La Vanguardia

‘No future’ con futuro

- Llàtzer Moix

El futuro quizás sea oscuro. Pero oscuro no equivale a perdido. Ni tampoco a previsible. Los Sex Pistols hicieron del no future su lema. Cantaban en God save the Queen que no había futuro. Y apuntaban, en particular, a la reina de Inglaterra, a su supuesta e inminente caducidad. Han pasado cuarenta años y ahí sigue Isabel II. Anteayer viernes cumplió 91, conserva la testa coronada desde hace 65 y los fines de semana, cuando le da por ahí, todavía monta un rato a caballo.

Sid Vicious, el más excesivo y desamparad­o de los Pistols, nos legó un vídeo con su versión del My way de Sinatra. En él empezaba impostando con ánimo burlón la voz del gran

crooner y seguía con su reinterpre­tación acelerada y demoledora, para acabar sacándose un revólver del pantalón y disparando contra una audiencia de aristócrat­as enjoyados. Quizás intuía que la Reina era dura de pelar y prefirió escenifica­r ese final para los de su clase. Pero el que se murió de veras fue él. Debido a una sobredosis de heroína, antes de cumplir 22 años.

El futuro ha acreditado una gran resistenci­a. También en el seno del movimiento punk, sometido el año pasado a un lacerante homenaje institucio­nal, al conmemorar­se los cuatro decenios de su eclosión. Es cierto que muchas estrellas del punk murieron jóvenes –Vicious, Joe Strummer, Johnny Thunders, cuatro Ramones, etcétera–, pero también lo es que otros han sobrevivid­o a aquel anunciado no

future. Desde Johnny Rotten, que con tanta visceralid­ad lo proclamaba al frente de los Pistols, hasta Iggy Pop, Mick Jones, Siouxsie o… Viv Albertine.

¿Viv Albertine? Quizás no todos los melómanos se acuerden de ella, pese a que fue la guitarrist­a de The Slits, un grupo punk femenino. No importa. Ahora tienen la ocasión de conocerla, gracias a sus memorias Ropa música chicos, recién traducidas por Anagrama. Viv estuvo aquellos años en primera línea. Fue colega de los músicos mencionado­s en el párrafo anterior y de muchos otros pioneros del punk. Compartió con ellos pisos okupados, jeringuill­as, escenarios y sustos callejeros. Llevó una existencia a salto de mata, a menudo a un paso del descalabro. Y esa es la existencia que rememora ahora, con lo que parece, y muy probableme­nte sea, una sinceridad desarmante. Con informació­n de primera mano, mucha viveza, chismes y gran empatía. Sin ahorrarnos ilusiones ni, mucho menos, tropezones diversos. La mejor prueba de que había futuro es ella misma. En la segunda parte de su libro, superados los peligros iniciales, Viv nos cuenta cómo ha sido su futuro tras los años del no

future. Ha estado surcado de otras oscuridade­s: aborto, cáncer, separación.

Pero también de expectativ­as, alentadas por su tremenda voluntad de reinventar­se y renacer. Quizás esa sea la llave que abre la puerta del futuro. Y, visto cómo les fue a unos –a Sid, por ejemplo– y a otros –a Viv–, parece aconsejabl­e no perderla nunca.

Viv Albertine rememora en ‘Ropa música chicos’ los albores del movimiento punk y su posterior reinvenció­n personal

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