‘BOOKTUBERS’ Literatura viral
Los vídeos que recomiendan libros arrastran a centenares de miles de seguidores
Tienen centenares de miles de seguidores, los invitan en calidad de estrellas a las ferias del libro, algunos incluso ya se han pasado a escribir novelas y, sobre todo, son muy influyentes a la hora de recomendar libros. A eso se dedican. Son los
booktubers, jóvenes que, por afición, cuelgan vídeos en YouTube explicando con entusiasmo –o con desagrado– lo que se han leído. Las editoriales han tomado conciencia de su importancia y a los más destacados ya les envían libros igual que a los críticos de los suplementos literarios “porque son prescriptores igualmente”, dice Patrizia Campana, responsable del área infantil-juvenil del Grup 62.
“Los primeros surgieron hace unos diez años, en el Reino Unido”, explica Campana. Por lo general, se trata de vídeos amateurs, pero muy dinámicos, hiperactivos, con efectos visuales e incluso sketches, disfraces, adivinanzas, concursos o bromas. Les gustan mucho las listas, los top 10, e incluyen consejos, comparaciones e interrelaciones entre temáticas. Se centran en los gustos personales de su impulsor, lo que incluye varios géneros, aunque sobre todo se habla
de narrativa juvenil, novelas intergeneracionales o crossover (El niño del pijama de rayas, por ejemplo) y géneros como la ciencia ficción, el fantástico o el romántico. Cuando los booktubers crecen –casos de Sebas G. Mouret o Javier Ruescas, los dos más vistos en España–, los títulos comentados reflejan una leve tendencia hacia la literatura adulta. Mouret se ha atrevido, por ejemplo, con el Quijote, Orgullo y prejuicio y El guardián entre el centeno. “Comenzaron de modo espontáneo y los más antiguos se van profesionalizando con el tiempo”, cuenta Campana, para quien la clave es la personalidad de su autor y que “son originales y no hablan siempre de las mismas cosas”.
Marta Botet es la pionera de los
booktubers en catalán. Empezó a los 11 años –ahora está a punto de cumplir 17–, tal vez influenciada porque veía a su madre, Laura Borràs, hablar de libros en TV3. Al principio, le salían unas tomas muy largas. Pero “pronto me di cuenta de que tenían que ser más cortos, y creé el concepto Clips de lectura. No sabía lo que era un
booktuber, sencillamente colgaba mis vídeos en YouTube”. Botet ha participado como ponente en encuentros internacionales explicando su experiencia como booktuber. Los Reyes le han traído una nueva óptica, y cada vez usa efectos más sofisticados con el programa de edición Final Cut Pro.
El catalán se encuentra, en este ámbito, en una posición claramente minoritaria. “Con actividad regular, prácticamente sólo hay una, aunque sea muy buena –afirma Campana–, esa es la triste realidad. El problema es que la gran mayoría de los booktubers catalanes lo hacen en castellano porque así tienen más audiencia, de muchos otros países”. Los prescriptores en catalán también son más jóvenes, lo que indica que el fenómeno empezó más tarde y todavía debe desarrollarse. Sebas G. Mouret, el más seguido en España, con casi 200.000 suscritos, tiene un canal en gallego –no literario– con sólo 10.026 seguidores. Otro fenómeno curioso es que “muchas veces, los booktubers ya leen directamente en inglés y nos recomiendan a las editoriales que traduzcamos un libro. Estamos atentos a su olfato”. Marta Botet, por ejemplo, sigue varios canales de booktubers en inglés, como A
Book Utopia de Sasha Alsberg (341.531 seguidores) o Poland and
Bananas Books, de Christine Riccio (354.720).
“Los editores teníamos en cuenta a los blogueros –afirma uno de los especialistas en el tema de un gran grupo editorial–, pero, en el campo infantil-juvenil, ya están un poco pasados. Había y sigue habiendo blogs de novela negra, policiaca, romántica, adulta… Los
blogs ofrecían una clasificación por géneros, con mucha variedad, era un universo vastísimo y sin sistemas de medición. Hace unos tres años detectamos un trasvase en el tema juvenil, una tendencia de cambio, los prescriptores se iban de los blogs a YouTube, y eso ha cambiado el paradigma. Los youtubers son muy amplios, hablan de todo tipo de contenidos, desde videojuegos hasta maquillaje. Pero la mayoría de los booktubers son antiguos blogueros. Para nosotros, fue un cambio positivo, porque es mucho más fácil monitorizar, ver los seguidores que tiene cada uno”.
