Malos tiempos para el agnosticismo
LA Semana Santa es tiempo de renovar la fe en el universo católico. La fe es algo que se tiene o no, pero también es cierto que se llega a ella por un proceso de reflexión interior o por un ambiente general que nos empuja a creer. En política, la confianza debería ser el motor de nuestro voto, pero a menudo la gente necesita tener fe en sus políticos –resulta un salto moral cualitativo–, lo que no siempre supone una buena idea, porque nos impide ser críticos. Santiago Carrillo explicó en una ocasión que lo que diferencia a la política de la religión es que el arrepentimiento no existe: uno se equivoca o acierta, pero arrepentirse no sirve de nada, ni nadie lo pone en valor.
Esta Semana Santa, unos comentarios de David Bonvehí, secretario de organización del PDECat, en un almuerzo con militantes de su partido, fueron grabados, al parecer por dos militantes de ERC, y divulgados urbi et orbi. Lo que dijo y lo que se conoció fue poco menos que una herejía en el mundo soberanista, donde no cabe el agnosticismo, hasta el punto de que Bonvehí tuvo que hacer una rueda de prensa para explicarse, anunciar que llevaría la grabación de la conversación privada al fiscal y pasar un mal rato que pasará a la pequeña historia de nuestro pequeño país. Lo que dijo el número 2 del PDECat tiene todo el sentido: si el proceso conduce a las puertas de la secesión, deberemos buscar un candidato marcadamente independentista; en caso de que el proceso salga mal , habrá que ir a las elecciones con un candidato de perfil autonomista. Sus palabras se consideraron un sacrilegio. De hecho, el president Carles Puigdemont disparó desde Twitter diciendo que ni autonomismo, ni peix al cove, ni tripartitos. Referéndum o referéndum.
Bonvehí ha pasado su propio vía crucis. Manifestó algo que parece de sentido común: buscar un plan B si el proceso encalla. Pero esto no se puede decir en voz alta, aunque muchos (no solo en el PDECat) lo piensen.