El crimen del Raval destapa la otra violencia doméstica
“Era previsible”, dicen los vecinos de la mujer que mató a su pareja, otra mujer; las peleas y las discusiones entre ambas eran constantes
Por razones obvias no se puede calificar de homicidio machista o de otro caso de violencia de género, pero sí de violencia doméstica. Más pragmáticos, los vecinos del inmueble del número 8 del pasaje Sant Bernat, en el barrio del Raval de Barcelona, lo definen como “una muerte anunciada”. Una vecina de esta finca, Ana, de 53 años y nacionalidad española, mató la madrugada del sábado al domingo a su pareja, Pili, de 57 y también española. Las peleas entre las dos mujeres, que mantenían una tormentosa relación desde hace años entre ellas y con el alcohol, eran frecuentes.
Los vecinos estaban acostumbrados a llamar a la policía, que poco podía hacer porque cuando los agentes llegaban las dos mujeres se negaban a abrir la puerta y decían que sólo había sido una discusión y que todo estaba en orden. Pero los vecinos explican que Pili, con una corpulencia muy inferior a la de su pareja, aparecía muchas veces por la escalera con moratones, después de un nuevo episodio de gritos, amenazas y peleas. “Nos hemos cansado de presentar denuncias ante los Mossos d’Esquadra, de avisar al administrador de la finca e, incluso, al Síndic de Greuges... Pero no sirvió de nada”, explica una vecina que vive en el rellano de abajo. “Con la llegada de la policía –agrega esta misma fuente– acababa la discusión entre ellas e insultaban a los agentes. Aquí todos pensábamos que esto podría ocurrir cualquier día: era una muerte más que anunciada”.
Y sucedió. Sobre las 2.30 horas de este domingo, Ana comenzó a aporrear las puertas de sus vecinos, mientras gritaba: “¡La he matado! ¡La he matado!”. Un vecino entró en el piso y encontró el cuerpo de la otra mujer, bocabajo e inerte, aunque aún respiraba. Cuando llegaron las asistencias sanitarias, sin embargo, no pudieron hacer más que certificar su muerte. La agresora, que pasará a disposición judicial en las próximas horas, le clavó un cuchillo de cocina en el pecho. No era la primera vez que la amenazaba con un arma blanca. Un vecino le arrebató una vez cuchillo mientras amenazaba a la otra mujer.
El observatorio español contra la LGBTfobia, entre otras plataformas de defensa de los derechos de las personas no heterosexuales, como Colega Madrid, reaccionó ayer al crimen del Raval solicitando una ley con medidas de protección y recursos similares a los que se destinan a las víctimas de violencia de género para que la violencia entre gais y lesbianas deje de ser “invisible” y “de segunda categoría”.
Esta asociación viene a decir que la violencia a veces no tiene adjetivos. Es sólo violencia. El observatorio
Colectivos gais piden que la violencia entre parejas del mismo sexo reciba igual trato que la violencia de género
lamenta especialmente que el desenlace “era esperable” por los vecinos, que asistían con impotencia a la violencia de una mujer sobre la otra, incluso denuncian haber visto en la fallecida secuelas de violencia física a menudo. “La violencia doméstica intragénero en parejas homosexuales es una realidad invisible y un gran tabú que sufren en silencio muchos homosexuales y que generalmente no se denuncia ni se contabiliza”, dice el colectivo.
Estudios realizados en Estados Unidos, Canadá o Australia establecen que las tasas de violencia en hogares gay-lésbicos son comparables o incluso superiores a los hogares heterosexuales. Colega Madrid recuerda que uno de los últimos estudios, realizado por el investigador Richard Carroll, de la Universidad Northwestern de Chicago y publicado en septiembre del 2014, indica que entre un 25% y un 75% de las parejas homosexuales son víctimas de violencia doméstica.