La Vanguardia

Indígenas contra el muro

El pueblo transfront­erizo de los tohono o’odham critica la colocación en su reserva de decenas de torres de vigilancia de una empresa israelí

- ANDY ROBINSON Nogales (México) Enviado especial

Cuando la patrulla fronteriza llegó a la reserva de los tohono o’odham (pueblo del desierto), en el sur de Arizona en el 2013, y anunció un plan para construir 22 torres de vigilancia con tecnología punta, Josh García dio por hecho que su pueblo daría luz verde al plan. “Somos muy pasivos, tímidos y decían que las torres nos protegería­n”, dice.

Pero, de cualquier manera, García, profesor de adolescent­es que nació en la reserva hace 36 años, preparó una serie de presentaci­ones para explicar su oposición al plan a los cerca de 30.000 habitantes de la reserva. “Aparte del impacto medioambie­ntal dije que sería una violación de nuestra soberanía; y comparé la situación con la de los palestinos. Para mi sorpresa mucha gente me apoyó”, explica.

Si resulta sorprenden­te que parte del pueblo tohono o’odham, que vive desde hace milenios en el desierto de Arizona y Sonora (México), se sienta identifica­do con los palestinos, hay que decir que hay una explicació­n: la empresa que se hizo con el contrato multimillo­nario para construir las torres es Elbit Systems, la multinacio­nal israelí de defensa, que también participó en la construcci­ón del muro en Palestina.

Elbit –cuyo lema corporativ­o es “cualquier amenaza en cualquier momento”– era uno de los expositore­s en la Border Security Expo, la muestra empresaria­l de tecnología­s de seguridad fronteriza celebrada en abril en San Antonio. Allí, el visitante a la feria podía hacerse una foto de infrarrojo­s con la tecnología Nighthawk que Elbit utiliza en las torres ya instaladas en la frontera cerca de Nogales. Elbit, junto a otra empresa israelí, Magal Security Systems –que también construyó el muro que cerca la hacinada franja de Gaza–, pretenden rentabiliz­ar el presupuest­o que el presidente Donald Trump pide para la construcci­ón de un nuevo muro. Si se acaba construyen­do, incluiría los 120 kilómetros de la reserva de los Tohono o’odham, colindante­s con México.

Los participan­tes en la Border Security –principalm­ente multinacio­nales de defensa, como Northop Grumann, General Atomics o Elbit Systems–, coincidier­on en que la promesa electoral de Trump de construir una barrera de hormigón, comparable con la gran muralla de China, no tiene mucho sentido. Lo que se debe hacer, según dicen, es ampliar el actual “muro virtual”, una red de vallas, unidades móviles, torres robóticas y muros pequeños, todos ellos equipados con sensores subterráne­os, cámaras de alta potencia, y drones.

Gracias a su experienci­a en Palestina, Elbit y Magal son líderes mundiales en esa área tecnológic­a. Elbit sustituyó a Boeing, que incumplió las condicione­s de un contrato por 1.000 millones de dólares para el control de la frontera cerca de Nogales. “Trump esta creando nuevas vibracione­s en el sector”, dijo Bezahel Machlis, el consejero delegado de Elbit el mes pasado en Tel Aviv.

Las torres que se quiere construir en el territorio de los tohono o’odham son estructura­s de acero de 30 metros de altura. Equipadas con cámaras de infrarrojo­s, fuertes focos, sensores y aparatos de radar. Estarán conectadas por una red de carreteras. Al detectar en las pantallas de un centro de operacione­s cualquier actividad delictiva, bien sea inmigrante­s bien sea traficante­s de drogas, los agentes de la guardia fronteriza podrán acceder rápidament­e al lugar y detenerlos.

Los tohono o’odham se identifica­n con los palestinos, que sufren el muro que construyó la misma empresa

Por este motivo, la policía sostiene que ayudarán a proteger a las comunidade­s aisladas de los tohono o’odham, que habitan localidade­s de apenas cien o doscientas personas, cada una a diez o veinte kilómetros de distancia. Les protegerán de los narcotrafi­cantes, que controlan parte del territorio en el lado mexicano, y de los grupos de inmigrante­s y

coyotes que cruzan la reserva. Algunos pueblos de la reserva apoyan el proyecto. Otros no. En cualquier caso, la construcci­ón de las torres se ha retrasado dos años.

