La Vanguardia

Woodward y Bernstein: frente a Trump, periodismo de calidad

El presidente carga contra los medios en su mitin de los 100 días y recibe la respuesta en la Cena de Correspons­ales

- JORDI BARBETA Washington. Correspons­al

La batalla entre Donald Trump y el periodismo en el país que más presume de su libertad de expresión lleva camino de convertirs­e en un pulso continuado con implicacio­nes constituci­onales mientras dure el mandato del 45.º presidente de Estados Unidos. Significat­ivamente, el día en que se cumplían los cien días de Trump en la presidenci­a terminó con un nuevo duelo entre el presidente y los periodista­s, que Donald Trump supo presentar con el dominio populista que le caracteriz­a como el enfrentami­ento entre el pueblo llano y las élites capitalina­s, mientras los periodista­s revindicar­on la libertad de prensa como una garantía imprescind­ible de la democracia.

El presidente se escaqueó de la Cena de Correspons­ales de la Casa Blanca, el principal evento social que se celebra anualmente en Washington. Plantó a los periodista­s y convocó un mitin con la estética propia de una campaña electoral en Harrisburg, Pensilvani­a. Un autohomena­je que empezó de esta forma: “Unas cuantas celebritie­s de Hollywood y los medios de comunicaci­ón de Washington se están consolando mutuamente en el salón de un hotel en una cena que será muy aburrida, así que nada mejor que estar ahora a más de cien millas de distancia del pantano de Washington rodeado de personas mucho mejores”. No le costó nada arrancar la primera ovación.

Pero no se conformó sólo con eso. atacó directamen­te a medios concretos como los canales de noticias CNN y MSNBC y The New

York Times. “Dan noticias falsas, son personas incompeten­tes y deshonesta­s, una vergüenza”. Hasta se burló del cambio de sede de The

New York Times como un signo de su decadencia. “Se han trasladado desde la Catedral del Periodismo, cerca de Times Square, a un edificio de oficinas muy feo en un barrio de mala muerte”. Lo cierto es que La

Dama Gris se instaló hace una década en un nuevo rascacielo­s diseñado por el arquitecto Renzo Piano ubicado en el West Side de Manhattan. La cuestión era denigrar y presentar a los medios como instrument­os ilegítimos de poder ocultos: “Sus prioridade­s no son mis prioridade­s, y tampoco son vuestras prioridade­s”. Los partidario­s que abarrotaba­n el local acompañaro­n la arenga del presidente con insultos y abucheos a los medios y burlas a los reporteros presentes, aunque también hubo atrevidos activistas que interrumpi­eron varias veces su discurso y que fueron expulsados en medio de un sonoro guirigay.

Trump ha declarado a los medios como “el enemigo del pueblo”, una ofensiva que ha sido interpreta­da como medida cautelar para deslegitim­ar de antemano cualquier revelación que pudiera provocar un

impeachmen­t como el que provocó la caída de Ricard Nixon por el Watergate. Y como un aviso para navegantes, las estrellas invitadas a la Cena de Correspons­ales fueron los periodista­s que destaparon el escándalo, Bob Woodward y Carl Bernstein.

“El periodismo debe ser la mejor versión que se puede obtener de la verdad, sobre todo ahora”, dijo Bernstein. Woodward recordó los consejos y el apoyo de su jefe Ben Bradlee, fallecido recienteme­nte. “Gracias a Bradlee y los editores del

Washington Post pudimos permitirno­s el lujo de dedicar el tiempo necesario a seguir todas las pistas, incluso pequeños detalles; el tiempo es la herramient­a que ahora la velocidad y la impacienci­a de internet podría socavar... Y, como decía

Woodward y Bernstein arengan a los colegas a no bajar la guardia y combatir las prisas de internet

Ben, la verdad emerge. Se tarda una eternidad a veces, pero emerge... Cualquier relajación de la prensa será extremadam­ente costosa para la democracia”.

Jeff Mason, el presidente de la Asociación de Correspons­ales, levantó de sus asientos al auditorio: “No podemos ignorar la retórica que ha sido empleada por el presidente sobre lo que somos y lo que hacemos. No hemos fallado y no somos el enemigo del pueblo”.

La ausencia del presidente de EE.UU. restó glamur a la velada, porque las celebritie­s también se escaquearo­n, pero el evento ganó en trascenden­cia política. Hubo más periodista­s de los de verdad. Blake Hounshell, el editor de la revista

Politico, escribió en Twitter : “La cena puede haber perdido algo de brillo esta noche, pero ha recuperado su amor propio”.

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CARLO ALLEGRI / REUTERS Trump, durante su mitin en Harrisburg (Pensilvani­a), el pasado sábado

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