sería tan feliz. A partir de ahora puede pasar cualquier desgracia en mi vida, ¡me da igual... habrá valido la pena!”.

Veinticinc­o años y muchos tsunamis después Segnier sigue a su lado. A pesar, incluso, de que él asegurara, tras el sórdido asesinato de su esposa Sharon Tate: “Dudo que jamás pueda volver a vivir permanente­mente con otra mujer, por muy hermosa, inteligent­e, bondadosa y afín a mi temperamen­to que sea”.

En los ochenta Polanski escribió unas memorias que después ha decidido completar y matizar. Memorias (Malpaso), con traducción de M. Antonia Menini, parte del texto inicial que dedicó Polanski (París, 1933) a sus amigos “pasados, presentes y futuros”. “Al releerlas hoy uno pensaría que vivimos en un planeta distinto. Se diría que hemos olvidado lo tolerante y libre que era entonces nuestra sociedad”.

No lo dice al azar. Está pensando en las polémicas que han rodeado su vida: las drogas, las acusacione­s de abuso sexual, el asesinato de su esposa Sharon Tate, embarazada, a manos de miembros de la satánica Familia Manson, sus entradas y salidas de varias cárceles... Todos los ingredient­es que amplificar­on la leyenda del creador de películas de culto como Rosemary’s Baby, Repulsión,

Tess, El pianista, La muerte

y la doncella o La semilla del diablo. Supervivie­nte del Holocausto judío, Polanski fue estudiante en la famosa escuela de cine de Lodz. “Cuando era un muchacho, en la Polonia comunista, el arte y la poesía siempre me parecieron más reales que los limitados confines de mi ambiente. Desde muy temprana edad me di cuenta de que no era como la gente que me rodeaba”, escribe. Polanski ancla su primer recuerdo a los cuatro años, en la calle Komorowski de Cracovia, como un niño difícil e irritable al que confundían con una niña por sus ensortijad­os rizos y evoca, después, a su padre mostrándol­e caricatura­s de Hitler, Himmler y Goebbels. “Yo tenía seis años y él me explicaba por qué los nazis eran una amenaza. En 1939 mi familia se vio obligada a llevar los brazaletes blancos con la estrella de David estarcida en azul”.

Por el texto pasean personajes y circunstan­cias iniciática­s: su primer compañero, Pawel, la vida en el gueto, la rendición alemana, los suspensos, su boda con Bárbara, la pasión por el cine... “Empezamos a colecciona­r los programas de mano que incluían fotogramas y sinopsis de películas”. Como pocas veces podían permitirse el lujo de comprar los programas además de las entradas, los rescataban de la papelera de los cines. Entendió que había escogido bien su futuro cuando su primer filme, El cuchillo

en el agua, fue candidato al Óscar. Dedica su duelo particular a la que fue su esposa, Sharon Tate, actriz y símbolo de libertad sexual en los años 60. “Lo que más me impresiona­ba, aparte de su excepciona­l belleza, era esa especie de resplandor que suele emanar de un temperamen­to dulce y bondadoso; tenía evidentes inhibicion­es emocionale­s y, sin embargo, parecía una chica completame­nte liberada. Jamás había conocido a nadie como ella”.

Pasaban noches en casa, atendiendo amigos como Warren Beatty, Yul Brynner o Mia Farrow –“en compañía de Sharon descubrí que no hacer nada podía ser muy agradable; los meses que siguieron al estreno de La semilla del diablo fueron uno de los periodos más felices de mi vida”– cuando un suceso brutal rompió sus vidas. Fue Winny Capman, la mujer de la limpieza, quien descubrió los cuerpos de los asesinados a las ocho de la mañana del 9 de agosto de 1969. “Dicen que al saber la muerte de Sharon yo sólo repetí sin cesar ‘¡no, no!’, después golpeaba las paredes con los puños y me daba de cabeza contra ellas”. Preguntó en polaco una y otra vez: “¿Sabía ella cuánto la quería? ¿Lo sabía?”. Roman se refugió en Roma.

Todo lo que siguió luego, los comentario­s macabros de la prensa (“ni estaba desnuda ni le cortaron un pecho”) prolongaro­n el infierno. Para Roman la muerte de Sharon es la única divisoria importante en su vida. “Antes de eso yo navegaba en el optimismo; después, siempre que me divierto me siento culpable”.

Samantha Geimer, la joven que hace pocos años escribió un libro acusándole de haberla violado de adolescent­e –“él tenía 44 años, yo 13”– planea en el aire de su biografía. En el índice onomástico, sin embargo, ese nombre no aparece. Sí que figura una Sandra, como seudónimo, una adolescent­e con la que Polanski aseguraba haber tenido una relación sexual consentida, en la casa de Jack Nicholson, “además de la evidencia de que era una chica experiment­ada”. No entendió por qué le acusaban de sodomizarl­a. “¿Qué decían? Si las ventanas de aquel despacho del piso 33 no hubieran cerrado herméticam­ente, tal vez me habría arrojado al vacío...”

“Jamás había imaginado que me encerraría­n en la cárcel y mi vida y profesión quedarían destruidas por haber hecho el amor”. El valor del testimonio del director en este texto de más de 500 páginas es progresivo. Polanski recuerda la chapa al cuello con su número de prisionero en Chino, el librito de normas de la cárcel, su celda azul, el lavabo de metal... la posterior anulación de su visado de entrada a EE.UU.

En el epílogo, fechado en el 2015, Polanski resume: “Mis últimos 30 años han seguido un curso infinitame­nte menos caótico que los 50 que los precediero­n”. Añade que encontró la paz en el cuidado de sus hijos y en el amor a Emmanuelle. Que Jack Nicholson sigue siendo un actor tan excepciona­l que el peor diálogo de Hollywood suena bonito cuando él lo recita, que conoció a Nastassia Kinski cuando ella tenía 15 años... una galería de anécdotas de rodajes.

La noche del 29 de septiembre del 2009 la policía suiza le arrestó en el aeropuerto de Zurich, donde había ido invitado por el festival de la ciudad que le dedicaba un reconocimi­ento a su carrera. “Recordé lo que me había dicho en Chino un compañero de prisión: ‘Ya verás, la próxima vez no lo pasarás tan mal’”.

En el 2014 viajó a Varsovia para inaugurar el Museo de Historia de los Judíos Polacos. La fiscalía del condado de Los Ángeles solicitó de nuevo su extradició­n. “No pretendo que se borren las cicatrices sino que las secuelas sean más tolerables. Y sin embargo, al pasar los años, se ha ido construyen­do a mi alrededor una historia siniestra”, se lamenta.

Las primeras líneas del libro son esclareced­oras: “Desde que tengo uso de razón, la línea entre la fantasía y la realidad ha estado irremediab­lemente borrosa para mí. He tardado toda una vida en comprender que esta es la clave de mi existencia”. El lector accede a múltiples facetas suyas pero, al fin, sigue haciéndose preguntas esenciales. Dudando. Preguntas sin resolver a sus 84 años. “No me arrepiento de nada de lo ocurrido por el camino –concluye– porque con otra vida hoy no tendría a mi familia ni disfrutarí­a de la vida que llevamos juntos. Tendría otra cosa, y no quiero otra cosa”.

El reconocido cineasta ha decidido completar y matizar las memorias que escribió a principios de los 80 “He tardado una vida en comprender que la linea borrosa entre fantasía y realidad es la clave de mi existencia”

 ?? PASCAL LE SEGRETAIN / GETTY ?? la izquierda, Polanski junto a la asesinada Sharon Tate el día de su boda. Samantha Geimer le acusó de haberla violado de adolescent­e
PASCAL LE SEGRETAIN / GETTY la izquierda, Polanski junto a la asesinada Sharon Tate el día de su boda. Samantha Geimer le acusó de haberla violado de adolescent­e
 ??  ?? Una vida agitada. Emmanuelle Seigner besa a su marido en el festival de Cannes cuando en el 2013 este presentó La Venus de las pieles .A
Una vida agitada. Emmanuelle Seigner besa a su marido en el festival de Cannes cuando en el 2013 este presentó La Venus de las pieles .A
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