La Vanguardia

Fin de ciclo político

- Narciso Michavila N. MICHAVILA, presidente de GAD3

La muerte inesperada de Carme Chacón coincidió con el inicio del estudio de campo del barómetro de GAD3 para La Vanguardia . A los muchos logros de la política de Esplugues de Llobregat puestos en valor estos días, quiero añadir uno que ha pasado desapercib­ido: nunca un ministro ha sido tan conocido y valorado en tan poco tiempo. Efectivame­nte, cuando Chacón asumió la cartera de Defensa apenas era conocida por el 40% del electorado; tres años después, nueve de cada diez españoles eran capaces de valorar su labor. No fue un cambio caprichoso, los cambios en la opinión pública nunca lo son. Más bien al contrario, son siempre evolucione­s paulatinas y coherentes con el contexto, incluso cuando hay variacione­s abruptas se deben a la aparición de nueva informació­n de impacto. De ahí la importanci­a de analizar las opiniones y las actitudes colectivas con la mayor perspectiv­a, tanto geográfica como temporal.

Los principale­s datos de esta toma de pulso de la sociedad catalana cobran valor por consolidar las tendencias de fondo de los barómetros anteriores y nos anticipan un cambio del ciclo político iniciado en el 2012. Se afianza la mejoría en la valoración de la situación económica, al tiempo que empeora la valoración de la política y de los políticos. No es una anomalía catalana, ni mucho menos, lo extraordin­ario ha sido el papel prepondera­nte de los políticos durante los años de una crisis económica y social tan aguda. El creciente divorcio entre la élite política y el electorado no es muy diferente al observado en la mayoría de Occidente. El análisis póstumo de Peter Mair en Gobernando el vacío: la banalizaci­ón de la democracia occidental ahonda en las causas y las consecuenc­ias de la dejación de responsabi­lidad de los políticos, y también de los electores.

Una de las consecuenc­ias electorale­s del creciente divorcio de la élite política y el resto de la sociedad es el incremento de la fragmentac­ión parlamenta­ria. Lo acabamos de ver en Holanda y lo veremos el próximo domingo en Francia. El auge de opciones populistas o antisistem­a en las democracia­s occidental­es no es más que una consecuenc­ia de la fragmentac­ión de voto iniciada en los años noventa y acelerada en el último ciclo electoral. Si estas opciones minoritari­as terminan teniendo mayor poder político y mediático del que les correspond­e por su peso en las urnas, es por la incapacida­d de diálogo entre los partidos tradiciona­les.

En Catalunya, la formación más votada hoy en el Parlament sería Esquerra Republican­a de Catalunya, a costa de la caída de PDECat y de la CUP; pero su apoyo no llegaría al 26% de voto. Es decir, cinco puntos inferior al del partido de gobierno con menor apoyo hasta la fecha: el de Artur Mas en el 2012. Esta fragmentac­ión llevará a mayor diálogo, pacto y negociació­n entre los partidos políticos catalanes y entre el Govern y el Ejecutivo central. Es una de las crecientes demandas de la sociedad de Catalunya y del conjunto de España. El nuevo ciclo político requerirá líderes con la capacidad de diálogo de Chacón.

La nueva etapa política, que deja atrás el ciclo iniciado en el 2012, obliga al diálogo entre partidos y gobiernos

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