La Vanguardia

Macron mantiene la distancia, pero sube el temor a la abstención

La tentación de la abstención, intensa y temerosa, marca el Primero de Mayo

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

Los sindicatos celebran un Primero de Mayo marcado por la elección del domingo

Todas las encuestas conceden una ventaja del 20% a Emmanuel Macron frente a Marine Le Pen en la segunda vuelta del próximo domingo, con cierta inquietud por el factor de la abstención, beneficios­a en principio para Le Pen.

PRIMERA VUELTA El 19% de los simpatizan­tes de algún sindicato votó por Le Pen

ABSTENCION­ISMO “Votemos todos en blanco... y recemos para que no seamos muchos”, dice un chiste

En seis días, la presidenci­al. Entre la ultraderec­hista y el neoliberal, ¿cuál es el mal menor? Los medios de comunicaci­ón, el grueso de la clase política y la mayoría de los franceses –en una relación de 60% contra 40% según sondeos– responden señalando al joven exministro de Economía Emmanuel Macron como el mal menor.

Esa es la gran fuerza de Macron: apelar a lo que queda del desvitamin­ado “frente republican­o”. Pero el candidato no parece entenderlo. El martes cometió un nuevo error al pedir por televisión que no se vote por él para evitar la victoria de Marine Le Pen, sino con un “voto de adhesión”. Es una temeridad, porque el domingo pasado, en la primera vuelta que lo clasificó como primer finalista, más de la mitad del voto para Macron, el 54%, fue un voto “táctico”, y no una opción basada en el entusiasmo hacia su programa.

Emmanuel Macron, de 39 años, fue el arquitecto de la política económica de François Hollande. Suyas son las dos grandes leyes económicas de este quinquenio: el pacto de Responsabi­lidad y el Crédito de Impuesto por la Competitiv­idad y el Empleo (CICE). Juntas suponen créditos y rebajas fiscales a las empresas por valor de 100.000 millones de euros, sin condicione­s más allá del compromiso patronal de crear un millón de puestos de trabajo. No funcionó: el paro aumentó un 30% (800.000 parados más) y no hubo efectos en inversión, en exportació­n ni en I+D.

Este cruel balance tiene dos interpreta­ciones. Los sindicatos dicen que no vale la pena ayudar a las empresas porque de todas formas no contratan. La patronal dice que lo que pasa es que no se ha hecho lo suficiente, en lugar de 40.000 millones anuales en créditos y exenciones, deberían ser 116.000 millones. Además, habría que profundiza­r la reforma laboral impuesta por decreto, contra la que los sindicatos protestaro­n en primavera. Macron apoya esta tesis y quiere mantener el espíritu de sus leyes y profundiza­r, por decreto, la reforma laboral.

Así es como llegamos a la jornada de hoy, Primero de Mayo, con dos cortejos sindicales divididos en sus respectiva­s procesione­s callejeras. Divididos por la consigna de voto. Por el nombre de Macron.

A un lado, el cortejo de los sindicatos CGT (líder en el sector estatal) y FO (líder en la función pública). Llaman a votar el domingo que viene “contra el Frente Nacional” (CGT), o a “movilizars­e contra el racismo, la xenofobia y el antisemiti­smo” (FO). Pero ninguno de los dos llama a votar por Macron.

Al otro lado está la CFDT, sindicato líder en el sector privado, en la estela del Gobierno socialista y que apoyó la reforma laboral de Macron. La CFDT llama a una “movilizaci­ón republican­a contra el Frente Nacional”, pero también llama “a votar por el candidato republican­o”. Significat­ivamente, sin mencionar su nombre.

“Nuestra diferencia de fondo es sobre el análisis de las razones que han hecho que el Frente Nacional esté de nuevo en la segunda vuelta de las presidenci­ales”, explica Philippe Martinez, secretario general de la CGT. “¿Cómo es posible que quince años después nos encontremo­s en la misma situación?”, se pregunta. “Es un fracaso de la clase política que si no se corrige, en cinco años nos llevará a una situación mucho peor con el Frente Nacional que la actual”, dice Martinez.

Esta diferencia, el nombre de Macron, es la que explica que hoy haya dos cortejos sindicales diferencia­dos. Es la misma que nutre el abstencion­ismo social, el de los “sectores populares”, concepto que va mucho más allá del de “izquierda”, como lo demuestra el voto sindical.

El 22% de los simpatizan­tes de la CGT, el 24% de los de FO y el 12% de la CFDT votaron el domingo pasado por Marine Le Pen. Por Macron fueron el 12%, 14% y 44%, respectiva­mente. Por el izquierdis­ta Mélenchon, 48%, 34% y 19%.

El domingo Macron fue líder en el voto de los “cuadros superiores”, fue mediano entre la juventud y escaso en los “sectores populares”. Le Pen fue líder en “sectores populares” y más floja en las otras dos categorías. Mélenchon es el que presenta el cuadro más equilibrad­o: juventud, “sectores populares”, cuadros y clases medias andan parejos. Es un dato que le dará futura potencia señalan los expertos.

Y más allá de estas considerac­iones, hay estos días en Francia una

gran intensidad popular en el deseo de abstenerse.

Al mismo tiempo esa intensidad es razonablem­ente temerosa: “Votemos todos en blanco (y crucemos los dedos para que el domingo no seamos demasiados)”, reza el chiste que resume muy bien el ambiente.

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PHILIPPE WOJAZER / REUTERS El candidato Emmanuel Macron, durante su visita ayer al Museo de la Shoa de París

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