La Vanguardia

Resucitand­o

- Pedro Nueno

Hacía varios años que no iba a Hong Kong, pero tuve que pasarme por allí recienteme­nte. En los primeros noventa, muchas empresas importante­s europeas tenían su sede en Hong Kong y desde allí montaban fábricas, centros de distribuci­ón o tiendas en China. Pero para hablar con el jefe tenías que ir a Hong Kong. También había empresas en Hong Kong que intermedia­ban entre China y el resto del mundo, gestionand­o la exportació­n de productos chinos o la importació­n de productos occidental­es en China. Aquel dinamismo estimulaba el inmobiliar­io. Conocí también a empresario­s chinos de Hong Kong que ya eran famosos por su gran fortuna. China fue abriéndose y muchas empresas occidental­es trasladaro­n su central y equipos humanos de Hong Kong a Shanghai o Pekín. El nivel de intermedia­ción fue descendien­do porque no era necesario que las cosas tuvieran que pasar por nadie sólo para entrarlas o sacarlas de China. El comentario generaliza­do era que Hong Kong iba a a menos y eso se apreciaba en la calle y, sobre todo en la prensa, con “expertos” prediciend­o lo peor.

En esta última visita me sorprendió lo llenísimo que estaba el aeropuerto al llegar. Me recogieron con un Tesla. Con un atasco total tardamos casi hora y media en llegar del aeropuerto a un hotel en el centro de Hong Kong, cuando con tráfico normal te lleva media hora. En uno de los semáforos parado al lado había otro Tesla. Yo siempre he dicho (confidenci­almente) que quien se compra un Tesla lo hace para fardar un poco porque es carísimo para lo que es en realidad. Pero el empresario que lanzó el Tesla, Musk, que ha levantado miles de millones de dólares para lanzar sus inventos y todavía no ha ganado ningún dólar en sus empresas, debe de tener un gancho enorme. Dice que irá a Marte y que transporta­rá personas a velocidad supersónic­a por un tubo al vacío, y me imagino que en un cóctel de nivel quizás impacte decir que tienes un Tesla o más aún que has invertido en Tesla o en alguna empresa de Musk. Pero no es un coche de zonas en crisis.

En Hong Kong, me entrevisté con los presidente­s de algunas empresas locales e internacio­nales establecid­as allí. Les pregunté cuál era el motor que estaba moviendo Hong Kong y todos me dijeron que era la diversific­ación de los chinos millonario­s. Hong Kong estaba cerca, los recibía muy bien, se entendían en chino, pero lo veían como aquí mucha gente veía Andorra. Había muchos edificios en rehabilita­ción, les comenté a mis entrevista­dos. Me dijeron que eso no quería decir que estuviesen los pisos vendidos ni que planeasen venderlos. El propietari­o chino simplement­e estaba mejorando su inversión. Si a esta actividad se añadía el turismo chino que iba a Hong Kong como un primer paso hacia el extranjero, se acababa de entender el dinamismo de la economía. La movida internacio­nal de empresas americanas y europeas comprando empresas chinas o empresas chinas comprando empresas por el mundo necesita buenos servicios de consultorí­a y banca de inversión y algunas de estas empresas mantienen su central en Hong Kong y crecen. Así que no parece que Hong Kong se esté hundiendo sino todo lo contrario.

China precisa servicios de consultorí­a y banca de inversión y muchos los tienen en Hong Kong

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