Erdogan se impone y tendrá poderes para gobernar Turquía sin control
La oposición impugnará la ajustada victoria del presidente en el plebiscito con un 51,3% de los votos
El sí se impuso por la mínima en el referéndum constitucional para convertir Turquía en una república presidencialista en la que Recep Tayyip Erdogan podrá gobernar por decreto sin control parlamentario y sin separación de poderes. El ajustado resultado del plebiscito impulsado por el presidente –51,3% de los votos a favor frente al 48,7% en contra– provocó las denuncias de fraude electoral de la oposición, que anunció la impugnación de los resultados.
Turquía debería convertirse en una república presidencialista, después de que el sí se haya impuesto por 51,3% de los votos frente al 48,7% en el referéndum celebrado ayer. “Hoy Turquía ha tomado una decisión histórica en un debate que duraba 200 años”, manifestó el presidente Recep Tayyip Erdogan. Sin embargo, el tono raramente comedido de los ganadores y el anuncio de impugnaciones en masa por parte de los partidarios del no hacen temer que el resultado, lejos de calmar la tensión política, contribuya a avivarla.
Erdogan, el hombre fuerte del país lo es desde hoy un poco más, aunque las reformas constitucionales solo entrarían en vigor en 2019, con una doble elección para elegir simultáneamente Parlamento y presidente. Sin embargo, el tono inusualmente moderado de su intervención, su aspecto agotado y su mensaje tan ambiguo como conciliador –“espero que el ganador del voto de hoy sea Turquía”– llaman a la prudencia, cuando no a la extrañeza. No obstante, lanzó un mensaje a la comunidad internacional: “También los países extranjeros deben de respetar el resultado”.
En cualquier caso, la oposición ha aguantado el tipo y las espadas siguen en alto. Está por ver si, a medida que se destapan irregularidades aquí y allá, los partidarios del no acatan el resultado o consideran que hay suficiente base para impugnarlo, con lo que se abriría una caja de Pandora, en un contexto político ya fuertemente tensionado, tanto en el plano interno como en el externo.
De momento, el número dos del principal partido opositor habla de impugnar miles de urnas, alrededor del 37% de las urnas. Lo mismo ha hecho un dirigente del prokurdo HDP, que considera que distintas irregularidades pueden haber decantando “entre un 3% y un 4% del escrutinio”. A pocas horas del cierre, la comisión electoral decidió dar por buenos los votos que no llevaran el tampón preceptivo que se estampa sobre el recuadro del sí o del no.
Los resultados de la agencia oficial, Anadolu, se iban volviendo cada vez menos holgados para el sí a medida que avanzaba el escrutinio. Al alcanzar el 99%, dejó de dar datos y poco después, el presidente y el primer ministro salieron a la palestra ante sus seguidores.
El referéndum fue criticado desde el principio por polarizar el país y las urnas confirman que esa división es real y que parte Turquía en dos mitades. Esa división no es solo más sectaria de lo que se puede decir en un país formalmente laico, sino que tiende a endurecerse. También en el espacio: el mapa electoral es tozudo y dibuja, elección tras elección, una visión del país –y del camino a seguir– muy distinta en la Turquía del Egeo y el Kurdistán, por un lado, y en Anatolia. Estambul y Ankara, al haberse convertido en microcosmos de toda la nación, están divididas casi al 50%.
Aunque para disgusto de Erdo-
EL VENCEDOR
Erdogan apareció moderado, con aspecto agotado y un mensaje ambiguo
TENSIÓN
Los partidarios del no hablan de impugnar miles de urnas por irregularidades
PARTIDO EN DOS
El mapa electoral dibuja las dos visiones de país: el Egeo y el Kurdistán, y Anatolia
gan, el “hijo del pueblo” de Estambul, su ciudad le ha dado la espalda por la mínima, a pesar de las exorbitantes inversiones que le ha dedicado durante la última legislatura: un nuevo puente sobre el Bósforo y dos túneles bajo las aguas –uno para vehículos y otro para un tren suburbano– así como una ambiciosa extensión de la red de metro –todavía a medias– y un nuevo aeropuerto internacional que convertirá a Estambul, todavía más, en un nudo de comunicaciones entre Europa, Asia y África. La fantasía otomana reeditada con el viento de la globalización. Esmirna, la tercera ciudad del país, ha vuelto a demostrar que es el baluarte del laicismo republicano.
Por otro lado, no deja de ser un éxito que, tras quince años en el poder, por lo menos la mitad del electorado siga apoyando al AKP de Erdogan. Aunque también es cierto que todos los referéndums celebrados en Turquía desde los años sesenta se han saldado a favor de quien los convocaba. Incluido el de los militares, tras su golpe de estado de 1980, que de ser cierto su escrutinio, se saldó con un resultado todavía más ajustado que el actual.
Al hilo del intento de golpe de estado de julio pasado, el AKP y la derecha nacionalista acordaron volver a enmendar la constitución heredada de aquel golpe militar. Sin
embargo, los nueve meses transcurridos desde la nueva intentona y más de tres meses sin atentados parecen haber desmovilizado a los partidarios de Erdogan, mientras que el éxito económico de los últimos años empieza a diluirse y el turismo se retrae, sin que las controvertidas apuestas internacionales del AKP en Egipto o Siria le hayan reportado réditos. Del mismo modo el referéndum de ayer no tiene garantizado su objetivo de cerrar una etapa. A juzgar por el inusual déficit de triunfalismo en el discurso de Erdogan, se puede volver a abrir un espacio para la negociación, si no se cierran todas las puertas.
Cabe decir que durante los últimos días de campaña, se ha intentado torpedear a Erdogan desde el jacobinismo y la derecha, diciendo que, en caso de ganar, tendría la capacidad de federalizar un país ferozmente unitario desde su refundación. Pero hasta los kemalistas más intransigentes entienden que el problema kurdo no es un asunto turco, sino que tiene ramificaciones en toda la región. Qué hacer con Siria e Irak vuelve a formar parte del debate interno de la antigua potencia otomana. Y la inestabilidad política turca no es ni ha sido nunca un asunto puramente interno. De hecho, anoche Erdogan, en respuesta a los que coreaban a favor de la pena de muerte entre el público, prometió un nuevo referéndum para restablecerla.