La Vanguardia

Cuentas de resurrecci­ón

Torrot recuperó Gas Gas hace un año, y el nuevo grupo ya prevé facturar 45 millones este 2017

- MAR GALTÉS Barcelona

Torrot se fundó en 1948 en el País Vasco, desapareci­ó en los ochenta y un grupo de inversores intentó recuperarl­a en el 2011. Gas Gas nació en el 1986 en Girona y en el 2015 estaba en liquidació­n. Y en el 2016, el grupo Torrot Gas Gas alcanzó ventas de 15 millones, el 80% exportació­n. La previsión es llegar este año a 45 millones. Pero esta no es una historia fácil.

“Vosotros ¿qué sabéis de motos?”, preguntó el comité de empresa a Iván Contreras y Ramón Betolaza en su primera reunión. “De motos, ¡nada! Pero de gestionar empresas sí que sabemos. Y lo hemos demostrado”, dicen los nuevos propietari­os de Torrot Gas Gas (Black Toro Capital 60%, Contreras 40%).

Ivan Contreras (Barcelona, 1972) explica que es licenciado en Inefc y emprendedo­r precoz: “Hacia el 2000 compré en EE.UU. un software de contenidos on line, pero era demasiado pronto”... Después intentó montar una cadena de cibercafés. Hasta que con su primo Rafael Contreras y otro familiar también de Cádiz, en el 2004 montaron Easy Industrial Solutions, una ingeniería relacionad­a con la fibra de carbono. La empresa se convirtió en Carbures, e Ivan Contreras desarrolló durante diez años el negocio en EE.UU. Allí, en un curso de innovación en el MIT, cogió la idea de montar algo de “movilidad personal urbana interconec­tada”. Y empezó a hablar con los socios de Torrot, que “no estaba en venta, pero yo quería una marca para cambiar el concepto eléctrico”. A finales del 2014 compró la mayoría de Torrot, mediante una ampliación de capital de 1,5 millones, a través de la patrimonia­l con Rafael Contreras (que sigue en Carbures). Entonces Torrot eran “tres personas y un modelo de bicicleta eléctrica”. A finales del 2015 ya habían ideado el ciclomotor eléctrico Muvi y una moto infantil eléctrica. “Facturamos 1,5 millones, con ebitda positivo; teníamos demanda y necesitába­mos capacidad para fabricar más”. En agosto del 2015 apareció la oportunida­d de Gas Gas, una marca con solera en la competició­n (trial y enduro). “Pero no tenía dinero para comprarla solo”.

Con Ramón Betolaza (Bilbao, 1970) ya se conocían de Carbures (Black Toro entró en el 2015, tiene el 49%). Betolaza creó el fondo en el 2011 en Londres. Su primera inversión fue el rescate de Antibiótic­os de León, la última, firmada esta semana, la entrada en Farga para comprar Menorquina; también participa en Irestal.

Black Toro había descartado invertir en Gas Gas en una reestructu­ración anterior, y el proyecto de Torrot tampoco les encajaba. Pero la combinació­n de las dos marcas “daba un modelo productivo que podía ser rentable”. Betolaza y Contreras montaron su oferta en lo que dura una comida –6 millones en deuda privilegia­da, 15 millones en la compañía, mantener los 64 trabajador­es–. La planta llevaba año y medio cerrada, y el juez les entregó las llaves en febrero del 2016.

Ahora trabajan en Salt 130 personas, en un solo turno –todavía–. Con 16.000 unidades prevén facturar 45 millones, más otros 5 de componente­s. El 90% a la exportació­n, con importador­es en 62 países y filial propia en EE.UU. –donde Contreras mantiene la residencia–. Contreras va en moto por la ciudad, pero lo que de verdad le gusta es la parte tecnológic­a: la moto infantil se gestiona desde una app de control parental, o la Muvi tiene un sistema de 62 sensores, patentado: “Es un aspirador de datos, es único”.

“Llevamos 25 millones invertidos. Lo que haga falta para posicionar a la empresa de cara a que encuentre el mejor socio natural a largo plazo”, dice el inversor. Esperan a final de año alcanzar el umbral de rentabilid­ad.

Coexisten las dos marcas, el rojo y el azul, la pasión y la tecnología. Gas Gas “ha tenido siempre la mejor moto de trial”, y quieren crecer con el boom del enduro en EE.UU. (compitiend­o con KTM y las japonesas). Torrot es otra cosa, la industria de la moto eléctrica es otra cosa: “China es otro planeta”, y en Europa están BMW y Govecs, “pero nuestro sistema de batería es el único extraíble”. Los japoneses están a la espera.

La moto ha cultivado grandes éxitos deportivos en Catalunya, pero no ha conseguido solidez industrial. “Tiene sentido más colaboraci­ón entre productore­s, la cadena está aún lejos de las eficiencia­s del automóvil”. Como muchos, están convencido­s de que el mercado no ha despegado aún, que lo grande está por llegar.

La planta de Salt estuvo año y medio cerrada: continuaro­n 64 trabajador­es, ahora emplea a 130 En nueve meses del 2016, el nuevo grupo fabricó 6.000 motos. Este 2017 prevé 16.000 unidades: 6.000 Gas Gas, el resto Torrot: 4.000 Muvi (para flotas: Domino’s Pizza en Suiza, de sharing en Alemania, Bélgica), 4.000 kids y 2.000 bicis eléctricas

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PERE DURAN / NORD MEDIA Iván Contreras, consejero delegado de Torrot Gas Gas, y Ramón Betolaza, socio fundador de Black Toro

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