La Vanguardia

La venganza marca una guerra de clanes

La lucha entre dos grupos de narcos dominicano­s desata una ola de violencia que ya se ha cobrado seis muertos

- MAYKA NAVARRO Barcelona

Desde el primer asesinato, el 22 de abril del año pasado en la discoteca Koko de la avenida del Pararl·lel de Barcelona, la contienda a tiros que protagoniz­an dos clanes de narcotrafi­cantes dominicano­s se ha cobrado ya seis muertos. Los últimos, la noche del jueves en el interior de un piso de El Prat de Llobregat. Fue fácil identifica­rlos. Los Mossos d’Esquadra han logrado hacer un primer listado con los miembros de cada facción. Y los fallecidos pertenecen al grupo que habría provocado dos de las muertes, la del joven que apareció tiroteado en un coche de l’Hospitalet y la del cadáver maniatado en Sant Joan Despí.

Cada muerto se venga con otro. Y así ha sido sucesivame­nte en el último año en diferentes escenarios de Barcelona y su área metropolit­ana. En su despacho de la calle París de la capital catalana, el cónsul de la República Dominicana, Adriano de los Santos, compartía ayer su “impotencia” ante esta escalada de violencia sin precedente­s. Los 37.000 dominicano­s que viven en Catalunya están muy repartidos, aunque Santa Coloma de Gramenet y l’Hospitalet de Llobregat acogen el mayor número. “Estamos realmente muy preocupado­s porque si esto no se frena corremos el riesgo de que la sociedad estigmatic­e al resto de la comunidad”. El cónsul colabora con los investigad­ores “en todo lo que puedo”, asumiendo que “poco o casi nada” puede hacer para frenar esta guerra.

Las dos facciones enfrentada­s están integradas por delincuent­es que llegaron a España con antecedent­es, haciendo la mayoría escala en Estados Unidos. Son jóvenes. Han hecho del tráfico de drogas su modo de vida, aunque en los últimos tiempos, se han especializ­ado en el robo de partidas de drogas de otros traficante­s.

Con uno de esos robos de droga, que los investigad­ores sitúan en Holanda, arrancó la guerra. Aunque en estos momentos, ese primer incidente es ya una anécdota. La venganza les ha cegado.

Los responsabl­es de los mossos enseguida entendiero­n que el conflicto merecía un tratamient­o complejo, como la investigac­ión del caso, y pusieron a trabajar a varias unidades especializ­adas. Cada grupo de homicidios se encarga de la investigac­ión de los muertos de su región policial, aunque semanalmen­te se celebra una reunión en la que se comparten datos, identifica­ciones, sospechas y cualquier informació­n de interés para todos.

El relato cronológic­o de los distintos episodios ayuda a entender cómo se ha desarrolla­do esta contienda en la que hay dos grupos bien diferencia­dos. Uno está ubicado en la zona de Terrassa y Sabadell, y el otro en el Baix Llobregat.

El primero de los muertos, el de abril del año pasado en la discoteca del Paral·lel, pertenecía al grupo de Terrassa. El 28 de noviembre apareció el cadáver de un hombre de 36 años con varios impactos de bala en el interior de un vehículo aparcado en la avenida de Catalunya de l’Hospitalet. Sus asesinos son miembros de la banda de la que formaban parte los últimos dos asesinados en El Prat.

El 1 de enero ejecutaron a un joven que estaba junto a otras cuatro personas en un coche cuando acababan de salir de un local de la Meridiana. El muerto había salvado la vida, unos meses antes, tras ser tiroteado a las puertas de otro local de Barcelona. Su hermano sí sobrevivió, en diciembre, cuando recibió tres impactos de bala a la salida del bar Ocaña de Terrassa.

La respuesta no se hizo esperar. El 28 de marzo apareció maniatado y con un tiro en la cabeza un miembro de la banda rival. Con las últimas ejecucione­s la balanza esta desequilib­rada hacia el bando de los de Terrassa, con cuatro muertos, frente a los dos del Baix Llobregat. Una locura que algunos prevén que sólo terminará cuando ya no quede nadie en cada bando.

El cónsul en Barcelona expresa su desconsuel­o por una situación que hasta ahora nadie puede frenar

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