Donde el fenómeno es realmente fuerte es en América Latina. Los prescriptores tienen muchos más seguidores que en España, en parte porque han roto las fronteras entre países y en parte porque proceden de lugares más poblados, como México. Los detectores de tendencias comerciales se fijan en ellos porque, por ejemplo, se entusiasmaron por John Green antes de que los libros arrasaran en el mercado en español. Algunos de los más importantes son Raiza Revelles (1.123.282 seguidores), Las
Palabras de Fa (339.156 seguidores) o Clau Reads Books (246.574). Hay contactos entre ellos y, por ejemplo, la mexicana Fa Orozco ha colaborado en proyectos con Sebas G.Mouret.
Varios de los booktubers han dado asimismo el salto de convertirse en autores. Entre los que han publicado libro se encuentra Andrea Izquierdo (Zaragoza, 1995), conocida como Andreo Rowling en su faceta de booktuber y autora de Otoño en Londres (Nocturna, 2016), inicio de una trilogía protagonizada por Lily, una universitaria madrileña que obtiene una beca para cursar el último año de su carrera en Londres. Javier Ruescas (Madrid, 1987) era antes escritor que booktuber y tal vez sea el más prolífico, con la saga Play en tres volúmenes y otros títulos como Cuentos de Bereth, Pulsaciones, Tempus fugit, las trilogías Las crónicas de Fortuna y Electro (escrita junto a Manuel Carbajo, con quien también ha producido Némesis) y
Latidos junto a Francesc Miralles. La onubense May R. Ayamonte tiene varias novelas, entre ellas los dos tomos de la serie Infinite y, el año pasado, Besos entre líneas (Planeta), escrita a cuatro manos con la también booktuber Esmeralda Verdú. ¿Matará el libro de papel su actividad en la red? “Está por ver –responde Campana, directora de los sellos Fanbooks y Estrella Polar–, hay que esperar unos años a ver cómo evolucionan. Para mí, es un fenómeno parecido al de los periodistas que se convierten en novelistas”.
Campana admite que “en literatura juvenil, los necesitas, no puedes funcionar sin booktubers”. Destaca que “se trata de recomendaciones cortas, que tienen efecto en los jóvenes, un grupo que no lee la prensa tradicional. Los adultos dan más importancia a la recomendación boca-oreja de un amigo que a cualquier otra cosa, y ellos en el fondo hacen lo mismo, un
booktuber es como un amigo de su misma edad y sus mismos gustos. No son engolados, hablan como ellos”. La clave es que “hasta ahora, son muy sinceros en sus opiniones, las editoriales no les podemos influenciar de ninguna manera, si el público detectara que hay algún interés comercial detrás, el valor de la reseña caería en picado. Es un fenómeno espontáneo, no dirigido, nacido de los lectores. A veces, algunos medios de comunicación los han menospreciado, pero su independencia es encomiable. Se explicarán mejor o peor, pero la gente se fía de ellos”.
Las barcelonesas Drew y Yaiza llevan el canal Never Be Hopeless, con 48.313 seguidores. La lista de los más destacados es amplia, con pioneros como Javier Ruescas –que ayudó a lanzar el fenómeno Crepúsculo–, May R. Ayamonte, Fly like a butterfly (Esmeralda Verdú), Little Red Read (Patricia García), El Coleccionista de Mundos (Sebas G. Mouret, con vídeos de un nivel francamente alto), Andreo Rowling...
También hay casos curiosos, como el del escritor superventas estadounidense John Green (Bajo la
misma estrella), un booktuber global que, junto a su hermano Hank, mantiene el canal Vlogbrothers, con 2.989.814 seguidores de todo el mundo. Ahí hablan de libros, pero también de Pokémon, cuentan chistes o incluso se adentran en temas políticos, como las medidas contra la inmigración de Donald Trump.
Las editoriales, asimismo, ya han detectado un nuevo fenómeno que influye en el empuje de ciertos libros, los bookstagramers, personas que cuelgan en esta red social fotos –generalmente, artísticas– de los libros que están leyendo con comentarios sobre su contenido.
Pero eso ya es otra historia, aún más reciente...