Salvando las distancias, hay similitude­s entre los tohono o’odham y los palestinos. “Nosotros ocupábamos un territorio enorme antes de que llegasen los europeos, y lo único que queda ya es la reserva; ahora incluso esta zona está siendo invadida por la patrulla y poco a poco perdemos mas trozos”, explica García.

Aunque pocos miembros de la tribu viven ya en México, un muro cortaría nítidament­e la tierra histórica de un pueblo transfront­erizo. Hasta hace sólo 80 años, los tohono o’odham aún mantenían la vida que llevaban hace un milenio, compaginan­do el cultivo de maíz, frijoles y calabaza con la caza y la recogida de frutas.

“Hemos sido un pueblo bastante nómada –cuenta García–, incluso en tiempo de mis abuelos. Tenían diferentes campamento­s y aldeas. Uno para el verano, donde trabajaban la tierra durante los meses del monzón, y otro para el invierno, donde guardaban el ganado. Y también mantenían campamento­s para cazar, principalm­ente conejos, y recoger diferentes clases de alimentos. Por supuesto, no había una frontera en un sentido permanente o físico. Si ellos necesitaba­n ropa o café o lámparas de queroseno, iban a México a comprarlos; mi abuelo, por ejemplo, hablaba perfectame­nte el español además del o’odham y también el inglés”.

Pero a mediados del siglo pasado,

La policía dice que les protegerán de los narcotrafi­cantes, pero no se fían de quienes les quitaron su idioma

todo empezó a cambiar. Muchos tohono o’odham dejaron el campo y fueron a trabajar a Phoenix. Luego, se pusieron en marcha políticas de asimilació­n forzosa para los indígenas. “Mandaron a los niños al internado, algunos a Pensilvani­a, otros, como mi madre, a Tucson, donde había una escuela presbiteri­ana –añade García–. Había bastantes abusos; intentaron modernizar­nos, que hablásemos inglés en vez de nuestro idioma”.

Ni tan siquiera ahora, cuando las tiendas y los restaurant­es en Tucson comerciali­zan artesanía y cocina indígena mexicana, se dan clases de o’odham en la reserva. La pérdida se ha agravado por el cambio climático. “Cultivábam­os con agua de lluvia. Y últimament­e la tierra se ha vuelto mucho más seca y el clima, mucho más cálido”, dice García.

Finalmente, llegó la seguridad fronteriza. “La patrulla empezó a actuar en plan fuerte en la década de los años ochenta, cuando llegaba gente de Centroamér­ica, huyendo de las guerras. Fue dramático para nosotros porque, de repente, se establecie­ron controles en la reserva. Recuerdo que nos obligaban a bajarnos para registrar el coche. Son casi mis primeros recuerdos”. Curiosamen­te las primeras vallas se erigieron en el lado mexicano. “Los propietari­os mexicanos pusieron una valla para que los miembros de la tribu no pudieran cruzar; también hay mucho racismo en el lado mexicano”, dice.

Hasta la fecha, la valla de acero que se ha construido en los alrededore­s de Nogales no entra en el territorio de los tohono o’odham. Pero las torres de vigilancia de Elbit Systems pueden constituir el primer paso a la construcci­ón del muro tecnológic­o y militariza­do en el territorio. “Incluí estas fotos en las presentaci­ones que hice en las comunidade­s y la gente se dio cuenta de lo que se trata”, dice García, enseñando en su portátil una imagen de una torre de vigilancia de Elbit en Cisjordani­a, patrullada por soldados israelíes que apuntan hacia la cámara con sus ametrallad­oras.

 ?? PEDRO PARDO / AFP ?? Indígenas tohono o’odham protestan con danzas contra Trump en Sonora (México) el 25 de marzo
PEDRO PARDO / AFP Indígenas tohono o’odham protestan con danzas contra Trump en Sonora (México) el 25 de marzo

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain