Numerología paliativa
54 se escribe LIV, y eso ya me gusta más, porque LIV sería el inicio de vivir en inglés y el vuelco de un mundo vil
Hace tiempo que intento convencerme de que el número cincuenta y cuatro es muy interesante. Tengo argumentos de todo tipo. De entrada, porque 54 es el prefijo telefónico internacional del país de Leo Messi, y sólo por eso ya debería situarlo entre mis números favoritos. Seguramente, también es prefijo regional o provincial de muchos otros lugares del mundo, pero como con el 54 delante se puede llamar a Rosario, el resto de opciones pierden interés. En términos nocturnos, o noctámbulos, cincuenta y cuatro remite a la legendaria discoteca de Manhattan, Studio 54, templo de la música disco primigenia, que tuvo una pálida copia en el Paralelo barcelonés de 1980 a 1994. Reconozco que, a pesar de su renombre durante los años ochenta, no frecuenté demasiado el Studio 54 local, hoy reabierto con el nombre de Sala Barts tras una remodelación. Siempre me llamaron más otras salas como Bikini, Zeleste o KGB, pero tal vez ahora aceptaría ir, aunque sólo fuera porque me hago mayor. Cincuenta y cuatro es el número de cartas que tiene la baraja francesa, incluidos los dos comodines (Macron y Le Pen).
Para completar este absurdo recorrido paliativo por la numerología de un número aparentemente intrascendente, recorreré a las ciencias empíricas. 54 es el número atómico del xenón, un gas inodoro e incoloro, muy pesado pero noble y cuyo símbolo, Xe, nos hace pensar en los habitantes de la siempre interesante ciudad de Valencia. En cambio, no me dice gran cosa que según el código Ascii de los ordenadores el 54 ascii equivalga al carácter 6. Tampoco me parece nada del otro mundo que el asteroide número 54 se llame Alexandra, bautizado por un tal Goldschmidt en París el 10 de setiembre de 1858. En números romanos, cincuenta y cuatro se escribe LIV, y eso ya me gusta más, porque LIV sería el inicio del verbo vivir en inglés y el vuelco absoluto de un mundo vil. Los aficionados al cálculo seguro que aún añadirían otras propiedades: tal vez me harían ver que 54 es igual a 2 por 3 elevado al cubo, o buscarían sus equivalencias en algunos sistemas que usan los informáticos. En sistema binario, por ejemplo, 54 se escribe 110110 y en sistema hexadecimal (base 16) 36. Esta equivalencia me gusta especialmente por razones que se entenderán muy pronto. Lástima que en el mundo civil aún sea vigente el sistema decimal. En cambio, a veces los informáticos utilizan el sistema octal en vez del hexadecimal. Y en sistema octal (base 8) 54 se escribe 66 y no me gusta nada. En el año 54 Xavier Dalfó fundó en Figueres la revista Canigó, una de las pocas publicaciones periódicas que tuvo el independentismo de la época, dirigida desde el 71 por la última Premi d’Honor de les Lletres Catalanes, Isabel-Clara Simó, y con colaboradores como Quim Monzó. Hoy cumplo 54 años y no sé qué cara poner.