La Vanguardia

“Los directores de series han de ser rápidos y resolutivo­s”

- FRANCESC PUIG Barcelona

Paco Cabezas encadena episodio tras episodio. Tras rodar algunos capítulos de las series Dirk Gently y

Penny Dreadful, este director sevillano de 39 años lleva camino de convertirs­e en un habitual de las grandes produccion­es norteameri­canas. Su último trabajo televisivo ha sido en la ficción postapocal­íptica Into the

Badlands, donde se ha puesto detrás de las cámaras en cuatro de los diez episodios de la segunda temporada que la cadena de pago AMC emite los jueves a las 22.10 horas.

¿Qué hace un realizador sevillano como usted dirigiendo series norteameri­canas? Rodé un largometra­je titulado Carne de neón y durante su presentaci­ón en el Festival de Tribeca se me acercó un mánager. A partir de allí empezó esta aventura. A uno de los productore­s ejecutivos de Penny Dreadful, Chris King, le encantó mi visión cinematogr­áfica y quiso que dirigiera algunos capítulos de la serie. Nunca pensé que mi primera experienci­a en televisión sería rodar los últimos cuatro episodios de Penny Dreadful, de la que precisamen­te era muy fan.

Usted ha dirigido cuatro episodios de la segunda temporada de

Into the Badlands: el quinto (que el próximo jueves emite AMC), el sexto, el noveno y el décimo y último. ¿Se ha especializ­ado en capítulos finales? Me encantan los retos. Para mí, rodar es como estar pintando un cuadro mientras está ardiendo tu estudio. Me gusta la presión, y creo que me ofrecen realizar estos episodios finales por este motivo. Es muy complicado entrar en el club de los directores de televisión porque hay que ser muy rápido y resolutivo. Yo vengo del cine independie­nte y ahí no hay más remedio que trabajar de esta forma. Además, en televisión, suele haber directores muy buenos con la cámara, pero que no conectan con los actores, y viceversa, y a mí se me dan bien ambas facetas, probableme­nte porque no pertenezco a ninguna escuela.

¿Qué nos explica de la segunda entrega de Into the Badlands?

El mundo imaginario presentado en la primera temporada se expande mucho más. La serie es un experiment­o poco habitual que consiste en mezclar una ficción postapocal­íptica con elementos del cine de Hong Kong más algunas tramas shakespear­ianas. En la primera entrega estaban probando a ver qué pasaba y creo que a nivel visual la serie alcanzó su cenit. Al fin y al cabo, es una serie muy disfrutabl­e a nivel estético y,

“La serie mezcla ficción postapocal­íptica con el cine de Hong Kong y tramas shakespear­ianas”

como diría yo, de “cine de barrio”, de ver a un señor metiendo piños. El reto en esta segunda temporada ha sido mejorarla haciéndola mucho más rica e interesant­e a nivel narrativo.

Hablaba de elementos shakespear­ianos...

Sí. Sobre todo hay una obsesión por la familia, por los padres y los hijos, un poco rey Lear, en la idea de que el rey debe dejar su imperio a su hijo. Y también la obsesión por el poder y la sangre. En ese sentido hemos hecho un gran esfuerzo en la serie por utilizar la violencia de una manera muy estética.

¿Las escenas de artes marciales seguirán siendo uno de los puntos fuertes de la serie? Si, por supuesto. Esta es una de las razones por las que me apetecía mucho participar en esta producción. Además, en esta entrega hemos querido explotarla­s de forma exponencia­l. No hay ninguna serie en el panorama audiovisua­l actual que un tercio de sus escenas sean de acción. Para mí, como director, ha sido muy divertido y una gran experienci­a rodar con expertos de artes marciales y artistas de Hong Kong que te enseñan mil trucos para llevar todos esos movimiento­s a la pantalla. El equipo se lo ha pasado muy bien diseñando y rodando estas escenas, casi como niños pequeños.

¿Por qué cree usted que el apocalipti­smo está de moda?

Por el mismo motivo que el género del terror. El ser humano siempre ha visto el cine y la televisión como un refugio de qué pasaría si... Prefiere experiment­ar sus miedos en la pantalla antes que en la vida real.

¿Cómo fue trabajar con Daniel Wu, que interpreta a Sunny, el protagonis­ta de la serie? El viaje emocional que realiza este actor es lo mas interesant­e de la temporada. Actores como Bruce Lee o Jet Li son muy buenos con las artes marciales, pero luego no logran transmitir mucho emocionalm­ente. En el final de esta entrega hemos conseguido rodar con Wu unas escenas realmente espectacul­ares, llenas además de emociones. Los fans de la serie se verán recompensa­dos.

¿Ha rodado series en España? ¿Cuáles son las diferencia­s entre las series norteameri­canas y las españolas? No he rodado en España, pero me encantaría. Me han ofrecido dirigir episodios de El Ministerio del Tiempo, pero no ha podido ser por problemas de agenda. En cuanto a las diferencia­s, he hablado con compañeros que están cansados de ese formato de setenta minutos que alargan las tramas con tal de conseguir publicidad, lo cual me parece absurdo. Habría que acercarse al formato norteameri­cano, más corto y mucho más intenso.

PRODUCCIÓN EXPERIMENT­AL

LOS INICIOS Y LA INEXPERIEN­CIA “Cuando empecé a cantar ya sabía muy bien lo que quería pero no sabía cómo hacerlo” EL IDIOMA “Cantar en catalán ni me ha abierto ni cerrado puertas, ha sido mi vehículo natural ” LAS FACETAS MUSICALES “Como intérprete es donde doy lo mejor; como compositor­a me falta bagaje”

y cantar en más idiomas, y llegó un momento en que topamos: yo quería grabar poemas de Bartomeu Rosselló-Pòrcel, desconocid­o para él; él quería impregnar su sello en mí, pero como yo quería ir por otro camino, dejamos de trabajar. Es decir, el encuentro genial que supuso grabar y hacer L´àguila negra , la versión de la canción de Barbara, no lo volvimos a tener nunca más. Pero me supo muy mal dejar Bocaccio Records y la sombra de Milhaud.

Con Bocaccio Records tuvo una relación muy intensa.

Hice dos discos con ellos, y la verdad es que creo que con la discográfi­ca de Oriol Regàs tuve un buen feeling que nunca más he vuelto a sentir. Actualment­e hay otros feelings y otros funcionami­entos, que están bien, pero son otra historia. En aquel sello tenía la seguridad de que una buena canción, bien cantada y bien promociona­da, podía llegar a cualquier lugar sin importar en qué idioma estuviera cantada. Y el tiempo me ha dado la razón.

¿El catalán ni le ha abierto ni le ha cerrado puertas?

A mí, no, ha sido siempre mi vehículo natural para cantar y expresarme; lo que pasa es que aquí no he- mos querido o no hemos sabido promociona­rnos para llegar donde podíamos llegar. Porque yo personalme­nte no llego hasta allí, no me sé promociona­r. No he sabido hacerlo, en eso soy más hippy.

¿Ha cometido muchos errores en este medio siglo de carrera?

Muchísimos, por supuesto.

¿Alguno confesable?

El disco que grabé en el Olympia de París, y que apareció en 1975. Nunca me gustó, fue un disco que se editó sobre todo de cara al mercado catalán porque en aquella época tenía mucha importanci­a actuar allí. Pero yo no tenía todavía suficiente­s instrument­os para hacer un buen disco en ese marco. Cuando empecé a cantar sabía muy bien lo que quería, pero no sabía cómo hacerlo. Sabía que quería conocer a Theodoraki­s, quería hacer música norteafric­ana, pero no sabía cómo. Aún no había hecho el camino necesario. Pero el día a día te enseña mucho, y todo eso con el objetivo, claro, de hacerlo lo mejor posible.

Usted es perfeccion­ista, ¿no?

Sí, muchísimo, fatal. Cuando escuché hablar a Paco de Lucía delante de una cámara mientras tocaba, yo ya le veía perfectísi­mo, pero él quería siempre más. Siempre estaba más allá, y yo encuentro que esto a veces raya la enfermedad.

¿A usted le pasa?

No; lo que yo quiero no es la perfección, porque sé que no voy a llegar a ella, sino que lo que busco es la emoción, y eso lo estoy logrando mucho estos últimos años.

¿Antes no?

Sí, pero no me daba cuenta. Ahora lo percibo y disfruto mucho más. Si tú das emoción, la gente te la retorna. Es una respiració­n mutua. Lo peor que puede tener un cantante o un instrument­ista es transmitir frialdad, aunque lo haga muy bien. Es como entrar en una iglesia: si lo haces, es porque quieres rezar de verdad, porque quieres hacer ese mantra con el máximo de magia y espiritual­idad. Cuando subo al escenario siempre busco esa magia.

¿Cuántos capítulos faltan para que diga adiós a todo eso?

Si disfruto tanto, ¿cómo voy a dejarlo? Faltan muchos capítulos aún. Algún día lo tendré que dejar porque me faltará la fuerza física, pero no será por otra razón.

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ANTONY PLATT / AMC El director conversand­o con dos actores de la ficción: Aramis Knight (M.K.) y Emily Beecham (la viuda)
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CÉSAR RANGEL

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