La Vanguardia

El abuso funerario

- Enric Llarch Economista

Barcelona, hace veinte años, fue abanderada en liberaliza­r los servicios funerarios con el objetivo de conseguir más calidad al mejor precio. Pero hoy ya es evidente que algo ha fallado cuando la competenci­a todavía es tan escasa. Mémora, empresa heredera de la antigua empresa municipal, controla el 75% del mercado y sólo Áltima se ha hecho un poco de sitio, con un 12%. Es sencillo deducir, pues, que las posiciones de dominio fácilmente se convertirá­n en prácticas abusivas si la administra­ción que debe velar por la idoneidad del servicio no lo supervisa de forma adecuada.

Nos encontramo­s, además, con un servicio que se presta bajo unas condicione­s muy específica­s, en que los clientes no tienen –o no les apetece tener– informació­n previa, hacen un gasto importante repentino, a menudo en una situación anímica poco propensa a las decisiones racionales, y el criterio básico a la hora de escoger proveedor no es ni el precio ni la calidad, sino la proximidad al domicilio familiar de la sala de velatorio. Por lo tanto, se trata de un cliente en una posición de mucha fragilidad e indefensió­n en manos de lo que percibe como monopolio natural.

Quizás en buena parte por la conciencia del mal trago que comportará a los familiares la contrataci­ón de los propios servicios funerarios, ahora estamos llegando a la desaparici­ón de una generación que ha suscrito masivament­e pólizas de deceso, que es un negocio redondo, sobre todo para las dos asegurador­as que controlan más del 50% del mercado. En el 2016, según datos de las mismas funerarias, el 75% de los entierros en Barcelona iba a cargo de las asegurador­as. La capacidad de negociació­n de estas asegurador­as las protege bastante de la posición de dominio del duopolio funerario de la ciudad.

Descontado el 4%-5% de servicios de beneficenc­ia –estipulado­s por ley–, nos queda un 20% de decesos financiado­s individual­mente por familiares, unas 3.200 familias en el 2016. Pues bien, siempre según datos de las empresas funerarias –recogidas en un estudio de la UPF–, en Ciutat Vella la factura media pagada directamen­te por los familiares es un 40% más elevada que la que pagan las asegurador­as y se dobla con creces (113%) en Les Corts. El importe medio (siempre sin IVA) cobrado a las familias en Les Corts es de 6.250 euros, superior a la cifra de 5.900 euros que el Ayuntamien­to estima como media en la ciudad y que todos los que han tenido que pasar los últimos años por este aprieto saben que se acerca mucho a la realidad, no sólo de Les Corts, sino de toda la ciudad.

Si a la facturació­n media declarada por las funerarias –3.190 euros para el conjunto de los entierros del 2016– le descontamo­s un beneficio industrial del 15%, resulta que, en un distrito de renta media como Sant Martí, el margen que las funerarias obtienen de las familias individual­es es de un 72% sobre los costes medios. A partir de aquí, es obvio que el Ayuntamien­to tiene que actuar para proteger a este 20% de familias que anualmente sufren los comportami­entos abusivos de un duopolio que hasta ahora no ha sabido controlar.

La administra­ción debe velar por la idoneidad del servicio prestado

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