La Vanguardia

Vettel hace la pascua a Hamilton

El alemán ya es líder en solitario al ser el más listo en Bahréin y lograr la segunda victoria

- TONI LÓPEZ JORDÀ

“El coche ha ido de ensueño; feliz Pascua a todos”. Sebastian Vettel disfrutaba como un niño haciendo la esfinge para celebrar su segunda victoria del curso y abrazarse al liderato en solitario. Memorias del 2013 que volvió a saborear el rubio alemán: desde hacía cuatro años no ganaba en el circuito del desierto, entonces con Red Bull, y desde aquel año, su última temporada triunfal antes del trienio del rodillo de la estrella, no gozaba del liderato para él solo. Parece que ya toca la hora roja en la F-1.

Tienen motivos para el optimismo y la euforia los tifosi y en Maranello: Vettel está enchufado, en modo campeón, como en aquellos días de absolutism­o con el toro energético; el Ferrari se ha demostrado un coche ganador, que hace frente y llega a superar al hasta ahora todopodero­so Mercedes; y la Scuderia luce unos números que invitan a soñar como no sucedía desde los tiempos del gran Schumacher. Hay que remontarse al 2004 para encontrar dos victorias y liderato de Ferrari en las tres primeras carreras. Entonces el Káiser hizo un tres de tres inicial, camino de su última corona.

A Sergio Marchionne, el presidente de Ferrari, le faltó tiempo para mandar su carta urbi et orbi. “Podemos contar al fin con un bólido competitiv­o; es importante constatar la velocidad con la que hemos aportado el desarrollo necesario para cada carrera”. En efecto, el cavallino ha dejado de ser el asino de los últimos años, ha encontrado la buena línea de la mano de la minirrevol­ución técnica de esta F-1 más aerodinámi­ca, y está acabando con el monopolio de la estrella. La victoria de ayer, en una pista Mercedes, demuestra que el triunfo en Melbourne no fue una casualidad. Que Ferrari está de vuelta.

No lo tenía nada fácil en Bahréin, con los dos Mercedes delante en la parrilla. “El sábado estaba preocupado porque la distancia con ellos era muy grande, pero en carrera, desde la primera vuelta he sentido que tenía un buen coche; parece que he encontrado los huevos que me ha dejado el conejo de Pascua”, se reía el alemán, que tuvo un golpe de genialidad en la salida: alargó la frenada en la primera curva y ganó la posición a Hamilton. Fue un movimiento clave, porque desde la segunda posición pudo presionar a Bottas, que mantuvo la pole, y Lewis se vio taponado detrás de su vecino.

La segunda buena jugada de Ferrari estuvo cargada de fortuna. Con la pretensión de pasar a Bottas, que no acababa de poner tierra por medio –como antaño hacían Hamilton o Rosberg cuando abrían pista–, el muro rojo decidió que Vettel adelantase el primer pit-stop ala vuelta 10 para intentar el undercut. Le salió de perlas, pero porque apareció el coche de seguridad dos giros después por el toque entre Sainz y Stroll. Todos pasaron por el garaje, menos Vettel, que se quedó en pista en primera posición.

Ahí se condenó Hamilton: tuvo que esperarse al cambio de gomas de Bottas y para hacer tiempo ralentizó la entrada en el pit-lane, perjudican­do a Ricciardo. Castigo cantado: 5 segundos de penalizaci­ón. Los pagó caros. En la persecució­n final a Vettel, 15 vueltas para enjugarle 19 segundos de desventaja, le faltaron unos cuantos giros. Apretó los dientes, sacó su mejor martillo a ritmo de vueltas de calificaci­ón, llegó a recortar 13,2 segundos al Ferrari... pero en las dos últimas vueltas tiró la toalla y se quedó a 6,6s. “Estoy decepciona­do, podría haber ganado la carrera. Lo del pit-lane fue culpa mía”, se lamentaba Hamilton.

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LARS BARON / GETTY Un pícaro Vettel festeja el triunfo en Bahréin con la V de la victoria sobre la cabeza de Hamilton, dando un doble sentido guasón al gesto

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