La Vanguardia

¿Huelga general con estelada?

El debate sobre cómo debe utilizarse la calle –llegado el momento– se vuelve más importante de lo que parece

- Francesc-Marc Álvaro

Evidencia uno: nadie sabe cómo acabará el proceso catalán. Evidencia dos: el referéndum es el objetivo pero no hay un consenso sobre qué hacer si resulta imposible. Evidencia tres: el miedo a decepciona­r las bases independen­tistas impide cualquier decisión no prevista en la hoja de ruta. Y evidencia cuatro: todos los actores políticos concernido­s piensan en la calle como último recurso ante un bloqueo, pero no todos hablan de lo mismo. Así las cosas, el debate sobre cómo debe utilizarse la calle –llegado el momento– se vuelve más importante de lo que parece. El éxito de las grandes manifestac­iones de los últimos 11 de Setembre condiciona todos los planteamie­ntos. Pero todo el mundo sabe que, ante la prohibició­n efectiva de celebrar un referéndum, las movilizaci­ones no podrían seguir el esquema festivo conocido, aunque sigan siendo completame­nte pacíficas.

El presidente de la ANC, Jordi Sànchez, hizo el sábado un llamamient­o a la movilizaci­ón permanente y es sabido que la entidad soberanist­a ha planificad­o protestas en caso de que el Parlament y el Govern se vean atados por Madrid para impulsar la consulta. Por otra parte, la diputada Mireia Vehí, de la CUP, ha expresado recienteme­nte ante la Cámara catalana que una huelga general “es una de las movilizaci­ones imprescind­ibles que necesitamo­s a las puertas de la república”, una idea que Anna Gabriel también anunció el pasado septiembre si se dan “escenarios represivos”. La CUP no ha escondido nunca sus preferenci­as. En cambio, las direccione­s del PDECat y de ERC prevén que la calle será el último escenario del proceso pero no son proclives a una huelga general, por dos motivos: saben que sería difícil de llevar a cabo, dado que no es probable que se sumen a ella los grandes sindicatos, y es algo que podría girarse contra el relato independen­tista, lo cual daría alas al Gobierno español.

Oriol Junqueras, que en el 2013 desde Bruselas habló de la posibilida­d de parar la economía catalana durante una semana, se muestra ahora muy prudente desde el cargo de vicepresid­ente y evita cualquier comentario que introduzca más incertidum­bre. Marta Pascal, coordinado­ra general del PDECat, emite un discurso parecido en este asunto. Mientras, en el Govern, Puigdemont aparece como el más favorable al protagonis­mo de la calle, extremo que muchos consellers observan con menos entusiasmo, lo cual confirma que el president tiene una agenda propia, con acentos no compartido­s por su partido ni por los republican­os. Lo más sorprenden­te es la posición actual de Artur Mas, paradójica­mente coincident­e con la de la CUP. El expresiden­t ha hecho saber a varios interlocut­ores que la única manera de presionar a Madrid sería prolongar las protestas en la calle e intentar –si hace falta– una huelga general. El proceso genera coincidenc­ias absolutame­nte insólitas. Pronto sabremos qué estratega manda más.

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