Reencuentro sin estridencias
Referentes del sonido guitarrero de contornos góticos, los hermanos Reid sacan a la luz su primer álbum desde 1998 cuando alumbraron Munki y meses después optaban por aparcar el proyecto, culminando una relación entre hermanos notoriamente deteriorada. Ya entonces quedaba lejano su ruidoso arranque de los ochenta, y en eso, ninguna novedad bajo el sol (o la bruma), ya que incluso este reencuentro discográfico suena más atemperado que sus anteriores álbumes. Producto de la edad o la recuperada sintonía entre ambos, el hecho es que el retorno de los hermanos Reid los estudios de grabación no es estridente, sino más bien canónico, no muy agitados, tal como indican los actuales preceptos del
alt-rock.
Este regreso no lo hacen con material enteramente inédito sino con distintas pizcas: algunas composiciones originales, temas compuestos por ellos en solitario o para otras bandas en los últimos años, el rescate de dos composiciones que dieron a su hermana Linda para su banda Sister Vanilla, o una revisión a tiempo relajado de All things must pass. Para seguir este canon, es decir, para continuar los códigos sonoros que establecieron en su discografía después de su glorioso Psychocandy, han recurrido a buenos cómplices como una sección femenina vocal de peso (la citada Linda, Isobel Campbell, Sky Ferreira) y en general a unos arreglos muy adecuados. Eso sí: el resultado es que de aquel sonido de un grupo que en su día que era rebelde y peligroso no queda ni rastro.